Andy y Burlete: los trabajadores de cuatro patas que visitan pacientes en el hospital Castro Rendón de Neuquén
Fueron rescatados de maltrato animal y hoy forman parte de un equipo de ayuda emocional.
Es miércoles a las 10 de la mañana en el hospital Castro Rendón de Neuquén. En la sala de espera pediátrica, los niños y niñas, inquietos, esperan que los atienda el doctor, mientras el tiempo parece detenerse. De pronto, el sonido rítmico de ocho patitas avanzando por el pasillo rompe la monotonía y una ola de sonrisas inunda toda la sala. Es que llegaron Andy y Burlete, los dos perritos rescatados que son parte del Programa de Asistencia Emocional del centro médico. Su visita es la mejor parte del día y demuestra el poder del vínculo entre humanos y animales, en un proyecto que no solo beneficia a los pacientes, sino también a estos trabajadores de cuatro patas.
La historia de Andy y Burlete comienza en contextos de extrema vulnerabilidad. Andrea Ferracioli, secretaria de Ciudad Saludable del municipio de Neuquén contó que Burlete fue encontrado en la calle con un cáncer avanzando.
«Tuvimos tres meses de tratamiento. La verdad es que creíamos que no iba a curarse», confesó Ferracioli. Sin embargo, «tuvo una recuperación fabulosa». Una vez que le dieron el alta, pasó al área sociabilización. «Descubrimos que le encantaban los niños y empezamos a trabajar en la parte de asistencia emocional en el hospital», relató.
Algo similar ocurrió con Andy. «Fue rescatado en un allanamiento que hicimos en el oeste de la ciudad. Él y sus hermanitos. Estaban muy mal», contó la funcionaria. «Tuvimos que hacer un tratamiento bastante largo porque tiene artrosis y en ese momento tenía muy mala nutrición«, agregó.
El entrenador le vio la veta con los niños y adultos mayores, por lo que decidieron que sus hermanos serían dados en adopción y que él formaría parte del equipo de agentes municipales trabajando en el Castro Rendón.
Con la recuperación física de Burlete y Andy, el equipo de Bienestar Animal del municipio notó algo excepcional en ellos: una energía amable y una disposición natural para vincularse con niños, niñas y adultos mayores.
Fue así como los adiestradores los fueron entrenando para que puedan trabajar con pacientes y se formó el Programa de Asistencia Emocional con Animales No Humanos. El proyecto se le presentó al intendente Mariano Gaido, fue aprobado y comenzaron a trabajar en el hospital regional.
La preparación de Burlete y Andy
El entrenador Lucas Grego fue quien lideró el trabajo de preparación. Un proceso que combina paciencia, técnica y respeto por los tiempos de cada animal. “Primero se le hace una selección tanto de temperamento como de carácter, porque ellos tienen que cumplir con ciertos requisitos. No tienen que reaccionar por ejemplo, para poder estar con los chicos», explicó.
«Lo que le enseñamos, que ellos se levanten y se vayan cuando no les gusta. Frente a ese estímulo se van y lo evitan, en vez de reaccionar mordiendo», detalló Grego.
«El trabajo depende mucho del animal. Con Burlete fue sumamente fácil, pero con Andy costó un poquito más«, dijo. «Hay que ganarse la confianza y que ellos puedan discriminar que esa experiencia que tuvieron fue puntual y no la van a volver a tener. Lo importante es que generalicen que el humano es bueno para empezar a tener confianza con todas las personas», puntualizó.
Andy necesitó más tiempo para confiar y entender que esa etapa de su vida había quedado atrás. Burlete, en cambio, “tenía un carácter agradecido y delicado desde el inicio, lo que hizo más sencillo su proceso”, relata Lucas.
«Burlete tenía todas las condiciones. Él es un perro que viene y te acaricia, tiene otra delicadeza«, contó acerca del perro. «Andy es más de tirarse, más bruto. Entonces había que enseñarle más», comentó.
Andy y Burlete visitan a los pacientes todos los miércoles
Bajo el programa de cuidados humanizados, el Hospital Castro Rendón recibe cada miércoles a estos colaboradores especiales. Mónica Pérez, jefa del Departamento de Comunicación Institucional del hospital, explicó que cada jornada dura aproximadamente una hora.
«Todos los miércoles los recibo a ellos y los acompaño en distintas áreas. Pueden ser en las salas de consultorios de espera pediátricos, en la casita de pediatría o en el hospital de día pediátrico», contó Pérez.
Indicó que a veces visitan pacientes de salud mental o alguno particular que pueda salir de la internación de terapia. «Por supuesto siempre la seguridad del paciente es lo primordial, con lo cual hay un protocolo a cumplir y, si el paciente cumple con los requisitos de cuidado y demás que el equipo de salud le brinde, puede salir y hacer una actividad personalizada con el animal«, indicó.
Puntualizó que hay distintos objetivos con la incorporación de estos agentes: la contención emocional, la rehabilitación y final de vida. «Hay muchos pacientes que pasan muchos días y son amantes de los animales así que para nosotros es muy importante que tengan esa visita», expuso la encargada del programa.
La jefa de Pediatría Sonia Ugrina comentó: «conoces una versión diferente de los pacientes crónicos que a veces están con mucho dolor y retraídos y con estas visitas vemos risas y alegría».
Pérez aseguró que el equipo de salud «está muy contento con los cambios que se ven en los pacientes». «En la sala de espera pediátrica son muy buenos los resultados porque le calma mucho la ansiedad, la espera se les hace mucho más amena, mucho más entretenida», contó.
Los perritos son bien recibidos y juegan con los pacientes. En el espacio se acomodan colchonetas, se usan juguetes y demás elementos. Es una horita de actividades lúdicas y ejercicios como saltar vallas, pasar aros o acostarse junto a los chicos. Son sesiones cortas para respetar los límites de los perros.
«Después nos lavamos las manos con agua y con jabón«, les dice siempre la encargada del programa.
Por su parte, la directora del hospital destacó: «estamos convencidos de que la interacción con los animales genera menos estrés en las personas y convierte los ambientes en lugares más favorables». Explicó que “los perros transforman los espacios hospitalarios. Reducen el estrés y generan ambientes más cálidos».
De hecho, en ocasiones han ingresado incluso a consultorios para acompañar a los niños en procedimientos médicos. «Se genera un ambiente más favorable para los pacientes y también para los animales porque son animalitos rescatados que al interactuar con los niños genera un doble efecto», señaló.
Actualmente son solo Andy y Burlete quienes trabajan en el hospital. Aunque también ha participado Naomi, otra perra rescatada y Rito, un gato que también salvaron de maltrato. Sin embargo, ya se están preparando nuevos agentes para sumar al equipo.
Es que Andy y Naomi se jubilan a fin de año. «Nosotros decimos que los pasamos a jubilación, pero para ellos es un divertimento esto«, comentó Ferracioli. «Se quedan con nosotros y no se van a dar en adopción porque son parte de nuestra familia», indicó.
Burlete no se quedará solo. «Estamos preparando a otros perritos que sacamos de maltrato para que también lo acompañen a él«, contó la funcionaria.
El programa ha dado resultados más que buenos y ha demostrado que el vínculo entre el humano y los animales es beneficioso para ambos. Una conexión especial y transformadora que se ve reflejada con cada miércoles de visitas.
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