Detectan una invasión incipiente del enebro en Bariloche

Esta especie es característica del hemisferio norte donde se registra una fuerte declinación. Fue introducida en la Patagonia y se expande rápidamente.

En los alrededores de Bariloche, un grupo de investigadoras detectó una invasión incipiente de enebro, una especie de planta leñosa de fruto carnoso que crece en forma arbustiva. Se extiende desde las frías regiones del hemisferio norte hasta las zonas montañosas Norteamérica, Europa y Asia. En el norte de la Patagonia todavía no es tan visible al ojo humano como el pino, pero poco a poco empieza a copar espacios.

“En las salidas de campo por Bariloche, en la interfase entre la urbanización y el área natural, empezamos a tomar nota de que esta especie era abundante, pero nada habíamos leído respecto de su invasión. Nos despertó la curiosidad y quisimos saber si estábamos ante una invasión incipiente”, explicó Jorgelina Franzese, investigadora adjunta del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma).

Describió el enebro como “un arbusto que puede alcanzar un porte arbóreo y puede llegar a los cuatro metros. Es una especie leñosa; no una hierba”.

El estudio, estiman, puede arrojar información útil para el control de la especie en Patagonia y su conservación en su lugar nativo. Foto: gentileza

En un primer momento, las investigadoras revisaron la bibliografía a fin de confirmar que la especie aún no hubiera sido detectada como invasora. El segundo paso fue realizar muestreos y registrar los lugares a donde se la veía. Incluso, hicieron un llamado a la gente para que informara a dónde la había detectado y aportara la ubicación exacta.

“Con eso, hicimos un mapa para estudiar si su distribución era amplia o algo acotada. Nos dimos cuenta que era abundante, e incluso, había muchos individuos reproductivos”, indicó Franzese.

En muchos sectores encontraron hembras que portan los frutos con las semillas. “El enebro se reproduce naturalmente por semilla. Hace unos frutos que se parecen a las bayas y son unos conos muy particulares. Parece un fruto carnoso”, especificó la ecóloga.

Se encontraron muchas plántulas, lo que marca el avance de la especie. Foto: gentileza

Además, corroboraron que, en la mitad de los sitios, había plántulas (recientemente germinadas) lo que daba la pauta de que la población está creciendo. Lo paradójico es que esta especie se encuentra en declinación en su lugar de origen. “Me entusiasmó como ecóloga saber que allá está declinando porque falla su reproducción; mientras que en el área donde fue introducida encontramos un patrón opuesto, una dinámica poblacional opuesta. Si hay plántulas, es porque se está reproduciendo”, mencionó.

Al ser una especie invasiva incipiente, no se conoce el impacto. Por lo pronto, estamos estudiando cómo se dispersa. Hay lugares invadidos que presentan más de 100 plantas: son parches grandes solo de enebro. Hay que ver si fue reemplazando la vegetación»,

Jorgelina Franzese, investigadora adjunta del Conicet en el Inibioma.

Ese dato llevó a los investigadores a otra instancia: la especie se reproduce de forma natural en un amplio rango de la Patagonia Andina, pero esa reproducción fue asociada a “lugares disturbados” (es decir, aquellos que sufren algún tipo de alteración de movimiento de tierra o con el pisoteo, como los que están a la vera de la ruta o en los senderos de trekking). Por eso, hoy indagan sobre los factores que pueden promover esa invasión.

La especie se detectó especialmente en la zona de transición de Bariloche. Foto: gentileza

“La próxima pregunta fue: ¿qué pasa acá que los factores bióticos o abióticos favorecen el crecimiento de esta especie? No tienen los obstáculos que tienen allá o hay algún factor del ambiente que las favorece. Así surgió una nueva línea de investigación”, recalcó la licenciada en Biología Luciana Ebrecht, becaria doctoral de Conicet.

En este momento, se analiza si las micorrizas (la asociación entre algunos hongos y las raíces de las plantas que actúan como fertilizantes) favorecen el establecimiento de las plantas de enebro. “Por ahí, les proveen más acceso a agua o a nutrientes en el suelo”, indicó Ebrecht.

Otro punto de la investigación apunta a estudiar cómo son dispersados los frutos. Al ser carnosos, alguien se los come y los defeca en algún lugar. Por eso, se instalaron cámaras trampas que, ante cualquier movimiento, se activan y filmen. Apuntan a los arbustos y al suelo para estudiar el comportamiento de las aves y los mamíferos de la zona que pudieran consumir esos frutos y favorecer la germinación.

La especie se detectó especialmente en la zona de transición de Bariloche. Foto: gentileza

“El zorzal come los frutos y resulta un vector de dispersión importante, al igual que los ratones que se comen la cobertura externa -que tiene inhibidores de germinación- y dejan la semilla. Hay otras especies dispersoras en Europa”, dijo Franzese.

Las investigadoras evalúan la posibilidad de trabajar en conjunto con un grupo alemán a fin de comparar la performance de la especie: “por qué le va mal allá y bien acá”. Ese estudio, aseguran, puede arrojar información útil para el control de la especie en Patagonia y su conservación en su lugar nativo.


La planta hembra presenta frutos con distintos estadios de madurez (incluyendo maduros) a lo largo del año, en relación a otras especies de la zona que tienen frutos maduros en períodos muy acotados.


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