De día es médica en Neuquén y de tarde rompe récords saltando en paracaídas
Aurora Coconi se destaca como una de los 150 seleccionados para batir el récord sudamericano.
Aurora se acomoda el traje, estira las mangas y ajusta las correas. Se calza el casco y mueve la cabeza para asegurarse de que este firme. Después revisa el altímetro en su muñeca. Todo tiene que estar en su lugar. Se pasa la mano por el arnés del paracaídas y siente la tiras en los hombros y la espalda. A su alrededor, sus compañeros hacen lo mismo. Llega el momento y casi sin pensarlo respira hondo, se mira con los demás y como si fuera costumbre saltan todos en el mismo momento de un avión a 3.000 metros de altura. Automáticamente, siente «liberación absoluta».
Aurora Coconi es médica clínica en el hospital Castro Rendón. Se podría decir que su vida laboral y su pasión deportiva nacieron casi de manera sincrónica. Hoy su día transcurre entre el centro de salud y los aires de Neuquén, donde pasa solo 40 segundos después de tirarse en paracaídas de un avión, pero que sin dudas, son los segundos más lindos del mundo.
Su trayectoria se remonta años atrás. «Yo estaba haciendo la residencia en el 2008 cuando quise hacer un salto de bautismo», cuenta. Aurora nunca fue de los deportes extremos, «para nada», dice. Sin embargo, unos videos despertaron su curiosidad.
«Busqué si había algún lugar donde pudiera hacer un salto y me contactaron con la gente del Club de Paracaidismo y Rescate del Neuquén», relata. Allí le dijeron que no hacían saltos de bautismo pero que estaban por empezar un curso de paracaidismo deportivo. Casi sin pensarlo se sumó al equipo.

La teoría fue la primera parte y la práctica la segunda que llegó con un plus: la primera vez que Aurora saltó en paracaídas lo hizo sin instructor. “Acá en Argentina, cuando hacés el curso de paracaidismo, desde el primer salto salís solo. No hay tándem», explica.
La joven médica aseguró que ese día «estaba re entusiasmada» y no lo pensó mucho. Sus días transitaban en el hospital y quería algo que la saque de la rutina. «Necesitaba algo emocionante, algo que me sacudiera un poco. Y me funcionó», expresa. «Hasta el día de hoy, el paracaidismo es mi cable a tierra».
El paracaidismo no es solo arrojarse al vacío: hay distintas disciplinas. Aurora se especializó en el trabajo relativo y las grandes formaciones. “Se trata de hacer figuras en el aire con la mayor cantidad de gente posible», explica.
Para eso se necesitan aviones más grandes, porque el avión del club es para cuatro paracaidistas. Por esto, cuando pueden, ella y sus compañeros entrenan en otros lugares con más capacidad”.
Para perfeccionar la técnica, los paracaidistas practican sus figuras en el suelo. A veces entrenan en túneles de viento, unos simuladores que replican la sensación de caída libre. También participan en encuentros nacionales e internacionales para mejorar su desempeño.

La caída libre depende de la altura a la que uno esté. En Argentina generalmente se salta a 3000 metros de altura. Son 45 o 47 segundos de caída libre. «En ese tiempo uno trata de hacer todas las figuras posibles», explica. Cada vez que uno cambia de posición es un punto.
El equipo es clave. Los paracaidistas utilizan trajes especiales con botas integradas que permiten caer con más velocidad. «En el caso de hacer formaciones tenemos unos rollitos de tela, como una almohadilla, para agarrarnos entre nosotros», describe.
En la espalda cargan con el paracaídas principal y con uno de reserva, que cuenta con abridor automático y el casco. No solo por la seguridad que ofrecen a la cabeza, sino porque muchos guardan allí un altímetro».
«El altímetro puede ser digital, audible o analógico», detalla Aurora. «Es como un reloj que llevamos en la mano izquierda que nos marca la altitud, porque de acuerdo a eso nosotros sabemos cuándo tenemos que abrir el paracaídas, cuándo alejarnos y acercarnos de nuestros compañeros», cuenta acerca del digital o analógico.
El audible va en el casco y es una alarma sonora que configuran los paracaidistas en un determinado tiempo para que suene y así saber que es el momento de abrir el paracaídas. «Cuando escuchamos el primer pitido, nos alejamos. Después con el segundo sabemos que estamos en altura de apertura y el tercero cuando ya tiene que estar abierto», relata. «Te taladra la cabeza», dice riendo.

Saltando desde 3000 metros, Aurora disfruta de aproximadamente 45 segundos de caída libre antes de abrir su paracaídas. Es un instante breve, pero que lo vive intensamente. “Es muy difícil de explicar lo que se siente. Es una sensación de liberación absoluta. En ese momento, no pienso en nada más. Solo estoy yo volando”, describe.
A pesar de su experiencia, reconoce que siempre hay un poco de nervios antes de cada salto. “Todos los paracaidistas dicen lo mismo: el día que no sientas nada de miedo, es mejor que dejes de saltar», parafrasea.
Para Aurora siempre hay un poco de adrenalina en el estómago cuando va a salir del avión. Para ella, es esa la sensación que los motiva a seguir saltando.
Desde que comenzó, Aurora hizo paracaidismo en Argentina, Uruguay y otros países. “En Punta del Este aterrizamos en la playa, con la gente alrededor», recuerda. «En Estados Unidos los centros de salto son enormes, con aviones que salen constantemente y te empachás de saltar».
Uno de los saltos inolvidables para la médica fue cuando rompieron el récord nacional en 2013. «Saltamos 70 paracaidistas desde un avión Hércules. Fue hermoso». Esa vez lo realizaron en Colonia del Sacramento porque no habían conseguido un avión tan grande en Argentina.
En esa oportunidad, además de romper el récord nacional, ella junto a una compañera rompieron el récord femenino nacional.
En el 2023 intentaron romper nuevamente el récord en Córdoba. «No superamos la marca, pero poder saltar en suelo argentino con gente de nuestra Fuerza Aérea desde un avión argentino fue increíble», describió.

En 2025 Aurora Coconi se destaca como una de las 150 personas paracaidistas de entre 300 aproximadamente que fueron seleccionadas de 6 países para romper el récord sudamericano. El evento se realizará en EEUU por logística. Es que es un salto desde 5 aviones volando en formación.
“Estoy muy emocionada y con mucha ansiedad», revela. Asegura que desde que quedó seleccionada junto a sus compañeros comenzaron a prepararse físicamente y mentalmente «viendo muchos videos y repasando las figuras en la mente».
Entre la medicina y el paracaidismo, Aurora encontró el equilibrio perfecto y hoy ni el cielo es el límite.
Aurora se acomoda el traje, estira las mangas y ajusta las correas. Se calza el casco y mueve la cabeza para asegurarse de que este firme. Después revisa el altímetro en su muñeca. Todo tiene que estar en su lugar. Se pasa la mano por el arnés del paracaídas y siente la tiras en los hombros y la espalda. A su alrededor, sus compañeros hacen lo mismo. Llega el momento y casi sin pensarlo respira hondo, se mira con los demás y como si fuera costumbre saltan todos en el mismo momento de un avión a 3.000 metros de altura. Automáticamente, siente "liberación absoluta".
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