Casas que rompieron moldes en la historia de Neuquén: conocé este cilindro metálico
Teodoro Müller proponía construcciones “no convencionales”. Esa vivienda quedó a medio construir, pero dejó su marca en otras que aún están en pie.
Para su tiempo, fue un visionario. Impuso desde su profesión, la arquitectura, un estilo de construcciones novedosas. Se llamaba Teodoro Müller y fue todo un innovador.
Müller fue quien construyó las casas montura del barrio Sapere, cuando en 1958, una gran inundación por la crecida del río Limay obligó al municipio a trasladar a los vecinos de la zona sur de la ciudad de Neuquén hacia la meseta. Fue el profesional quien se puso a disposición y construyó esas viviendas para que esas familias tuvieran un lugar donde sobrellevar la tragedia y lo hizo de manera gratuita. Una de ellas aún sigue en pie y habitada.
Pero en estos días se descubrió entre los archivos históricos de los memoriosos neuquinos, una foto de una construcción que realizó este arquitecto que es poco conocida. Fue conocida en su momento, por allá por los años 50 como la “máquina de flit”, ese cilindro metálico con una bomba de aire manual que se utilizaba para tirar insecticida. Le pusieron ese nombre por la forma que tenía. También hay quienes la recuerdan como la “casa chorizo”.
Fue una obra de Müller destinada a casa familiar, ubicada en la esquina de diagonal 9 de Julio e Yrigoyen. Fue realizada en cascarón de concreto armado, toda una innovación para esa época, que permitía moldear las paredes de las construcciones de maneras “no convencionales”. Y fue ahí que Müller le quiso dar esa forma para “romper los moldes”.
Pero por razones que quienes la conocieron o recuerdan lejanamente, como el propio hijo del arquitecto, la obra fue paralizada y quedó a mitad de camino. Pero quienes la rescataron del olvido fueron los que por aquellos años era niños y mantienen vivos los recuerdos de los momentos que pasaron jugando en esa construcción a “medio hacer”. Son quienes hoy revelaron la foto y testimonios en el grupo de Facebook “Neuquén del Ayer”.
“Recuerdo pasarnos horas jugando, imaginando esas fantasías tan lindas de la niñez trepando de un lado a otro e inventando cada ocurrencia”, contó Cecilia Buteler. “Hace unos días pasamos por allí y les contaba a mis hijos que en ese lugar había una construcción muy rara que me fascinaba visitar cuando mi familia acudía a la casa de la familia Murúa, que vivían enfrente, sobre la calle Yrigoyen. Nunca pensé volver a verla. Parte de mis juegos, aventuras y fantasías jugaban en esa edificación”, se sumó en los recuerdos Marité Berbel, música neuquina e hija de don Marcelo.
Cuándo desapareció la construcción abandonada, quién y por qué resolvieron demolerla, son incógnitas que habrá que seguir investigando. Pero lo cierto, es que la ciudad de Neuquén tuvo un innovador en todas las formas posibles, que quiso darle un giro a una capital que venía planificando “chata”.
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