Bardo, el grafitero que hace hablar a las paredes de Neuquén con estallidos de colores
Se llama Juan Carlos Pereyra y ama intervenir espacios públicos abandonados con su realismo mágico. Se ganó una beca del Fondo Nacional de las Artes para escribir un libro.
Andar por las ciudades, recorrerlas, no es igual sin las obras de los artistas urbanos que le entregan su esencia a los paredones y las calles. Los que hacen que nada sea igual, dotan de identidad y transforman obras arquitectónicas grises, sitios abandonados y postergados; en flamantes rincones renovados que disparan sensaciones. Bienvenidos a los ojos que quieren ver.
Juan Carlos “Bardo” Pereyra –o “JCP”- es conocido por sus personajes coloridos realistas, pero con una pizca de realismo mágico. A este grafitero neuquino por adopción, de profesión diseñador gráfico, le gusta armarse de un aerosol y generar escenas del cotidiano, pero dotándolas de una cuota de magia.
“Me gusta pintar lugares que están abandonados o no tienen el cariño y la atención necesaria, cambiarlos”, aseguró en una entrevista con Diario RIO NEGRO. Dar el primer paso para una transformación.
Para Bardo, el graffiti es la libertad de romper paradigmas. “Yo empecé a pintar en la calle, en la vía pública, por convicción, bancándome yo mismo”, contó. Así nació una pasión, una vocación y una fuente de vida.
Juan Carlos Pereyra habita las paredes de Neuquén y del mundo desde 2009 con intervenciones bajo el seudónimo de JCP. Es común verlo con su máscara y un cajón lleno de aerosoles. Nació en Santiago del Estero en 1990 y vive en Neuquén Capital desde los ocho años. Desde los cinco, cuando empezó a dibujar supo que quería hacerlo por el resto de su vida. “Una convicción rara para un niño”, admite.
Del dibujo infantil en papel pasó a otros soportes y así fue escalando. “En un punto se me hizo chico cualquier soporte indoor y empecé a ver con ganas los murales, grafitis”, recordó. Si bien en la zona existían murales, para el eran académicos y no había tantas expresiones urbanas y/o callejeras.
Estudió su carrera en parte en la Universidad Nacional de Río Negro, sede Roca y la finalizó en la Universidad de Flores (Cipolletti). Para él, el diseño gráfico le abrió una caja llena de herramientas que hoy usa y explora para desarrollar su campo laboral.
“Hoy en día puedo pensar en decorar espacios, un comercio, una empresa, un ambiente. Estoy haciendo diseño de murales en base a la propuesta comunicativa que se desee lograr, o bien simplemente como reflejo de algo artístico, decorativo”, comentó.
Actualmente, convive su pasión por el arte como una expresión personal y también el trabajo profesional como artista con el que ofrece soluciones visuales.
JCP mantiene un ritmo de dos obras por semana y va creciendo su producción. Sin dudas, ya superó las 1000 piezas artísticas realizadas y no solo en las calles de Neuquén sino en las de distintas ciudades del mundo en donde habitó.
Su trabajo no solo está plasmado en la Patagonia, sino en las provincias del norte del país, en Buenos Aires, en Chile, en España en ciudades como Barcelona, Valencia, Madrid; y en unos días más iniciará una aventura en Brasil.
“Uno lo entrega a la ciudad y los agentes externos como el clima, el sol, la lluvia, son los que definen luego qué va a pasar con esa obra. Se disfruta mientras dura, soltándola y que sea lo que tenga que ser”.
Juan Carlos Pereyra «Bardo», grafitero de Neuquén.
Bardo dijo que lo interesante del paredón y el graffiti es: “Salir a la calle, encontrarse con la ciudad, los movimientos, los lugares donde estás presente cuando estás pintando un muro, convivir con los ciudadanos, con lo que sucede en el momento”.
Un libro y una beca en el Fondo Nacional de las Artes
En 2014, nació uno de sus proyectos más queridos. La revista digital de grafiti Patagónico llamada “Trazur”. Nació por la necesidad de documentar todo lo hecho en la región en materia de grafiti y a los protagonistas, los artistas y su arte
“Con el tiempo llegué a diseñar nueve números de la revista, que por suerte han tenido bastantes visualizaciones, unos 350.000 lectores, lo cual me sorprende”, dijo.
La edición número 10 es este año y pretende que salga en formato de libro como una recopilación del Grafiti Patagónico. Está en plena producción y se ganó la beca y el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. “La idea es ir haciendo un breve paso por toda la historia del grafiti”, contó.
Click acá para ver la revista Trazur.
El debate sobre la legalidad del arte callejero
La intención es el arte y no es el daño. Es interactuar con el entorno y pintar tranquilo espacios públicos o privados pero cedidos. Existe una mirada social y un estigma que muchas veces cargan los artistas callejeros.
“Cuando arranqué a pintar, ya tenía la mayoría de edad, y siempre consideré que está correcto que sea ilegal el hecho de intervenir en una pared ajena”, contó Juan.
“No es mi caso, pero hay muchos chicos que precisamente lo que les llama la atención es que sea algo ilegal poder hacerlo de manera lo más incógnita posible”, aseguró.
No obstante, lo que más abunda es el calor y la buena recepción de la gente. “Cada obra tiene su historia, su vida, lo que ha representado. Lo más interesante es que uno suelta y hay gente viviendo, pasando, viendo. La gente aprecia lo que uno hizo”, cerró.
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