Desde hace 30 años, Nicolás elabora miles de panes dulces en Bariloche para los que menos tienen
Arrancó en 1994 cuando integraba la Asociación de Desocupados de Bariloche. Su desafío este año es llegar a los 15 mil panes.
La máquina está programada para amasar la mezcla de lo que serán 120 pan dulces. Un joven dispone los moldes vacíos en un marmol, mientras Nicolás coloca en una bandeja aquellos que ya salieron del horno rotativo y están listos. De pronto la amasadora se detiene, la mezcla cruda es dividida en decenas de bollitos que Nicolás azota, uno a uno, contra el marmol y termina de redondearlos. Les pone la fruta y los coloca en el molde para pintar la parte superior con huevo y llevarlos al horno. Este proceso se repite varias veces al día desde el último fin de semana y hasta los días previos a la Navidad.
En pocos meses, Nicolás Martínez cumplirá 80 años. Su energía está intacta, al igual que hace 30 años. Desde hace algunos días, trabaja sin parar, desde las 6 hasta casi llegada la noche, en la elaboración del Pan Dulce Solidario. El enorme trabajo solidario y silencioso se desarrolla en un sector del exhogar Gutiérrez en Bariloche.
Este año, el sueño es llegar a los 15 mil panes que serán repartidos en el Penal de Bariloche, algunos centros de jubilados y 30 parajes de la Línea Sur. Si bien Nicolás coordina y se encarga del trabajo más duro, en esta ocasión sumó la colaboración de Carlos Romero, Juan Flores y Agustín Saldivia, su nieto.
Este paraguayo llegó a Buenos Aires en los años 70, contratado por una compañía de ascensores. «Parece que era tan bueno que me mandaron a instalar los ascensores del Bariloche Center que todavía funcionan. Me enamoré de Bariloche y de otras cosas más y, me quedé acá. Formé mi hogar pequeño hogar con 12 hijos, nietos y bisnietos«, resume, mientras saluda a Juan de Dios González, otro compatriota que llegó, al igual que él en los 70 y pasa a hacer compañía.
La primera edición del Pan Dulce Solidario llegó en 1994 cuando Nicolás participaba de la Asociación de Desocupados de Bariloche. «No teníamos trabajo y surgieron los Programas Intensivos de Trabajo que era como los actuales Progresar. Nos anotamos como 200 en la Municipalidad, pero el problema es que recién íbamos a cobrar el 6 de enero. No teníamos ni para comer«, recuerda Nicolás.
En ese momento, le pidió a la intendenta María del Rosario Severino de Costa que gestione el adelanto del cobro «para tener algo en la mesa de Navidad». «En principio, ella me dijo que no habría problemas. Pero tres días antes, me dice que lamentablemente no lo pudo conseguir. Le pedí a los muchachos que me acompañen a la radio a buscar ayuda de alguna panadería que aportara insumos para hacer pan dulce», cuenta. De inmediato, lo llamó la entonces directora de la Escuela de Hotelería, Cecilia Girgenti, que se puso a disposición.
En esa primera jornada que se extendería a lo largo de los años, elaboraron 580 pan dulces. «Fuimos tapa del diario. En ese momento, mi barba no era blanca como ahora», bromeó.
Los panes fueron distribuidos entre las familias de las personas desocupadas y como sobraban, el resto se repartió entre los internos del Penal de Bariloche y los vecinos de la junta vecinal Las Quintas. «En ese momento, me comprometí ante el Tata Dios que mientras él nos diese salud y energía, estaría acompañando a la comunidad con el Pan Dulce Solidario«, comenta.
La mañana recién arranca, pero Nicolás no deja de dar indicaciones. Asegura orgulloso que, con las donaciones de este año, llevan fabricando alrededor de 400 panes por día. También aclara que su pan dulce «no es industrial, sino totalmente casero»: «No tiene aditivos, ni conservantes ni colorantes. Es un pan para consumir hasta fin de año. Usamos caña como el único aditivo conservante».
El récord llegó años después con la elaboración de 12.500 panes. El año pasado, con tan pocas donaciones, apenas llegaron a hacer 700, en 23 días. En esta ocasión, ya llevan 1160 en tres días y los insumos hasta el momento garantizan la fabricación de 5.000 panes. La ilusión que no se pierde es lograr 15 mil.
«El otro día calculábamos que habremos elaborado más de 210.000 panes en todos estos años. Pero esa suma no alcanzaría ni para cubrir la ciudad. No queremos romper récords, ni hacer demagogia. No es egocentrismo: es solamente pretender que un pancito llegue a la mesa de quienes menos tienen», indicó Nicolás.
Este año, el ministro de Desarrollo Humano, Deporte y Cultura de Río Negro, Juan Pablo Muena, aportó 6 millones de pesos para 3.000 panes que estarán destinados para los parajes que serán distribuidos por Luis Garrido, de la asociación Viajes Solidarios. Martínez mencionó también que el intendente Walter Cortéz lo visitó días atrás con 12 bolsas de harina. Su secretaria privada lo contactó en las últimas horas para conocer cuántos insumos faltan.
«Invito, como siempre, al comercio, a las cámaras, las asociaciones hoteleras, a toda aquella institución que tenga espíritu solidario a que nos dé una mano para concretar este sueño de hacer 15.000 panes», dijo.
Cuando se le consulta hasta cuándo elaborará los panes, Nicolás responde de la misma manera: «Todos me preguntan hasta cuándo voy a hacer todo esto. Para mí siempre es el último porque no sé si el año que viene voy a estar». Indica que el evento solidario tiene un motivo: agradecer a la ciudad que lo cobijó y donde formó su familia.
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