Bichos gigantes: las obras que deslumbran en los paisajes de la Patagonia de Tomás Schinelli

Es artista, aunque le gusta que le digan escultor. Desde Trevelin forja dragones, pingüinos y hormigas que instala a lo largo del país.

Una de las obras gigantes de Tomas Schinelli. Foto: gentileza

Los arqueólogos del futuro se sorprenderán cuando se encuentren frente a una escultura de Tomás Schinelli. “¿Estos humanos convivían con hormigas gigantes?”, se preguntarán, “¿Cómo lidiaban con dragones y pingüinos de ocho metros de alto?”. Pensarán, que la Patagonia fue tierra de un mundo encantado, y en algún punto, tendrán razón.

Tomás Schinelli es artista, pero se considera “más bien escultor”. Desde hace ocho años, lo que llegó de casualidad, hoy es un estilo de vida. Lo que comenzó como una prueba de metal ensayando hacer adornos y cuchillos para su casa terminó siendo una profesión. Lo que abordó sin saber demasiado, hoy es su especialidad.

Construye figuras enormes que irrumpen en el espacio público. En el medio del paseo costero de Comodoro Rivadavia, por ejemplo, hay un zorro colorado. Pero, no cualquiera. Uno corpulento, gigantesco. Uno que, hasta incluso en sueños, uno preferiría evitar. Y ahí están sus obras. Sobre techos, en el medio de la nada, en viñedos, y hasta insertos en la naturaleza.

Este hombre de 43 años hace una pregunta que punza: las casas podrían ser más sencillas, los autos podrían ser más cuadrados. Simples. ¿Para qué ponerle diseño? ¿Para qué hacer arte? ¿Qué sentido tiene?

Obra de Tomás Schinelli. Foto: gentileza

Tomás Schinelli nació en Buenos Aires y en 1999 se mudó a Esquel para estudiar Ingeniera Forestal. Pero, el futuro tenía otra profesión destinada para él. Hoy es autor de unas 80 obras, animales gigantes forjados en hierro que se encuentran en Esquel, Trevelin, Costa de Chubut, Buenos Aires y en distintas ciudades a lo largo del país.

“Yo trabajo a pedido”, explica. Pero, no todo queda a merced de quien encarga. “De la postura del animal y de dónde se instala lo defino yo”, dice. Tomás trabaja sin computadora, sin programas 3D. Juega con imágenes, busca videos en internet. Después hace un dibujo gigante, en el piso para respetar la escala. “Después empiezo a generar la figura”, cuenta, “genero el volumen con hierros y después lo revisto con chapa y le hago la terminación”.

Además del hierro, de la chapa y del diseño, lo que distingue las obras de Tomás es su tamaño: una hormiga de ocho metros, pingüinos de dos y hasta un Ddraig Goch, el dragón galés, de 12 metros que hasta tuvo que ser transportado en un camión con acoplado para instalarlo en las costas de Esquel.
“Al tener ese tamaño”, reflexiona, “las obras toman otra presencia”.

¿Para qué tomarse el trabajo y hacer una obra de arte? La pregunta, sin contestar.

El escultor Tomás Schinelli. Foto: gentileza

Por delante, durante los próximos meses, tiene muchos encargos: una hormiga gigantesca que se va a ir a Salta a un viñedo, monumentos para la localidad de Trelew, otro para Corcovado. “Eso me genera mucho entusiasmo, me gusta que surjan cosas nuevas que no haya hecho antes”, cuenta, “siempre estoy buscando lo qué no me gusta de la última escultura que hice para mejorar en la próxima. Siempre estoy tratando de buscarle el pelo al huevo para tratar de seguir evolucionando”.

Tomás es tradicional. “Ahora está muy de moda trabajar con materiales reciclados o ideas abstractas que nadie sabe qué es, hasta que leés el título”, analiza. Sus esculturas son figurativas. Grandes, pero figurativas. Pero ahí no está la distinción. “La magia”, dice, “está en el movimiento que tienen, en lo que expresa o en lo que transmite la postura de cada animal. En la actitud en la que está”. Ese es el objetivo de Tomás. Si hace una vaca, por ejemplo, no solo se preocupa que anatómicamente esté perfecta, sino que además le suma su magia: “tiene que haber algo en la mirada, en la actitud, en la postura que transmita una emoción o que la genere en la gente. Que les llame la atención”.

La pregunta aún, sin responder. ¿Para qué hacer arte si todo podría ser más simple? Tomás no contesta con una, sino con tres respuestas. La primera: “porque es lindo”. La segunda: “porque hace que las cosas sean un poco más especiales”. Y tercero: “porque hace que valga la pena. A la vida la enriquece enormemente”.

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