Carne en Río Negro: precios por las nubes y críticas a la barrera sanitaria
En las últimas semanas los precios se elevaron entre un 60 y un 70%, contra una suba del 100% en el kilo vivo. En Río Negro la ganadería se fortalece, con chances de un “crecimiento gigante”.
La sequía, la estacionalidad, la falta de animales terminados y la devaluación formaron un combo explosivo que en poco tiempo duplicó el precio de la hacienda en pie y en agosto hubo un fuerte impacto en el valor de la carne que llega a los consumidores.
Además, se espera que tenga una incidencia destacada en el índice de precios al consumidor que se conocerá la próxima semana.
En la comparación interanual, hasta julio, el valor de l carne estuvo por debajo del índice inflacionario (93 contra el 108%) que se explica con un marcado amesetamiento durante la parte final de 2022, una fuerte suba en febrero-marzo (55%) y otro tiempo de quietud hasta fines de junio pasado.
Entre julio y agosto comenzó la disparada y el valor del kilo vivo en los últimos remates regionales pasó de 520/530 pesos a 1.010/1.050 en novillitos de 330 a 370 kilos; hasta valores máximos de 1.390 pesos para los terneros de hasta 200 kilos.
Si la comparación se traslada al precio de la carne en las bocas de expendio a mediados de año el kilo de asado costaba 2.920 pesos, la picada se vendía a 1.950, la aguja a 1.825 y la nalga a 3.100, contra promedios de 4.500 para el asado, 2.250 en la picada, 3.200 en la aguja y 4.700 en la nalga, en la última semana.
Está claro que aquel incremento en el precio del kilo vivo, en el orden del 100%, fue absorvido en parte por la cadena de comercialización ya que los aumentos promedios en las carnicerías, a comienzo de septiembre, son de entre el 60 y 70%.
Productores y empresarios del sector explican las últimas subas a partir de la nueva aplicación del dólar agro, la devaluación pos PASO y la poca cantidad de hacienda disponible ya que buena parte se liquidó en meses anteriores por efecto de la sequía que impidió que los productores mantuvieran la hacienda en sus campos.
A pesar del panorama complicado y la contínua retracción en el consumo la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes dio a conocer que el consumo interanual -hasta junio- había crecido el 4.7% con casi 51 kilos de carne por habitante y por año.
Cuando se habla de un proyecto a 10, 20 o 50 años en la Argentina parece muy difícil, pero si miramos para atrás y vemos lo que era la ganadería rionegrina, hoy está muy evolucionada”.
Carlos Banacloy, ministro de Producción y Agroindustria de Río Negro.
En este contexto de precios en alza la provincia de Río Negro transita un tiempo de crecimiento.
«Principalmente lo que significan los vientres” aseguró Carlos Banacloy, ministro de Producción y Agroindustria, aunque reconoció que “no puede ser exponencial porque tenés que hacer tu stock, comercializando y manteniendo el mercado” por eso “es un crecimiento lento, paulatino”.
El funcionario señaló también que “ la coyuntura te obliga a estar revisando cosas que tal vez otros tienen resueltas”.
Dijo que “cuando se habla de un proyecto a 10, 20 o 50 años en la Argentina parece muy difícil, pero si miramos para atrás y vemos lo que era la ganadería rionegrina hace diez años está evolucionada”.
Banacloy recordó que “partimos de una ganadería sin genética y hoy tenemos todas las cabañas produciendo en la región” en “Río Negro, Neuquén y Chubut”.
Contó que en la reciente exposición de Río Colorado “hubo 240 animales en remate y toda esa genética se produjo acá”, mientras que “antes teníamos la fábrica de terneros y se los llevaban al norte, se terminaban en La Pampa, Buenos Aires o Entre Ríos” y “todo el valor agregado se generaba afuera” porque “acá había una agricultura muy chiquita”.
El ministro explicó que “a partir de la transformación empieza a crecer la agricultura en el Valle Inferior, en Valle Medio y lo vemos en el Alto Valle, con maíz o con alfalfa”.
En la actualidad hay unas 27.000 hectáreas de alfalfa en la provincia “y eso se transforma en kilo vivo en el territorio”, aunque agregó que “eso no se ve en producción cárnica, lo que significa el movimiento de suelo, sembrar el maíz, cosechar, el silo bolsa; se genera una economía que tiene un derrame a partir de la ganadería bovina”.
En Río Negro se estima que hay unas 750.000 cabezas, con “el triángulo ganadero” ubicado entre Viedma, Río Colorado y Conesa, “llega hasta Choele y después empieza a disminuir lo que llamo la fábrica de terneros” porque lo más importante para tener en cuenta es “el secano, puede haber un engorde en el Alto Valle, en El Cuy hay todavía algunos campos con vacas, se suman más en la región Sur pero lo que fue la sequía y los volcanes dejó campos despoblados y la recuperación es muy difícil”.
Enfatizó que la situación “está bien” aunque “con la dificultad que tenemos cinco zonas en emergencia por falta de lluvias”, pero valoró los “15 o 20 milímetros que cayeron en la región” la pasada semana pero “la situación climática es compleja”.
En ese contexto señaló que “el sector ha evolucionado a diferencia de la primera sequía histórica que nos dejó tambaleando” y hoy casi todos los productores tienen infraestructura dentro del campo .Armaron corrales, hay silos de autoconsumo, se forrajea, se asiste a la ganadería y no se deja la situación de vulnerabilidad que hemos tenido donde hubo mortandad de animales”.
