Bariloche, marca registrada en ciencia y tecnología

La ciudad registra la tasa más alta de investigadores en todo el país. Allí se fabrican radares y satélites, o hay desarrollos en energía nuclear, hidrógeno y litio, entre otros.

El satélite Arsat 1 en el cuarto limpio de la sede central de Invap, en Bariloche (Foto: Archivo)

El turismo representa alrededor del 50% del Producto Bruto Interno (PBI) de Bariloche, mientras que la ciencia y la tecnología se posicionan como la segunda actividad económica de la ciudad, con un porcentaje que ha ido aumentando en los últimos años y que no es tan fluctuante como la actividad turística que se ve impactada directamente por factores externos.

Hasta octubre del 2022, Bariloche tenía 441 investigadores cada 100.000 habitantes. Hoy, ese número ascendió a 457 (aunque los especialistas estiman que los recortes que anunció el gobierno nacional impactarán a partir del año próximo).

Bariloche registra la tasa más alta de investigadores en todo el país. En 2022, había 3,18 investigadores cada 1.000 habitantes de la población económicamente activa a nivel nacional y, 199 cada 100.000 habitantes.

«Todas esas capacidades se ponen en marcha ante determinados problemas. Con la pandemia, hubo múltiples respuestas, hasta reconvertimos un laboratorio para fabricar alcohol en gel que no llegaba a Bariloche».

Adriana Serquis, presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

«Si uno toma en cuenta la población de Bariloche y la actividad económica, los organismos de ciencia y tecnología, no solo del Centro Atómico sino también Invap y entidades como las universidades, los institutos y el INTA, hacen que la ciudad tenga una cantidad de investigadores, científicos y tecnólogos en más alta proporción que cualquier otra ciudad del país», resumió la investigadora del Conicet, Adriana Serquis, presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Desde la fabricación de radares y satélites, desarrollos en energía nuclear, hidrógeno, litio y energía solar hasta investigaciones en ciencias biológicas, ambientales y ciencias sociales.

«Son importantes porque nutren con el conocimiento, además de la interacción con la sociedad. Basta mencionar al INTA con los desarrollos agropecuarios, al Ipatec que hace desarrollos vinculados con la cerveza o al INTI con desarrollos de prototipos para pequeñas empresas. La interacción del área académica es grande», afirmó Serquis y puso como ejemplo que, tiempo atrás, se desarrolló un microviscosímetro para medir la viscosidad en sangre de los bebés.

Hidrógeno verde



Argentina tiene como desafío posicionarse como exportadora de hidrógeno verde en los próximos años y la empresa australiana Fortescue Future lo produciría en Río Negro. Un grupo de investigadores del Centro Atómico Bariloche estudia el hidrógeno bajo en carbono desde hace 30 años en la ciudad, cuenta con varias líneas de investigación y aporta datos al gobierno provincial para definir los pasos a seguir.

Investigadores del Centro Atómico Bariloche estudian el hidrógeno bajo en carbono desde hace 30 años en la ciudad.


Constantemente, se trabaja para detectar los contaminantes en lagos y ríos de la región. El reactor RA6, por ejemplo, permitió realizar análisis neutrónico por activación para registrar contaminantes de metales pesados en el lago Nahuel Huapi. También hubo múltiples análisis de las cenizas del volcán cordón Caulle Puyehue después de la erupción en 2011.

«Todas esas capacidades se ponen en marcha ante determinados problemas. Con la pandemia, hubo múltiples respuestas, hasta reconvertimos un laboratorio para fabricar alcohol en gel que no llegaba a Bariloche. Estuvimos asistiendo a muchos organismos, desde merenderos hasta sectores de seguridad. No fue un gran desarrollo, pero era necesario. Hubo gente desarrollando respiradores, el proceso para obtener oxígeno de calidad medicinal e incluso el seguimiento estadístico de los casos. Todo esto requiere gente con conocimiento en investigaciones», manifestó Serquis.

El origen del modelo científico



El modelo científico en Bariloche se originó con el proyecto nuclear de Ronald Richter en la Isla Huemul en 1949. Este físico austríaco presentó al entonces presidente Juan Domingo Perón un proyecto para desarrollar la fusión nuclear controlada y finalmente, se definió montar los laboratorios en la isla del Nahuel Huapi.

«Si bien el proyecto no fue exitoso, dio origen al Instituto de Física que terminó convirtiéndose en el Instituto Balseiro y dio lugar a la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica en 1950 para apoyar ese proyecto», indicó Serquis.

Las instalaciones del Instituto Balseiro con sede en Bariloche.


El Instituto Balseiro cumplió 69 años el pasado 22 de abril y, al día de hoy, ha formado a 2.944 profesionales que egresaron de las 11 carreras.

El ajuste presupuestario en las universidades, los despidos y la reducción de las becas doctorales en el Conicet y el recorte de subsidios para sostener proyectos de investigación pone en alerta a los investigadores en Bariloche ante la imposibilidad de sostener la producción científico tecnológica. El 80% de los investigadores del Conicet, por ejemplo, tienen su base de trabajo en las universidades públicas.

«Claramente el sistema no va a estar en expansión sino en retracción. En este contexto, además de una enorme preocupación, hay una clara señal de que la continuidad de muchos proyectos se encuentran en duda. Tenemos un gran problema con el éxodo de jóvenes ya sea por falta de perspectivas en sus propios proyectos y ofertas que reciben de otros países», concluyó Serquis.


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