De las Cruzadas al Alto Valle: recuerdos de Hugo Rimmele, «el alemán de Cipolletti»

Terminada la I Guerra Mundial, Hugo Rimmele emigró de Alemania porque temía que los conflictos bélicos continuaran. Su pasado familiar en la Edad Media y su historia en el Valle, en esta nota publicada originalmente en el suplemento Rural, el 4 de octubre de 2003.

Érase una vez la Edad Media…
Entre 1189 y 1192 se realizaron las terceras Cruzadas de la Cristiandad Occidental para expulsar a los musulmanes de los Santos Lugares. Fueron organizadas por Gregorio VIII y dirigidas por Federico I Barbarroja de Alemania, Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y Felipe II de Francia.


El gesto de Barbarroja fue apoyado por muchos de sus vasallos que integraron su ejército y esperaron la bendición del Papa y su recompensa, por supuesto. Uno de los vasallos, de apellido Rimmele, logró sobrevivir a aquellas brutales batallas y, a su regreso, fue recompensado por el monarca alemán con 60 hectáreas de tierra, además de ser declarado caballero. El campo estaba cerca de la aldea de Hülhen, región de la Suabia al sur.


Pasaron los siglos y aquella chacra siguió en manos de la familia Rimmele. Por medio del mayorazgo, el mayor de los hermanos iba heredando la propiedad. Y fue en ese campo de Hülhen, en las márgenes de lago Constanza, donde nació Hugo, el 10 de octubre de 1899.


Aquella chacra contaba con plantaciones de manzanas, peras y frutos de carozo, además de ganado. Allí pasó Hugo su infancia y adolescencia y completó sus estudios en un colegio técnico-industrial, donde adquirió conocimientos en carpintería, mecánica y electricidad.


En 1917, fue convocado por el ejército alemán. Eran los años finales de la Primera Guerra Mundial. Con apenas 18 estuvo a punto de ir a la guerra, pero cayó enfermo y se salvó. En marzo de 1919 le dieron la baja con el conflicto bélico ya terminado.


Tras la guerra, comenzó a pensar en dejar Alemania. Creía que no iba a ser el último gran conflicto que sufriría Europa. El tiempo le daría la razón. Junto con su hermano Josef y un íntimo amigo de ambos, Hugo inició los trámites para viajar a la Argentina. A mediados de 1919 partieron desde el puerto de Hamburgo. Al llegar al país, Hugo se separó de su hermano, quien eligió seguir hacia el Brasil. Junto con su amigo se alojaron en el Hotel de los Inmigrantes de Buenos Aires.


No pasó demasiado tiempo hasta que fue contratado por un estanciero con propiedades en cercanías de Puelén, La Pampa. El establecimiento agrícola se llamaba La Copelina. Acostumbrado a otra geografía rural, Hugo sintió que no tenía futuro en tan inhóspitas tierras. Enterado de la existencia de mejores campos al sur del río Colorado, decidió emigrar hacia el Alto Valle. A fines de 1919 emprendió el viaje de 300 kilómetros con dos caballos.


El periplo culminó en el paraje Estación Ferri, donde consiguió trabajo en el establecimiento La Alianza, propiedad de Casterax. En 1920 conoció a Arturo Braun, también alemán, quien trabajaba como administrador del establecimiento Peuser (donde hoy se ubica la Facultad de Ciencias de la Educación de Cipolletti).


Hugo fue contratado para trabajar en el mantenimiento de todas las instalaciones: usina eléctrica, pabellones de crianza de aves y secaderos, además de tareas de carpintería. Estando en Peuser conoció a otro alemán, Bernardo Herzig, propietario del establecimiento La Falda, quien lo convocó para que fuera capataz general de sus chacras. Con el tiempo, Hugo Rimmele y Bernardo Herzig serán grandes amigos.


Hacia 1925, comenzó a trabajar con tractores con motor a vapor y, en 1927, obtuvo el título oficial de Conductor de Motores a Vapor para Agricultura. En esos años, Hugo compró un cuarto de superficie de manzana en la esquina de las actuales 9 de Julio y Belgrano, que luego vendería a Aloysio, su hermano venido de Alemania.


Con el dinero de la venta, más un crédito del Banco Hipotecario, compró 14 hectáreas de tierra -vecina del establecimiento La Falda- que desmontó y emparejó para transformarlas en chacra-granja y desarrollar el cultivo de viñas, manzanos, perales, membrillos, olivos y forrajes varios para alimentar a sus vacas lecheras y caballos. Hugo tenía por entonces 28 años.


Entre 1925 y 1927, comenzó la explotación rural en la colonia Villa Regina. Allí se encargó, por intermedio de la Compañía Italo-Argentina de colonización, de la entrega de cortadoras de alfalfa, sembradoras y enfardadoras.


En los años de ’30 fue el mecánico de las máquinas a vapor del establecimiento de Benigno y Rogelio Segovia, de Colonia La Picasa, hoy Cinco Saltos. También reparó las calderas de tubos acuotubulares que calentaban el agua para producir el movimiento de los émbolos de las máquinas para la elaboración de vinos y aceites comestibles. Esto entusiasmó a Hugo y decidió plantar dos hectáreas de olivos.


Hacia 1932, contrajo matrimonio con una joven italiana de 19 años llamada Celinda Sagripanti. Él tenía 33. De la unión nacieron tres hijos: Hugo, Nelly Celinda y Antonio Juan.


Hugo tuvo una intensa participación en numerosas instituciones valletanas. En 1933 se asoció a la cooperativa vitivinícola, industrias anexas y producción “Cipoleño”, fundada un año antes. En 1955 integró la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén. También participó en la fundación de Corpofrut.


En 1948 adquirió ocho hectáreas en la zona de San José, sólo para producir alfalfa para alimentar a sus animales y, en 1950, amplió sus propiedades comprando en un remate 24 hectáreas de tierra de monte, del campo Pocasensky, en la zona “del treinta”.


Hugo siguió ligado a la producción y el cooperativismo por siempre. Falleció en 1984, a los 84 años, pero la memoria no deja escapar de sus distritos a Hugo, “El Alemán”, cruzando las calles del primer Cipolletti en su camioncito Ford T.


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