El ‘arbolito de Salas’: conocé el aguaribay más famoso entre los pescadores, a 5 km de Las Grutas
Lo plantó el patriarca de una familia pesquera y sigue en pie, custodiando una ría que, ahora, también es postal turística
«-¿Vamos a tomar mates a la ‘Marea’? …-Sí, pero donde haya sombra. Por lo del ‘Arbolito de Salas«.
Ese diálogo, envuelto en brisa marina y con la ría de San Antonio Oeste de fondo, forma parte de la cotidianeidad de esta localidad rionegrina que es famosa por sus playas. Tiene tres plantas urbanas: Las Grutas, el Puerto San Antonio Este y San Antonio. Éste último resguarda paisajes entrañables. Quizá menos conocidos por los turistas, pero cargados de emociones para sus habitantes.
Uno de ellos es un rinconcito, fresco y amable, al borde de esa ría mansa que sube y baja cuatro veces diarias. Es la ‘Marea’ del diálogo inicial, porque los sanantonienses así le dicen al curso de agua que, en este punto, no tiene la magnificencia del mar, ni tampoco la postal quieta de algunos cursos de agua.
Esa ‘Marea’ abraza al pueblo, y, en un sector, un pescador plantó un árbol. Es un aguaribay de porte generoso, punteado de bolitas rosadas de las qué, según cuentan, se extrae la pimienta de ese color.
El pescador era Oscar Salas, y su casa estaba a metros de la costa. Cerca de ese árbol que creció, tomó fuerza y sigue en pie hasta hoy.
«Es muy loco que mi abuelo haya quedado atado a ese arbolito. Acá, ese aguaribay es el ‘arbolito de Salas’, y no hay referencia más grande y conocida que ésa. ‘¿Vamos al Arbolito?’, o «por allá está, pegado al Arbolito’. Así se eternizó mi viejito para siempre. Los vecinos fundieron su apellido con el árbol que plantó» dice Maximiliano Cartes Salas.
Maxi tiene 35 años y es nieto de ese pescador que fundó una estirpe. Porque Oscar crió 11 hijos, mientras ‘yugaba’ entre el mar y la tierra. Por herencia paterna muchos de ellos aún siguen ligados a la pesca. En la zona ese apellido es sinónimo de quehacer pesquero, de esfuerzo y dedicación.
«Yo no quise navegar, pero el mar me tira de otra manera. Lo mío son las fotos y el video. Claro que, cuando tuve el drone, las imágenes del aguaribay de mi abuelo fueron las primeras que tomé» contó, con orgullo.
En la costa el ‘arbolito’ sigue intacto. Los vecinos saben su historia, y hablan de él como si fuera un sanantoniense más. Don Salas lo plantó para amarrar su bote de madera. Ése con el que salía, a puro remo, a pescar ‘variado’ para su familia. Salían merluzas, algún cazón…con eso alimentaba a los suyos, y también los vendía. Su ‘lomo ancho’ de pescador llegó a cobijar, incluso, a algunos de sus nietos.
«Lamentablemente yo no llegué a conocerlo. Pero está su árbol, y, junto al aguaribay, los restos de los cimientos en los que estuvo esa casa dónde, alguna vez, vivieron mi mamá y mis tíos» recordó Maxi.
El arbolito es tan representativo para este pueblo que allí pasó y sigue pasando de todo… Es punto de encuentro, testigo de charlas, lugar de descanso y motivo de inspiración. De hecho el escritor de Valcheta Jorge Castañeda le dedicó un poema, y el vecino Natalio Mirensky otro, que convirtió en canción.
Ahora el aguaribay sigue como entonces, custodiando la ría. Dejándose encontrar por los que buscan sombra en la complicidad de su espesura.
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