De Las Grutas a Cumbuco, Brasil : conocé a Iván, que con el kitesurf vivirá medio año en cada playa, «lo soñé,mi trabajo me hace feliz»

Junto a un ex alumno que es de Bariloche inaugurarán un hostel donde les darán clases a los turistas del mundo. "La crisis del país me animó a viajar, y ahora voy por más" reconoció, esperanzado

Quedándose en las playas de Las Grutas gastaba lo mismo que yendo a cumplir su sueño. Y no lo pensó. Relajó el cuerpo, como cuando se orienta para recibir el viento a favor, y se dejó llevar. Aterrizó en Cumbuco, un pueblito de Brasil que es la meca del kitesurf, ese deporte que supo convertir en su medio de vida. Allí abrirá un hostel con un ex alumno (que ahora es su socio) y dará clases. Planea vivir seis meses en cada lugar, porque el verano grutense arranca al distenderse la actividad carioca. Está feliz. A sus 42 años siente lo mismo que a los 27. Esa vez se quedó sin trabajo, y decidió monetizar su pasión. Hoy la crisis económica será su impulso. «Quiero ir por más. Este momento difícil me animará a seguir» se esperanzó.


Iván Carpintero es alto y desgarbado. Sus piernas y brazos larguísimos lo preceden, bamboleándose debajo de ropa gigante, que flamea tanto como su kite. Tiene la piel teñida por un sol qué, al internarse aguas adentro, más que dorar,sopletea‘.Se nota que el mar es lo suyo. Lejos de las olas se lo percibe fuera de lugar . Aunque esa sensación dura poco, porque al hablar es resuelto, de gestos decididos. Esa firmeza contrasta con sus rastas rubias, que emergen caóticas como tentáculos… pero son efímeras. «Me las voy a cortar» aseguró. «El pelo me pesa en el agua- confesó, entre risas.-Y capaz que cortándomelo refuerzo eso de una nueva etapa».

Cumbuco, a pleno. El pueblo está en la zona norte de Brasil, y hoy es meca del kitesurf

«Cuándo a los 20 trabajaba en Alpat (Álcalis de la Patagonia, la empresa de San Antonio que produce carbonato de sodio) y me echaron, tenía un estilo muy formal. Después me dedique al deporte y me dí el gusto de hacerme rastas. Ahora que estoy llevando mis proyectos a Brasil, es buen momento para volver a cambiar» dijo.

Iván haciendo kitesurf. «Hoy estoy logrando lo que tanto soñé»

El hombre habla desde el norte de ese país, en el que aterrizó el último sábado. Está en Cumbuco, un pueblo de pescadores que queda a 30 km de Fortaleza. Allí hacen 28° y se pudo calzar las musculosas que había archivado. Tiene los pies enterrados en arena blanca y cuenta los avances del hostel que está a punto de abrir. Lo hará con su socio, Marcelo Pángaro, un barilochense de 57 años que es técnico en refrigeración, pero pateó el tablero, y apostó a una vida más relajada. El kitesurf lo acercó a Iván y juntos gestaron esta propuesta.

Un paisaje sereno, que eligen los que aman los deportes acuáticos


«Alquilamos una casa a dos cuadras de la playa. Acá, salvo la temporada de lluvias que dura cuatro meses, el clima es ideal para hacer kite, porque el viento es parejo y sopla hacia la costa. De enero a mayo es la época menos favorable, pero después arranca la temporada y viene gente de todo el mundo. Encontrás europeos, japoneses…y hay una colonia de argentinos, que ya están afincados en el pueblo» contó. «Si todo va bien podría combinar la época de trabajo de este lugar con la de Las Grutas. Volvería a Río Negro en el verano, y pasaría el resto del año acá» se ilusionó.

El hostel «Costa Sur, House & Kite School» será inaugurado en unos días


El paisaje que lo envuelve le sienta de maravilla. Hay muchas coincidencias con el que dejó atrás, al menos en sus dinámicas. «El centro es de cuatro cuadras, y tiene pocos pobladores. Pero a partir de junio explota de gente. Es un turismo calmo, que se acuesta temprano y al amanecer se levanta y vuelve a meterse al agua» relató.