Banacloy cree que hay “posibilidades de un crecimiento gigante” porque “hoy mucha de nuestra ganadería se faena en el sur (del país) para abastecer parte de la carne con hueso que se necesita en esa zona”. Aunque dijo que “todavía traemos mucho forraje de afuera, no alcanza con lo propio, que está creciendo, pero no es suficiente” y “tenemos otras industrias a las que abastecer como la del pollo”.
Sobre la situación en el precio actual de la carne el ministro recordó que los seis meses que “tuvimos los precios planchados” fue por “una liberación en masa de los campos por la sequía histórica y gran parte del costo económico que está pagando la Argentina es por eso”.
Agregó que “hubo una sobreoferta sostenida y sin incremento del consumo” porque “los bolsillos de los consumidores estaban flacos. Ahora ya no hay más nada disponible y se sabía que iba a pegar el salto”.
No tiene dudas que “cuando aumenta fuertemente la carne impacta”, pero remarcó que “sigue por debajo de todos los costos que atravesó la cadena de producción”.
Carne en Río Negro: pocos “Precios Justos” y ofertas para mitigar la fuerte suba
Matarifes y carniceros optaron por no trasladar la totalidad del costo al mostrador para que el impacto negativo sobre las ventas sea lo menos doloroso posible.
El frigorífico zonal tiene su propia boca de expendio volcado al consumo premium, pero donde también se pueden conseguir cuatro de los siete cortes incluidos en el programa nacional “Precios Justos”.
Así el matambre por kilo se vende a 1.784 pesos, el vacío a 1.931, la nalga a 1.966 y la tapa de asado a 1.479 pesos.
En cuanto a los cortes que todos los meses son relevados por la Dirección de Estadísticas y Censo para establecer el índice de inflación tienen otros valores: asado 4.760, aguja 3.100 y nalga 5.120 pesos, sin venta de picada.
Las carnicerías de barrio enfocan los aumentos en función del objetivo de retener a sus clientes y hay disparidad de valores, de acuerdo a la recorrida realizada por Río Negro.
El asado se consigue entre 3.990 y 4.600, la picada entre 1.980 y 2.500 (mucho tiene que ver la calidad, en función de la cantidad de grasa), la aguja de 3.100 a 3.200 y el kilo de nalga, para las tradicionales milanesas, entre 4.200 y 4.800 pesos.
A pesar de los últimos incrementos, no han visto una disminución significativa en las ventas, lo que sugiere que los consumidores siguen priorizando la carne en su dieta.
Se nota sí que aumentó el uso de tarjetas de crédito en comparación con el efectivo, y las promociones se han convertido en una herramienta clave para ayudar a los clientes a enfrentar los aumentos y mantener el flujo de ventas. Un ejemplo es la venta de dos kilos de picada por 3.600 pesos.
Carne en Río Negro: ¿La barrera sanitaria influye en la formación de los precios?
Para Banacloy “se ha estigmatizado, se ha utilizado la barrera sanitaria como el gran impedimento para que la región pueda comer carne barata” y reconoció que “al sector le faltó comunicar de otra manera lo que estaba pasando”.
En ese sentido dijo que “todo el ingreso del norte, que viene sin hueso, es casi el 50 o 60% del volumen que consumimos y en las grandes cadenas de supermercados de la región es el 85% de la carne que comercializan”.
A pesar de esos números “no se ve una diferencia o una competitividad abrumadora contra la carnicería de la esquina” por eso cree que “nos debemos demostrarle al consumidor qué está pasando. Cuando vamos al supermercado se puede ver el matambre, el vacío, la tapa de asado, las pulpas, se puede saber de donde viene: de Buenos Aires o de La Pampa”.
Pidió que esas empresas “se pongan competitivas” pero lo que hacen es “atarse de la barrera con un precio que va hacia arriba para estar a la par de los demás, pero del otro lado de la barrera tienen otro precio”.
Por eso “hoy está visto que la barrera determina el precio de la carne en la Patagonia y lo que hay que decirle al consumidor es que gran parte de la carne es del norte de la barrera”.
Por otra parte, en los últimos días hizo críticas públicas a la posición asumida por el gobierno de La Pampa y las ratificó frente Río Negro: “Si tienen una estrategia que la blanqueen” porque “son parte de la región patagónica y de golpe dicen vamos a borrar la barrera” por eso “tienen que definir si les interesa un status sanitario diferencial”.
A pesar de las críticas dijo mantener un buen diálogo con los funcionarios pampeanos.
Sobre la cuestión sanitaria señaló que “si somos un país libre de circulación de aftosa deberíamos buscar un status sanitario marca país. Chile lo tiene como país sin vacunación, Brasil lo tiene por regiones y va incrementando esas regiones como lo hizo con la carpocapsa”.
Sostuvo que “lo más fácil sería volver para atrás, pero eso ya pasó, cuando una vaca costaba lo mismo que un par de zapatillas, y recuperar estos procesos productivos lleva muchos años” dijo Banacloy.
Además, reclamó una definición del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) para que el status sanitario definitivo incluya a todo el país verificando las normas y protocolos establecidos por los países compradores de la producción cárnica nacional.
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