El barrio de una sola calle decidido a mantener su identidad
Este asentamiento está anclado en la zona productiva de Cuatro Galpones y crece. Supieron llamarlo B° Bahía Blanca, en los años ‘70. Su historia.
Es el barrio de la calle José Adaro.
“Antes de empezar a ser un barrio fue un pasaje con dos o tres casitas y sin luz, entre ellas la mía. Algunos lo llamaron Bahía Blanca, pero para nosotros, los primeros pobladores, es y será siempre Cuatro Galpones”, sentenció Víctor Campos.
La historia -entonces- comienza con sus chacareros, los trabajadores rurales, la educación en la vieja Escuela N° 35 (el 26 de marzo cumplirá 112 años), y se consolidó con la apertura de la calle que hoy lleva el nombre de José Adaro, en homenaje al maestro del establecimiento. Delimitada, también, por Traful.
Hoy ya son alrededor de 18 familias la que integran este asentamiento que es precario de condiciones de urbanización, pero que sus pobladores eligieron para vivir y le dan una fuerte vida interna al barrio. Y lejos están en abandonarlo.
Ya son 18 familias las que residen en la calle José Adaro; en su mayoría trabajadores rurales
Ellos aún tienen recuerdos de la vieja laguna que rodeaba el sector y los diferentes circuitos que servían de medio de comunicación para llegar a la escuela; otros, haciendo memoria, hablan del viejo equipo de fútbol Latino Americano (años ‘20 y ‘30).
“Nunca existió un proyecto para que se llame Bahía Blanca a lo que conocimos y es Cuatro Galpones”, coinciden los vecinos en la visita que realizó LA COMUNA.
“Esto es Cuatro Galpones, pasa que antes cuando esto empezó a convertirse en calle, cuando se hizo el puente para ir a la escuela, la calle supo llamarse Bahía Blanca si mal no recuerdo. Después se la denominó José Adaro”, trajo al presente Campos.
Y agregó, “Yo estoy acá desde el año 1951, cuando éramos apenas 2 o 3 casitas (estaban los Goroso, Nahuelcura y nada más). El barrio fue creciendo, los últimos son dos vecinos que llegaron el año pasado y vinieron a trabajar en la fruta. Cuatro Galpones es todo esta zona (señala hacia el norte y sur); yo estudiaba en la vieja escuela, la que está al lado del eucaliptus ese que para mi tiene unos 100 años (exclamación)”.
Ceferino Hernández (75 años) llegó a principio del ‘70; es jubilado y contó que todos nietos han recibido educación en la N° 35.
“Esta calle la rellenaron dos o tres veces en los ‘80. Los vecinos somos muy solidarios, si alguien necesita una ayuda estamos ahí, así es la gente de Cuatro Galpones, trabajadora sobre todo. A mitad de cuadra, por ahí, hay una capilla y seguro la actividad regresará en estos días”, dijo.
Y remarcó: “Si bajás por la Adaro llegas al barrio Buenos Aires Chico (unas 8 familias). Y hacia el este está Mar del Plata. Para mí esto es Cuatro Galpones, lo de Bahía Blanca es pasado”.
El barrio crece con construcciones de ladrillos y otras de madera. Se popularizó en plena zona productiva.
En estos tiempos de cosecha Cuatro Galpones tiene su principal circulación de maquinaria pesada como tractores con acoplados, camiones y otros vehículos, y de trabajadores golondrinas que frecuentan los almacenes del barrio.
“Jugué en Latino Americano de Cuatro Galpones. A la escuela llegábamos por la pasarela -circuito interno- de esta chacra lindante. Acá sigo en las tareas de chacra”, reforzó Aldo Morales -de 90 años de edad-.
Son sin dudas, las que asoman, nuevas identidades sociales, y resulta una nostalgiosa coincidencia el hecho de que esta historia tenga voces con un fuerte sentido de pertenencia.
Aunque el barrio tenga cicatrices -profundas- de una urbanización añeja.
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