Ariel Ortega estuvo en Vértices y pasó con creces la prueba de la idolatría
El Burrito fue aclamado en su visita al ciclo de charlas organizado por el Diario Río Negro. El prócer de River y la Selección Argentina habló de todo. Mirá la entrevista completa acá.
La idolatría o el paso imborrable que marcan los elegidos. Aquellos pocos iluminados y un estado de gracia permanente más allá de los tiempos. Lo que Ariel Ortega provoca en los hinchas no tiene fecha de caducidad y una nueva prueba de aceptación incondicional ha sido superada.
El Burrito sabe, entiende y acepta que es ídolo porque la adoración no se explica. Se siente y se disfruta. Lo es hace más de 30 años cuando hizo su primer contacto con el club de sus amores, que por entonces lo veía inalcanzable desde el interior profundo de su Jujuy natal.
Pero un día Ortega bajó del Norte y luego de casi 30 horas de viaje en colectivo, al llegar a la terminal de Retiro le dijo al técnico que lo descubrió que su único destino sería River, y no Independiente donde lo esperaban para probarlo.
Mucho menos Boca ya que Roberto Cacho Gonzalo, así se llamaba el DT con el que el Burrito hizo su viaje iniciático, tenía contactos con el club de La Ribera además del Rojo de Avellaneda.
Todo esto y mucho más nos contó el Burrito Ortega, el tercer invitado de lujo de Vértices, el ciclo de charlas organizado por el Diario Río Negro. La leyenda de River aceptó la entrevista mano a mano y el lugar elegido esta vez fue el auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén.
La entrevista completa con Ariel Ortega
“El reconocimiento de la gente es lo más hermoso y maravilloso que me dejó el fútbol, después de vestir la camiseta de River y la selección argentina. Yo siempre digo que estas cosas no se compran, se dan solas y el cariño del hincha de fútbol sigue intacto a pesar de que ya dejé de jugar hace varios años”.
En el caluroso diciembre del año ‘90, el Burrito, apelativo heredado de su padre -el Burro-, un potente delantero que jugaba en las canchas de Ledesma, viajó en colectivo junto a Cacho Gonzalo desde Jujuy hasta Buenos Aires para darle forma al sueño de ser futbolista.
“Llegamos a Retiro y yo le dije a Cacho que sólo me iba a probar en River. Viajamos entre Navidad y Año Nuevo, y como en esa fecha no estaban seleccionando jugadores en River, nos fuimos a pasar las Fiestas a Mar del Plata porque Cacho es de ahí”, cuenta Ortega.
Pasado Año Nuevo, volvieron a Núñez, hicieron la prueba y les dijeron que volvieran en febrero. “Ahí yo dije chau, no me llaman más, me limpiaron. Hasta que una tarde llegó el cartero, que era amigo mío, a mi casa, y venía con una carta: era la citación de River, que me tenía que presentar. Fue increíble”.
Orteguita, con apenas 17 años, se subió una vez más al colectivo desde Jujuy para hacer los 1.600 kilómetros que lo separaban de su gran sueño de chico: jugar con la camiseta de River.
Estuvo algunos partidos en la sexta división, otros en la Reserva que comandaban el Tolo Gallego y Alejandro Sabella, ayudantes de campo de Daniel Passarella en aquellos tiempos, y de ahí a la Primera, donde debutó el 14 de diciembre del ‘91 ante Platense de la mano del ‘Káiser’.
“No tengo contacto con Daniel, hace varios años que a él no se lo ve demasiado”, revela Ariel sobre quién fuera su padre futbolistico en los inicios.
Comenzaría allí la construcción de su carrera ascendente en River, donde tuvo tres ciclos, con el agregado del llamado de Coco Basile para ser parte de la Selección Argentina rumbo a Estados Unidos ‘94, luego de sus primeras dos temporadas brillantes en River.
El Burrito a los 20 años: “A mí con la Selección me pasaba en ese tiempo que tenía muy presente el Mundial del ‘90, cuando jugamos al final. Yo estaba en mi pueblo y veía a muchos de esos jugadores, que ahora eran compañeros míos. Fue algo increíble lo que me pasó en esos tres años. En el torneo previo al Mundial anduve muy bien y el Coco me llamó”.
Ortega echa a rodar su memoria y cuenta los detalles de la primera de las tres copas del mundo que le tocó jugar. Incluso en la gira previa, donde compartió habitación con Diego. “Me tocó verlo en plenitud, era un gran compañero, te hacía sentir como uno más. Era algo maravilloso y siempre se lo agradecí”.
A Ortega le toca debutar en una Copa del Mundo en un momento muy particular: reemplazar a Maradona después de que a Diego “le cortaran las piernas”. “Lamentablemente en el mundial pasó lo que pasó y eso nos afectó a todos, fue muy triste. Ese plantel tenía grandes jugadores, cuando empezamos yo ya me veía levantando la Copa”.
Los recuerdos del Burrito en la selección van de acá para allá, desde el gran partido ante Inglaterra en Francia ‘98, reconocido como el mejor jugador del partido, pasando por su expulsión ante Holanda (“fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera”) y la eliminación prematura de Corea-Japón 2002 con Marcelo Bielsa como técnico.
“Cuando quedamos eliminados después de empatar con Suecia, Marcelo estaba destruido. Fuimos al hotel y entro a verlo a la habitación. Y no sé por qué le digo: ‘Marcelo, muchas gracias por todas las charlas que tuvimos…’ , y me mira y me dice: ‘Si yo con usted nunca charlaba…’ (risas) Marcelo era así, te lo decía todo de frente. Fue el mejor técnico que tuve”, afirma el Burrito.
Ortega tuvo tres ciclos vistiendo la camiseta de River, aunque si por él fuera jamás se hubiera ido de Núñez. A la vuelta de Estados Unidos ’94 el Burrito ganó todo con el equipo comandado por Ramón Díaz, incluso la Copa Libertadores de 1996.
Los malos de la película personal de Ortega. «Me tuve que ir por presión de los dirigentes y también de los representantes que tuve. Yo siempre les dije que no me quería ir, pero el ambiente del fútbol es complicado.
«No meto a todo en la misma bolsa, pero muchos representantes te llevan a hacer cosas que vos no sentís. Te arrean a tomar decisiones equivocadas… fui traicionado, me robaron plata. Si fuera por mí, me hubiera quedado toda mi vida en River. Fue una buena experiencia ir a Europa pero si me quedaba hubiera sido más feliz todavía».
Ortega volvería a River en el 2000 y después de dos años, otra vez el «exilio». Esta vez se tuvo que ir al Fenerbache turco, donde jugó sólo 14 partidos. «En ese momento el 50% de mi pase era de Parma y el otro 50% de River. En todos lados decían que yo me iba a Turquía y yo no había hablado con nadie. Volví del Mundial y ya me habían vendido los del Parma, los de River, mi representante… Me pusieron un moño y chau».
Luego de una citación de la Selección en abril del 2003, Ortega no regresó a Turquía. Fue sancionado por incumplimiento de contrato y estuvo 19 meses parado. «La pasé muy mal todo ese tiempo», admite el Burrito que fue rescatado por el Tolo Gallego para jugar en Newell’s, donde fue campeón del Apertura 2004.
El Burrito se despidió del fútbol en el 2013, pero de la selección lo hizo en el 2010 cuando Diego Maradona lo citó para un amistoso ante Haití, en Cutral Co, antes del Mundial de Sudáfrica. «Fue algo mágico, que me haya llamado para que me pueda despedir de la Selección y abrazarlo al final del partido fue increíble».
Aquella noche en Cutral Co los hinchas lo ovacionaron de pie, trece años después comprobamos que el calor popular por el Burrito no se extinguió ni muchos menos. EL MNBA cobra temperatura sobre el final y aclama en la despedida a uno de los mayores ídolos de la historia del fútbol argentino.
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