Cachín, el relojero que marca el tiempo hace 52 años en Neuquén

Arturo Enrique Filipponi y su esposa, Marta Rodríguez, mantienen vivo su local en calle Roca. El edificio y la cuadra fueron cambiando, el oficio sigue intacto.

A media cuadra de avenida Argentina, sobre calle Roca, los relojes hace más de cinco décadas salen al ritmo del segundero del clásico local de Arturo Enrique “Cachín” Filipponi y Marta Rodríguez, un matrimonio que es sinónimo de tiempo. Con 85 años, “Cachín”, como lo conocen la mayoría de los vecinos, es la persona que más lleva ejerciendo este oficio en la capital provincial, con 52 años ininterrumpidos marcando el compás de los neuquinos.


“Esto está reformado. Estaba mi tío, que era relojero. Traía relojes e iba trabajando en algunos momentos del día. Yo en los momentos libres iba mirando y él me daba explicaciones. Siempre tuve habilidad con las manos y luego hice un curso en Buenos Aires en la escuela Suiza, para irme perfeccionando. Y así arrancó este oficio para mí”, relató “Cachín”.

En 1970, junto a su señora, abrieron Fil-Mar. La denominación no es casualidad, ya que es una combinación de ambos nombres de los dueños. ”Ella era bancaria y yo trabajaba en el ferrocarril, de maquinista. Cuando el negocio ya empezaba a moverse, tuve que dejar el ferrocarril, algo que me apasionó todo la vida. Toda mi familia fueron maquinistas”, contó a Rio Negro.

Marcó que no fue una decisión fácil, pero dijo que también el mundo de los relojes lo atraía. Aprovechó también para mencionar el fútbol, algo que practicó por mucho tiempo y le regaló muchas alegrías.
En la planta baja está la atención al público y el mostrador. Subiendo por unas escaleras de madera se accede al taller, que enseguida impacta por la cantidad de herramientas y por el tic tac de la decena de relojes colgados sobre la pared, algunos de ellos antiguos. Sus dueños revelaron que un par aguardan que sus propietarios los pasen a retirar. Sobre su mesa de trabajo hay elementos para medir el amperaje y el voltaje de las pilas, un extractor para sacar la tapa de los relojes, bruselas, cepillos, lupas, por mencionar algunos.

Filipponi está en su taller de 10 a 13, y de las 17 hasta las 21. “Es una alegría el poder solucionar los problemas que me traen. Son varios años y ya uno le encuentra la vuelta enseguida”, expresó.

Dijo que con el paso de los años hubo cosas en el oficio que se fueron modificando. “Trabajaba con relojes de cuerda manual hasta que apareció todo lo que es relojería de cuarzo, de pila, y ya ahí dejé un poco lo que es mecánico y lo empecé a derivar a un relojero amigo. Me dedico a la relojería de pila”, marcó
Tiene un vínculo tan fuerte con el lugar, que incluso “Cachín” reveló que donde hoy tiene su negocio, nació él, ya que era la casa de sus padres.

“Tengo 85 años pero estoy bien de la vista y con el pulso para poder seguir haciendo las cosas”, expresó y remarcó cómo debe tomarse todos los recaudos para cuidar el reloj que trae el cliente.
Marta Rodríguez, que es quien recibe los relojes que necesitan reparación acotó: “Siempre tratamos de darle confianza al cliente. Trabajamos mucho el taller. Es algo de mucha confianza”, contó.

En cuanto a los arreglos precisó que mucho tiene que ver con achicar mallas o cambiar pilas. “Por ahí compran relojes por internet que tienen mallas grandes, y se las acomodamos”, describió.

El armado inicial del local fue gracias a los sueldos de Arturo, por su labor como maquinista, y del trabajo de Marta, en el banco.

“Muy feliz de estar atrás en el mostrador. ya muy acostumbrada, si me falta esto, siento que faltaría todo”, confesó Marta, que además destacó todas las personas que fueron conociendo en tantos años.
En 2021, el negocio recibió por parte del Municipio una placa de reconocimiento por sus años de trayectoria. Participó del acto el intendente Mariano Gaido. Fue parte de una iniciativa que destacó a los comercios con más de medio siglo en la ciudad.


Personalidades como clientes habituales


Por el local pasaron muchas personalidades. Muchos referentes de la política. “Todos los intendentes han pasado”, comentaron sus dueños. Mencionaron que un asiduo visitante fue Felipe Sapag, que acudía juntó a su señora.

Los clientes son de todas las edades. Hay hasta tercera o cuarta generación. “Nos dicen acá me compraron mi regalo de 15 o mi primer reloj”, reveló Marta.

Dijo que con la aparición de los celulares, mermó al principio un poco la actividad, pero “ahora la gente volvió de nuevo a querer comprar o arreglar un reloj, porque pasó a ser un accesorio de la vestimenta de la persona. Además porque es más seguro no tener que sacar el celular para ver la hora”.

A su vez, su marido agregó: “Ahora apareció el reloj inteligente, y se usa mucho”, acotó.
Con tantos años de permanencia, el matrimonio fue testigo de cómo fue cambiando la cuadra. “Vimos pasar muchos negocios por adelante nuestro. Se van renovando”, señaló Arturo Filipponi desde su taller, que marcó las horas más que ninguno.


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