Crece la demanda en comedores y merenderos de Cipolletti
La inflación golpea a los sectores más vulnerables. Diferentes comedores y merenderos de Cipolletti asisten a alrededor de 450 familias de los barrios más desamparados.
El incremento en los precios de la canasta familiar, las tarifas de los servicios y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de las familias sumado a la falta de oportunidades laborales ha provocado que alrededor de 450 familias de Cipolletti concurran a comedores y merenderos comunitarios.
En los últimos meses se ha visto que los vecinos no alcanzan a satisfacer las necesidades básicas como es el derecho a la alimentación, esto generó un aumento de la demanda de comedores que se organizan para brindar asistencia sobre sus territorios. En Cipolletti los barrios más necesitados de ayuda son Bella Vista, Costa Norte, Puente 83, La Alameda, 2 y 10 de febrero.
Maximiliano Aguer del Merendero Bella Vista dijo «nosotros estamos en una zona donde no hay agua, entonces trabajamos cuando los camiones municipales de agua nos pueden asistir. Dependemos mucho de ellos. Al merendero asisten 40 chicos, entregamos merienda, a veces yogurt, arroz con leche, pastelitos, rosquitas, lo que podemos hacer. Como no tenemos un espacio físico, entregamos la vianda para que puedan disfrutarla en sus casas».
El merendero funciona desde julio del año 2020. «La iniciativa surgió durante la pandemia, cuando nadie podía salir a trabajar. En un principio nos ayudaban con harina y leche así comenzamos», dijo Aguer.
Rayito de Sol, otro de los merenderos que funciona en Costa Norte, manifestó que entregan 100 viandas por día. Una de sus colaboradoras, Belén Bautista dijo que «el merendero funciona por esfuerzo y donaciones de la gente. Diariamente preparamos almuerzo y merienda y las repartimos entre las familias. Actualmente vemos que hay gente que va de zonas más alejadas, otros barrios a buscar la comida».
En el 2 de Febrero Solidario se entregan 170 viandas todos los días. El próximo 17 de mayo cumple siete años en funcionamiento. La referente del comedor, Pamela David dijo que «de lunes a viernes preparamos almuerzo y tres veces a la semana también hacemos la merienda. A nosotros nos colabora con mercadería Desarrollo Humano de la municipalidad y Acción Social, también recibimos donaciones de iglesias que nos ayudan. Tratamos de realizar un trabajo articulado con otras instituciones para acompañar de mejor manera a las familias».
En Patria al Hombro de barrio La Alameda cocinan 100 porciones diarias. La creadora del comedor, Mónica Canio dijo «estamos por cumplir seis años. No pertenecemos a ninguna agrupación. Somos una familia dispuesta a ayudar y dependemos de las colaboraciones». No solo dan alimento, sino que también funciona como ropero comunitario y un lugar donde los niños pueden hacer talleres. Como los otros comedores tampoco tienen un espacio físico que puedan usar, pero si está el proyecto de hacer uno. «Comenzamos haciendo cine para los niños, les preparaba pochoclos, chocolatada y con el tiempo la demanda se fue incrementando, así comenzamos a cocinar cuando podíamos. Nos ha pasado que no podemos entregar viandas porque nos quedamos sin gas», dijo Canio.
Una Caricia al Alma también está en barrio La Alameda desde hace un año y medio. Una de sus colaboradoras, Mar Moya dijo que «lo que hacemos es por nuestro esfuerzo y las donaciones de la gente. Cuando arrancamos eran 17 niños ahora tenemos 35 que buscan la merienda. Vienen chicos de otros barrios también». Allí realizan actividades con los niños y entregan la merienda para que puedan compartirla en casa.
Los roperos comunitarios también ayudan para afrontar la crisis. El Roperito Niños Felices asiste a 40 chicos, cuando pueden también dan merienda. Su referente, Yanina Contreras dijo que «la iniciativa surgió justamente cuando vimos la necesidad de los padres que no podían salir a trabajar durante la pandemia, tampoco tenían recursos para cubrir sus necesidades. Entonces, a través de las redes sociales empezamos a juntar ropa y abrigo para ayudarlos. Hace dos años trabajamos ayudando a las familias, la demanda es continua, pero se siente más cuando la inflación bombardea a los sectores más vulnerables».
La labor que realizan los merenderos, comedores y roperos comunitarios dan cuenta de los efectos de la crisis económica que atraviesan las familias cipoleñas. El agravamiento de las condiciones sociales ha impactado en la vida de cientos de familias que acuden en busca de un plato de comida o una taza de leche. La demanda se multiplica diariamente y estos espacios surgen para brindar asistencia con esfuerzo y dedicación, las postales se repiten en los diferentes barrios.
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