El viento fue el culpable de que los fanáticos del ‘kite’ coparan esa playa, que hoy es una de las mecas de la disciplina. La práctica combina una tabla y un cometa, que se infla a puro aire y permite dar saltos de vértigo, sobre un mar que se vuelve un escenario vibrante.

Amigos y alumnos, en Brasil. De pie, Iván, y junto a él de anteojos y remera verde grisácea su socio, Marcelo Pángaro


«Imagináte como será de generoso este vientito que acá los pescadores salen a pescar en ‘jangadas’, que son balsas a vela, sin motor. Buscan róbalos, carunas, langostas…Pero la cosa es que no hay vientos traicioneros, que los arrastren aguas adentro» compartió, asombrado.


Bastó con que un ‘fan’ de los deportes a vela se diera cuenta de eso para correr la voz. Hoy el destino es un fenómeno turístico que crece. «Estuvo en el Libro Guinness de los récords, por la cantidad de gente que practicó kitesurf a la vez. Hubo cerca de 1000 personas navegando en simultáneo» se entusiasmó.

Cumbuco es un destino que crece. La temporada arranca en junio


Lo que lo fascina de esa actividad es la adrenalina. «Por eso llegué al kite. Aprendí en Viedma. Fue en una época dónde buscaba una vida distinta, mayor disfrute y contacto con la naturaleza. Trabajaba de lunes a viernes y los ‘findes’ salía con amigos, pero no aprovechaba la playa en la que nací. Y así empecé» recordó.


Perder el trabajo lo sacó de su zona de confort, y lo animó a emprender. «En San Antonio y en Las Grutas ya había turismo, pero no se ofrecían deportes acuáticos, ni para el que venía de vacaciones ni para los residentes. Por eso ofrecí clases, y la gente empezó a llegar«.

El centro del lugar tiene cuatro cuadras. En temporada alta el turismo internacional manda


Antes del despido empezó a ahorrar, pero para montar un laboratorio de prótesis dentales. «Me recibí de técnico, pero nunca ejercí. Y cuándo ‘me fueron el kitesuf ya era lo mío, así que ni se me cruzó por la cabeza hacer prótesis-aseguró, riendo. Su plan fue «vender el auto que tenía, y comprar un jeep. El resto lo invertí en equipos para la práctica. Así arranqué«.

La playa es serena, ideal para la práctica de kitesurf


A poco de andar inauguró una escuela, que funcionó al aire libre en La Mar Grande, uno de los balnearios de San Antonio. Se llama Costa Sur Kite. Ahora se trasladó a Punta Verde, otra playa sanantoniense donde está montando un parador, que espera poder terminar para la próxima temporada. El hostel de Cumbuco, Brasil, se llamará también ‘Costa Sur’, pero con la adición de «House & Kite School».


«En los inicios no fue fácil sostener la propuesta. Tuve que hacer ‘changas’ y otros trabajitos de reparación, pintura y de lo que viniera, pero se logró. Mirar atrás es satisfactorio. Porque crecí viendo esos programas en los que te mostraban gente que vivía de hacer deportes extremos, en lugares únicos. Y hoy estoy logrando eso que tanto soñé» se emocionó.

Iván, junto a una alumna. La foto es en Las Grutas. Planea pasar medio año en Brasil y el resto en Río Negro


En San Antonio está su raíz, y sus afectos más cercanos. «Ahí nací, me crié y tengo a mis viejos y a mis dos hermanos. Yo soy el del medio» enumeró. Reconoció que también es el más andariego, porque, según él «moverme me hace feliz». Por ahora esos viajes los vive en soledad, o con amigos. «Pero no me cierro al amor. Yo dejo que la vida me sorprenda, como cuándo el viento sopla a favor«.

Mientras tanto cuenta los días para inaugurar el hostel. «Lo abriremos ni bien arranque junio. Estamos ansiosos, pero con mucha ilusión» aseguró, feliz.


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