Cómo buscan salvar al abejorro más grande del mundo

Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue hacen experimentos con abejorros exóticos que ponen en jaque a la especie nativa.

Un laboratorio único se ha convertido en el epicentro de un ambicioso proyecto científico en la Patagonia norte. Pertenece al Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, y allí se están llevando a cabo experimentos para salvar al mangangá, un abejorro nativo que se encuentra amenazada por la invasión de ejemplares de especies exóticas.

El proyecto cuenta con el respaldo de la Universidad Nacional del Comahue, el Conicet y el financiamiento de National Geographic. Tiene como objetivo último restaurar las poblaciones del mangangá, cuya población ha disminuido drásticamente en la Patagonia argentina.

El laboratorio posee dos salas diseñadas para controlar variables como la temperatura y la humedad. Estas condiciones permiten realizar estudios sobre polinización, comportamiento, fisiología y enfermedades de los abejorros.

Marina Arbetman, investigadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Comahue, explicó a Diario RIO NEGRO que el trabajo inicial se centra en dominar las técnicas de cría en cautiverio y para eso usan especies exóticas, ya que representan un menor riesgo en caso de fallos.

«El abejorro nativo está en peligro de extinción. Queremos aprender todo lo que podamos antes y solo correr riesgos con la especie exótica», afirmó Arbetman.

Un laboratorio en Bariloche tiene salas con condiciones controladas para estudiar a los abejorros/Alfredo Leiva

El desafío de criar abejorros en cautiverio

El proceso de cría en laboratorio presenta múltiples desafíos. Según detalló Arbetman, los abejorros son insectos sociales cuya reproducción sigue un ciclo natural complejo. La fecundación ocurre entre marzo y abril, tras lo cual las reinas pasan el invierno bajo tierra. En primavera, emergen de la hibernación y buscan un lugar adecuado para poner sus huevos. Replicar esas condiciones en un entorno controlado requiere un conocimiento profundo de las necesidades biológicas de los insectos.

Josefina Lohrmann, becaria del Conicet y responsable de la cría en el laboratorio, explicó que el equipo está experimentando con diferentes condiciones para entender cómo alimentar a las larvas, dónde prefieren poner huevos y cuánta cantidad de néctar necesitan.

«Sabemos que muchas cosas pueden salir mal y algunas colonias se van a morir», reconoció Lohrmann, y subrayó que todo forma parte de un proceso de aprendizaje que es esencial para garantizar el éxito futuro con el abejorro nativo.

El impacto de las especies exóticas en la Patagonia

El proyecto también busca abordar el impacto de las especies exóticas en los ecosistemas locales. Una de las especies exóticas utilizadas en el laboratorio ya se emplea comercialmente para polinizar cultivos como arándanos y tomates en invernaderos, pero ha contribuido a la declinación del abejorro nativo. La otra especie, aunque no se comercializa, ha invadido la Patagonia y comparte características de cría similares al mangangá.

Los investigadores están explorando métodos para controolar a las especies invasoras. Una de las estrategias incluye la síntesis de feromonas artificiales que podrían funcionar como trampas específicas para los abejorros exóticos. Sin embargo, Arbetman advirtió que esas trampas podrían atraer también a los abejorros nativos, por lo que el equipo trabaja en desarrollar compuestos que sean selectivos.

Los investigadores cuentan con el financiamiento de National Geographic/Alfredo Leiva

Además, se están realizando pruebas con plaguicidas para evaluar la tolerancia de los abejorros a productos químicos utilizados en la agricultura. «Queremos determinar si los pesticidas que se usan comercialmente son seguros para los abejorros, ya que las pruebas de toxicidad suelen realizarse con abejas melíferas, que tienen una resistencia diferente», explicó.

La historia de la declinación del mangangá

El declive del abejorro mangangá comenzó en el año 2000, cuando miles de abejorros europeos fueron introducidos en Chile para mejorar la polinización de cultivos. Pero se expandieron por la Patagonia argentina y afectaron tanto a las plantas nativas como al mangangá.

Aunque la especie nativa aún sobrevive, su población ha disminuido considerablemente, especialmente en nuestro país: solo se encuentra en las zonas más húmedas de la Patagonia. En contraste, en Chile, el mangangá sigue siendo más común.

Arbetman destacó que el mangangá tiene una lengua larga que le permite acceder al néctar de flores profundas. En cambio, los abejorros exóticos, con lenguas más cortas, perforan las flores para extraer el néctar sin polinizarlas.

Este comportamiento no solo afecta a las plantas nativas, sino también a los cultivos que se pretendía beneficiar con la introducción de esas especies. Un estudio realizado por Agustín Saez, del Grupo de Ecología de la Polinización (EcoPol) del Inibioma, demostró que los abejorros exóticos pueden dañar cultivos como las frambuesas al visitar repetidamente las flores hasta romperlas.

Un laboratorio único en la región

El laboratorio de cría en Bariloche costó aproximadamente 100.000 dólares y ocupa 65 metros cuadrados. Es el único en la Patagonia dedicado exclusivamente a la investigación de abejorros. Según destacó Arbetman, este proyecto no solo busca preservar la biodiversidad, sino también demostrar que la conservación de la naturaleza puede tener beneficios directos para la productividad agrícola y la sostenibilidad a largo plazo.

«Al conservar la naturaleza, y en particular a los abejorros y su ecosistema, se puede mejorar la productividad de los cultivos y obtener alimentos más saludables desde el punto de vista nutricional», concluyó.

Las especies exóticas introducidas afectaron al mangangá al competir por recursos/Conicet

Ciencia ciudadana para la conservación

En paralelo a los experimentos en laboratorio, el grupo EcoPol lidera un proyecto de ciencia ciudadana llamado «Vi un abejorro». Esa iniciativa invita a la comunidad a enviar fotografías de abejorros junto con información sobre la fecha, el lugar de la observación y, si es posible, la especie de planta que visitaban.

El objetivo es crear un mapa actualizado de la distribución de los abejorros en Argentina, identificar las áreas afectadas por la invasión de especies exóticas y colaborar con las autoridades en el diseño de planes de conservación.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha clasificado al mangangá como una especie en peligro de extinción, y ha señalado a la invasión de abejorros europeos como la principal amenaza.

El mangangá tiene un cuerpo peludo de color naranja fluorescente y negro. Es un símbolo de los ecosistemas patagónicos. Sin embargo, su presencia se ha reducido drásticamente, y ya no se lo encuentra en provincias como Mendoza y Neuquén, donde solía habitar.


Un laboratorio único se ha convertido en el epicentro de un ambicioso proyecto científico en la Patagonia norte. Pertenece al Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, y allí se están llevando a cabo experimentos para salvar al mangangá, un abejorro nativo que se encuentra amenazada por la invasión de ejemplares de especies exóticas.

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