Bariloche tiene uno de los docentes «que más inspiran» en Argentina
Ricardo Martínez quedó seleccionado, junto a otros 23 docentes de todo el país, en el concurso "Docentes que Inspiran". Se inscribieron 2.100 personas.
Ricardo Martínez es técnico mecánico, pero desde hace 11 años ejerce la docencia en la escuela técnica 2 de Bariloche. Este hombre de 61 años quedó seleccionado, junto a otros 23 docentes de todo el país, en el concurso «Docentes que Inspiran», de la Fundación Varkey.
Se trata de un homenaje que intenta movilizar a la comunidad a favor de una mejor educación, difundiendo historias inspiradoras de «docentes excepcionales que dejan una huella decisiva en sus estudiantes». Un jurado especialista en temas educativos calificado seleccionará, en los próximos días, a 6 finalistas entre todos los postulantes. Uno de ellos será el ganador.
«Este año lo medité y pensé: ¿por qué no? Hay que llenar un formulario y mandar un video. De 2.100 postulantes a nivel nacional, seleccionaron 24 entre los que quedé yo«, resumió Martínez.
«El título Docentes que inspiran -consideró- es atrayente. Yo lo tomé de esta forma: para inspirar, tenés que tener quién sea inspirado. En el caso de quienes trabajamos en educación técnica, lo hacemos por vocación o bien porque conocemos el rubro en el cual actuamos. Uno se inspira cuando ve el potencial de lo que pueden hacer los chicos».
Martínez es profesor de Dibujo Técnico, pero además coordina las «Prácticas Profesionalizantes» en quinto y sexto año, en las que se trabaja en base a proyectos. «Es un contexto diferente al del aula porque se trabaja sin aula, sin paredes. Los chicos deben trabajar en un proyecto de forma autónoma. Es una práctica libre, pero deben hacer sus propios proyectos. Ahí es donde se ve su entusiasmo y potencial«.
Comentó que después de la pandemia, se popularizó el aprendizaje basado en proyectos en el ámbito educativo. Esto difiere de una «clase normal»: «En lugar de abordar una sola temática u ocuparte de una materia específica, se toman todas esas habilidades y se ponen en práctica». Si bien un tutor que guía a los estudiantes, son los mismos jóvenes quienes deben desarrollar los proyectos en grupos reducidos de dos a cinco personas.
«Son proyectos institucionales, internos o vinculados con la comunidad, a aspectos socioeconómicos o socioproductivos. Si bien la especialidad en el CET 2 es la electromecánica, se abordan cuestiones tecnológicas como la programación. Nos encontramos con sorpresas porque salen cosas muy interesantes«, destacó. El año pasado, recordó, surgió un módulo de control de invernaderos que se programó «desde cero». O juegos para la biblioteca.
«¿Y qué lo inspira a Martínez como docente?», consultó este diario. «Dejarlos trabajar para que expresen su potencial. Por lo general, suele escucharse que la educación está muy mal, se minimizan las capacidades de los estudiantes. No estamos exentos de los problemas de infraestructura o mantenimiento, pero los estudiantes te sorprenden. Y eso quise visualizar yo presentándome a este concurso», respondió.
Martínez desarrolló su carrera profesional en diversas empresas. Con el tiempo decidió incorporarse al ámbito educativo. «Uno siempre lleva en el corazón esa cuestión de devolver lo que se recibe de la escuela técnica. Fue una buena oportunidad», reconoció.
Empezó a dictar clases en una escuela primaria de Bariloche hasta que ingresó al CET 2. «Como técnico, siempre me ocupé de la parte de gestión en empresas. Cuando hay un proyecto, hay que exponerlo, defenderlo, rendir cuentas. Desde ahí, me tocó esta parte de vincularme, asesorar clientes o compradores. En educación, hacemos lo mismo: compartimos conocimientos. Desde lo tecnológico, no hay nada más lindo que eso: compartir saberes», evaluó.
Admitió que al dictar clases, es imposible no pensar que, el día de mañana, ese estudiante «estará en las mismas condiciones en que estaba uno mismo cuando salió al mundo y empezó a trabajar». Por eso, para Martínez se trata de «preparar» a los adolescentes.
«Hay un mito extendido sobre la escuela técnica que prepara gente para la vida laboral. Yo opino que es al revés. Preparamos gente para la vida. Está la necesidad de trabajar, pero sin personas responsables, idóneas, con pensamiento crítico, difícilmente puedan acceder a un trabajo que llene sus expectativas», expresó y agregó que «se trata de transmitir algo de todo eso. Ver que prende de alguna manera, es un premio».
Al consultarlo sobre el interés de los jóvenes en la educación, opinó que «generalizar nunca es bueno porque no nos permite ver el bosque». Martínez recordó que estamos insertos en una sociedad que nos atraviesa. «En la escuela técnica es común que vengan chicos a estudiar porque sus familias piensan que, de esa forma, tienen un futuro asegurado, entre comillas. Eso genera algún conflicto», dijo.
«Ser adolescente -opinó- implica estar interesado en las cosas; luego, dependerá del sistema que está compuesto por personas. Todo es parte del contexto. El interés está, el problema es el sistema, la gran deuda de una infraestructura acorde y, luego los docentes. ¿Cómo captamos ese interés que puede ser manifiesto, implícito o velado? Uno no sabe lo que quiere cuando tiene 15. Ahí está la magia».
El año pasado, Bruno Guillén, otro profesor de educación técnica del CET 2, resultó seleccionado entre 50 educadores de todo el mundo para competir por el Global Teacher Prize 2023. Este docente impulsó un proyecto solidario que fabrica dispositivos en 3D para personas con artritis reumatoidea.
Guillén fue seleccionado entre 7.000 postulantes de 130 países para competir por el premio de un millón de dólares que otorga la Fundación Varkey en colaboración con la Unesco y alianza estratégica con Dubai Cares.
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