Con modelos de simulación advierten más incendios forestales en la Patagonia Norte
Se esperan siniestros mucho más severos en la zona respecto de otros lugares del mundo. Investigadores indican que el grave escenario podría duplicar los casos hacia 2050.
La predicción de incendios forestales para el norte de la Patagonia no es auspiciosa. Los modelos de simulación advierten sobre un incremento de siniestros. Y mucho más severos que en otros lugares del mundo.
Un informe de investigadores del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, postula dos posibles escenarios para mediados y fines del siglo XXI.
Por un lado, se espera una duplicación y triplicación en la probabilidad de incendios en la región hacia el año 2050. «Hoy tenemos incendios muy grandes cada 10 años: en 23 años tuvimos tres casos muy graves. Hacia 2050, se duplicaría la probabilidad de incendios y a fines de siglo XXI, la cosa se pone peor. El escenario menos optimista habla de una cuadruplicación y más adelante, ese número se multiplica por 7 u 8, con incendios graves cada dos años», alertó el investigador del Conicet, Thomas Kitzberger.
En los últimos años, se abocó a reconstruir los incendios del pasado, la capacidad de respuesta de los ecosistemas a esos incendios y la restauración «post fuego». El trabajo fue estrictamente retrospectivo.
A Kitzberger le quedaba pendiente conocer «las proyecciones futuras del régimen de incendios, la magnitud y los impactos sobre los ecosistemas». Durante la pandemia que impidió salir a terreno, se abocó a recabar datos de los últimos años y realizar predicciones con modelos de inteligencia artificial.
No solo se evaluó la ocurrencia de incendios -y la localización- sino que se tomaron variables, como la vegetación, la topografía y la meteorología.
«Compilamos 23 años de ocurrencia de incendios en la región captados por satélites. Modis es un sensor que pasa todos los días por encima nuestro, capta la banda térmica y permite mapear dónde ocurren los incendios en cada momento», especificó.
¿Por qué se estableció una ventana temporal de 23 años? Por la posibilidad que aportaba ese satélite. «Más atrás en el tiempo, había otros, pero no tenían la misma calidad», aclaró Kirzberger y continuó: «Una vez que entrenamos y evaluamos ese modelo, determinamos que la capacidad predictiva fue razonable. El paso siguiente fue tomar las condiciones esperables para el futuro».
Explicó que, a nivel científico mundial, hay alrededor de 20 laboratorios que desarrollan modelos de cambio climático que permiten predecir las condiciones meteorológicas de acá al 2100 en cada lugar del planeta.
El equipo barilochense sacó entonces un promedio de todos los modelos: «Al menos, en lo que respecta a la temperatura, los modelos son coherentes en las predicciones. Delimitamos nuestra área de estudio para el norte de la Patagonia y descargamos la predicción de estos 20 modelos para mediados del siglo XXI -2050- y fines de siglo -2100-«, señaló este docente de la cátedra Ecología de la Universidad Nacional del Comahue.
Los modelos también postulan cuatro escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero diferentes que dependen de las medidas que se tomen. «Un escenario optimista es la reducción de las emisiones; en uno intermedio, las emisiones siguen subiendo pero se estabilizan a mediados del siglo XXI; un escenario de aumento de emisiones y finalmente, uno más pesimista en el que no hay ninguna medida de mitigación», especificó.
Para la región patagónica, se plantean dos escenarios: el más optimista pronostica un aumento de 2 grados de la temperatura máxima en verano para el año 2100; el más pesimista predice 4,5 grados de aumento. En relación a las precipitaciones, el mejor panorama advierte sobre una disminución del 10% de las precipitaciones en primavera y verano; el peor plantea una baja del 20%.
«Lo que queríamos hacer es proyectar nuestro modelo hacia posibles condiciones futuras. De la simulación, se obtienen resultados. Sabíamos que el modelo iba a proyectar aumentos porque ya lo estamos viendo, pero no con estas magnitudes», reconoció Kitzberger.
Los ganadores y los perdedores en el bosque
A diferencia de otros lugares del mundo, las condiciones futuras en Patagonia Norte se conjugan para la ocurrencia de muchos más incendios. Y más severos.
«Esto se debe a un aumento de la temperatura que se combina con la disminución de precipitaciones, cosa que no ocurre en todos los lugares del mundo. En el norte de Argentina, por ejemplo, se espera un aumento de temperatura, pero también de precipitaciones«, expresó.
Si bien el sistema climático se reacomoda y llueve donde antes no llovía, aclaró que en Patagonia Norte habrá menos ingreso de humedad desde el Pacífico en invierno. Esa condición impactará directamente en el estado de los combustibles que estarán más secos.
El trabajo también abordó las posibles respuestas de los ecosistemas a las nuevas probabilidades de incendios. «Los grandes perdedores de este cambio son los bosques; los ganadores, los matorrales. El incremento en la frecuencia de incendios va en detrimento de los bosques ya que los cohiues, lengas, cipres y alerces no son especies rebrotantes sino que se dispersan por semilla», aclaró.
Los arbustos, matorrales y cañas colihues, en cambio, logran sobrevivir al fuego a través de las raíces. «En relación a los distintos tipos de bosques, el que más pierde es la lenga porque tiene cortezas delgadas (que son aislantes térmicos). Cuando pasa un fuego por el bosque, produce gran mortalidad de árboles y menos semilleros quedan. No es tan así con el ciprés y los coihues que tienen resilencia al fuego», puntualizó.
Respecto a la gravedad que manifiesta el informe, Kitzberger consideró que el objetivo es alertar y concientizar. «El objetivo general es que la sociedad tome conciencia respecto de los cambios que ya están acá y que se van a incrementar. Pero además, que los gobiernos tomen medidas acordes con estos nuevos escenarios», concluyó.
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