Despedida a Marcos Bravo, el querido escultor que murió ayer: «representa el cuidado del medioambiente, el aprendizaje del error, la segunda oportunidad»


No puedo hacer otra cosa que sentarme a escribirte. Tal vez como vos lo harías con las chatarras. Algunas piezas sueltas que después transformaste en tanto arte.


¿Cómo se elabora este dolor? Tal vez fue lo que te preguntaste una y otra vez y no le encontraste salida.


Te conocí así, a través de tus esculturas. Unas piezas que me deslumbraron. Corrí a saber quién era el autor de esa posibilidad de cambio. Marcos Bravo. Me enteré que estabas prohibido de libertad en ese tiempo. Me resultaba aun más interesante. La fuerza del ser humano de modificarse, de aprender de los errores, de hacer algo nuevo desde el aparente deshecho.


Te busqué y te encontré. Jamás pregunté por qué estabas en la penitenciaria. No hizo falta, lo único que necesitaba escuchar para seguir la conversación lo hiciste enseguida: “Estoy terminando de pagar por una macana que me mandé, ya aprendí”.


Después de varias conversaciones, te encargamos el perro. Nuestro amado perro hecho por vos.

Llevamos algunos materiales a la penitenciaria y enseguida pusiste manos a la obra.


Su primer hogar estuvo en la Chacra Tenis de Cipo y después al aeropuerto de Neuquén. Cada día se llena más rápido. Cientos de botellas de plástico llegan a él. No van a cualquier tacho.
Llegan al eco perro. No se van al basural. Su camino es el reciclado.


Orgullosos de él. Representa todo lo que está bien. El cuidado del ambiente, el aprendizaje del error, la segunda oportunidad.


Seguimos armando propuestas y muestras, el Congreso de educación en Ambiente fue la siguiente y ahora, hace apenas siete días, la Semana del Juego y el Ambiente.


Un par de miles de niños vieron tus obras. Estaban desfilando allí, las tuyas y las de tus alumnos. Nos cruzamos rápido y me contaste que buscabas un nuevo lugar para tus obras.


Toda la semana pensé dónde podría ser. No llegué.


Decidiste partir. No quiero que sea así.


Me gustaría ir siete días para atrás y en ese café compartido rápido, haberte preguntado de verdad cómo estabas. Es que no lo sospeché. Estaba concentrada en la actividad intensa de esos días. Me fascinaba la fuerza de la niñez y de la esperanza. Tanto lo estaba que no vi tu soledad. Ya sé que no soy bruja ni Dios. Pero cómo me hubiera gustado poder ver que necesitabas ayuda.


Soledad desesperada o imposibilidad de encontrar el camino. ¿qué debemos hacer las personas que no hacemos?


Difícil despedirte. Haré lo posible para honrar tu obra, tu vida. Aprender del recorrido.


Gracias. Perdón. Te honro.


Laura Collavini


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios