Aniversario de Allen: 45 años compartiendo sabores en familia

Historias de personas que llegaron para quedarse. En este caso con un emprendimiento gastronómico que lleva más de cuatro décadas en la ciudad.

Cuando Oscar Montoya y su esposa Estela Rodeles se mudaron de San Rafael (Mendoza) en busca de oportunidades jamás pensaron que fundarían una casa gastronómica que lleva 45 años deleitando a los allenses. En la avenida Roca, en pleno centro, la comida casera es la más pedida por clientes no solo de la ciudad sino de la región.

Estela, a sus 74 años, sigue trabajando en la rotisería que ahora dirige su hija Adriana. Emocionada recuerda los comienzos del negocio que se ganó el cariño de los vecinos. “Venimos a la obra del dique Planicie Banderita. Ahí estuvimos dos años, mi esposo empezó a trabajar en la cocina”, contó.

Adriana señaló que el contador de la obra tenía una rotisería en Allen y le propuso un negocio. Con el tiempo la familia se aventuró en el rubro y tomó la decisión de comprar la rotisería. “Hicimos un sacrificio gracias a Dios tuvimos suerte, tenemos una clientela muy buena”, expresó Estela.

La comerciante contó que cuando comenzaron no sabían mucho de comida. “Nos pusimos a trabajar con lo que aprendés en tu casa, de tu mamá, pero había que tener coraje”, destacó.

La gente te pide, hacemos de todo. Tenemos clientes de Fernández Oro, de Cipolletti, Neuquén. Para las Fiestas vienen a buscar el lechón. Para los días patrios hacemos un locro grande”.

Estela Rodeles, cocinera.

Empezaron con las empanadas. “Venimos de Mendoza, con nuestra receta. Acá eran todas fritas y comenzamos con las empanadas al horno y es impresionante la cantidad que vendemos. Además, lo que más piden es parrilla, asado, pollo, hacemos lechones al horno, pastas”, contó.

Su esposo Oscar era un apasionado por el trabajo y su partida en septiembre de 2019 generó mucho pesar en la comunidad.

Hace 15 años Adriana empezó hacerse cargo, “estoy en la atención al público y compras y ventas”, contó.
“Somos un negocio familiar. La primera casa estaba pegada a la rotisería, después compraron el terreno de al lado y modificaron todo para ampliar el local”, recordó Adriana.

También relató que después de la escuela siempre pasaban con el plato a la rotisería a buscar la comida. Su hijo Ignacio (25) juega al pádel y trabaja en el delivery. “Hay que estar casi todos los días, los martes tenemos el franco”, detalló.


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