De Río Negro a Alemania, logró conquistar el mercado europeo, con alfajores

Seis años atrás, Juan Pablo Melchiori, de Villa Regina, probaba suerte en Núremberg. Lo que comenzó como "una producción propia" sedujo no solo al mercado alemán sino a Italia, España, Holanda, Austria y Suiza.

Seis años atrás, Juan Pablo Melchiori, oriundo de Villa Regina, llegaba a Núremberg, en Alemania, con solo un bolso en busca de un futuro mejor. Ni siquiera hablaba alemán. Hoy, se convirtió en el primer «alfajorero» de ese país y vende no solo a las ciudades de Alemania sino a Italia, Holanda, Francia, España, Austria y Suiza.

Antes de tomar la decisión de dejar el país, Juan vivía en Bahía Blanca donde había estudiado Seguridad e Higiene y luego, Contabilidad, carrera que no terminó. Trabajaba en el área de seguros de un banco hasta que finalmente cerró. Fue ahí cuando comenzó a barajar la idea de emigrar, poco antes de la pandemia por Covid-19. Gracias a su abuelo contaba con la ciudadanía alemana, una tía vivía en Núremberg desde hacía varios años y su hermana también se había establecido allí hacía poco tiempo donde trabaja como enfermera.

Patagonien, marca registrada en el mercado europeo. Foto: gentileza

En enero de 2019, tomó un vuelo dispuesto a enfrentar cualquier desafío. «Cuando me indemnizaron, pensé: no tengo hijos, no tengo novia. ¿Por qué no probar suerte en otro lugar? Vendí todo lo que tenía y simplemente, me fui«, contó a diario RÍO NEGRO.

El primer paso fue aprender el idioma para poder trabajar. Ingresó como ayudante de cocina en un restaurante.

Patagonien ofrece, por ahora, seis variedades de alfajores- Foto: gentileza

Empezó a producir alfajores casi de casualidad en 2020, porque toda su vida fue un fanático de esta golosina. «Viviendo en Argentina, a la noche me iba a algún kiosco o una estación de servicio y me compraba un alfajor para comer con un té viendo Netflix. Pero en Alemania no había nada de eso. Había mucho chocolate, bombones pero nada de alfajores«, comentó este hombre de 37 años.

En ese momento, eligió una receta en You Tube y produjo la primera tanda con la idea de tener «un stock privado de alfajores«. El resultado fue exitoso, pero poco a poco, los fue mejorando. De a poco, se animó a ofrecerlos entre familiares, amigos y compañeros de trabajo que aprobaban el producto.  

Juan Pablo adaptó los productos al paladar del alemán. Foto: gentileza

De la nada, empezaron los encargos hasta que Juan Pablo se dio cuenta de que el emprendimiento podía funcionar. «Un día le vendí a una colombiana que estaba radicada en Alemania. Subió fotos a su Instagram y le empezaron a preguntar a dónde los había conseguido. Así empezó el boca en boca. Me llamaron de un restaurante que quería ofrecer mis alfajores como postre y de un café, porque querían ofrecerlo como una variedad dulce«, afirmó. 

Los pedidos nunca pararon de crecer. Juan Pablo recalcó que, a diferencia de Argentina donde «uno define un emprendimiento, busca un lugar y arranca, en Alemania hay normativas muy estrictas en cuanto a la producción alimentaria. No es posible abrir un local sin el título de pastelero o panadero. Te cierran. Por eso, hice el curso de integración para aprender sobre las leyes, cultura y normas. Me tomaron un examen especial -porque no existían los alfajoreros- y puedo decir que me convertí en el primero de Alemania».

Participa constantemente en ferias. Foto: gentileza

En este tiempo, el repostero fue modificando el producto a fin de adaptarse al paladar del alemán que no es tan apasionado de «lo dulce», como el argentino. Entonces, empezó a emplear menor cantidad de azúcar para las masas y las tapas fueron algo más pequeñas. «Conseguir el dulce de leche fue complicado. En principio, tenía que pedirlo por internet y tardaba mucho en llegar. Así fue que empecé a ordenar mayores cantidades y en el último tiempo, entablé contacto con una fábrica de España que me envía pallets de 1000 kilos«, subrayó.

El resto de los ingredientes, en cambio, las pudo conseguir fácilmente en Alemania. «De hecho, encontré materias primas de buena calidad y gran variedad para la cobertura del chocolate que hacen una gran diferencia con el alfajor», reconoció. 

Juan Pablo tiene 37 años. Desde hace 6, vive en Alemania. Foto: gentileza

Hoy, por mes, elabora 2500 alfajores, de seis variedades, que forman parte de la marca Patagonien: «Busqué un nombre que fuera una mezcla de estos dos mundos: Alemania, donde estoy, y la Patagonia, de donde vengo». 

Los alfajores de nuez cubiertos con chocolate de leche encabezan el top de ventas, seguido por el «estilo Mar del Plata cubierto con cacao amargo» y el alfajor de maicena. En las ferias, ofrecen alfajores veganos (con dulce de frutilla) y conitos de dulce de leche. «Lo cierto es que, por el momento, no tengo muchas variedades porque mi producción es limitada al no tener un espacio propio. Estoy alquilando una panadería a donde produzco por las tardes, ya que por las mañanas, trabajan los panaderos», indicó. 

Su novia lo ayuda hoy con su emprendimiento. Foto: gentileza

Reconoció que no solo la elaboración demanda mucho trabajo sino el empaquetado, la venta y la distribución. Pero tanto Juan Pablo como su novia -que hoy lo ayuda- están abocados a la búsqueda de un local para abrir las puertas al público. De esta forma, podrían contratar personal.

Juan Pablo hoy mira hacia atrás y está más que conforme. «Me encanta lo que hago. Es lindo ofrecer algo como esto a los argentinos que están lejos de su casa. La gente lo valora mucho. Y los extranjeros también: se vuelven locos. Además, vivir en esta ciudad es un cuento de hadas, sentís que estás en una película», concluyó.

Participa constantemente en ferias. Foto: gentileza

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