Amplificadores: el equipo de adolescentes de Neuquén que trabaja en prevención del suicidio
Coordinan talleres en escuelas secundarias para chicos y chicas de su misma edad. Buscan, a través de juegos, desmontar mandatos y tabúes.
-Uno de los mitos más frecuentes es que mayormente se suicidan mujeres, y si vamos a las estadísticas es todo lo contrario: se suicidan muchos más hombres que mujeres. Por la sociedad, por cómo es el hombre en la sociedad, por cómo se tiene que plantar ante el mundo, explica Brisa.
–Tienen más presión social, interrumpe Damaris.
-Son más juzgados en todo caso, son más de reprimir todo, no muestran las emociones. A mí también me cuesta mucho mostrar, llorar, decir que estoy mal. Porque siempre si me van a preguntar estoy bien, y ahí quedó, aunque la esté pasando mal. Puede ser el peor día de mi vida y te voy a responder «bien» si me llegan a preguntar como estoy. Son temas sociales, más que nada también el tema de los abuelos, de la crianza. Antes era muy diferente: el hombre tenía que hacer todo y la mujer en la casa. Los abuelos no lo cambian mucho, se lo pasan a los padres y a los hijos y así sucesivamente. Me tocó un padre así la verdad, machista, pero bueno yo no quiero ser eso, afirma Enrique.
Ariadna se mantiene en un atento silencio.
En una de las oficinas que se construyó en la exU9, cuatro adolescentes hablan de suicidio. Un tema tan cotidiano como subterráneo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó que es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años en las Américas.
Brisa tiene razón: el 79% de los suicidios ocurren en hombres. La tasa ajustada por edad entre los varones es más de tres veces superior a la de las mujeres, según la OPS.
Se formaron como «Amplificadores», un proyecto de la subsecretaría de Niñez y Adolescencia de Neuquén en el que aprenden herramientas de prevención para luego coordinar talleres en escuelas secundarias, dirigidos a chicos y chicas de su misma edad. Son una suerte de replicadores. No dan charlas, ni son solemnes, sino que utilizan juegos.
«En el taller trabajan en mitos, el silencio entre pares, mandatos sociales, factores de riesgo y de protección», asegura Rosario Osés, una de las capacitadoras, junto a Analía Jara y Federico Pato.
«Los sacamos de un lugar de superhéroes o heroico, es que tengan herramientas para esa primera escucha, saber qué hacer si algún amigo o amiga les dice que está pensando en el suicidio», agrega.
Hasta ahora hay 15 adolescentes, entre 14 y 18 años, del Cpem 48, la Epet 7 y San José Obrero, entrenados para ser talleristas. Cuando van a las escuelas siempre hay un adulto de referencia. Algunos les toca preparar los juegos, otros enseñar las reglas. Cada uno encuentra su lugar.
El propósito es doble: mostrar que pueden liderar encuentros enfocados en salud mental y que están comprometidos.
«Vengo de una familia que tuvo procesos de suicidio y es como muy difícil apoyarlos si no tenes las herramientas necesarias. Entonces mi primer punto fue desde ahí. De empezar a poder comprender a la persona que está en esa situación», señala Brisa.
Dice que el taller le significó mucho a nivel personal, por ejemplo, a entender que el suicidio no era algo «genético» o hereditario. «Me ayudó en la confianza en mí misma también, me tiraba abajo sola», plantea.
Marca que los chicos y chicas se abren más cuando las ven. Se involucran y son más participativos. «Se engancharon la verdad», suma Enrique.
¿Qué es lo más importante que tenemos que hacer cuando alguien tiene una idea de suicidio? «La persona que es la oyente tiene que saber que todo el proceso de suicidio no es una idea o no es un pensamiento que tiene un día, sino que tiene fases, tenemos que ser muy observadores a cómo está la persona. Tenemos que ser conscientes de que tenemos que crear un ambiente de confianza, si esa persona está pasando por ese proceso y no tiene una confianza en un adulto, ahí es donde entra nuestro rol», responde Brisa.
Rosario sostiene que no van a las escuelas pensando que los chicos y las chicas no saben nada del tema. «Vemos que información que tienen es buena y cuál es errónea, eso es fundamental», destaca.
En los colegios a veces el taller funciona como el primer momento de descarga. Ahí la continuidad la dan las asesoras pedagógicas, si ven que es necesario comunicarse con salud, por ejemplo.
Generalmente cuando terminan invitan a que puedan ser amplificadores. Damaris enfatiza: «nada va a durar para siempre, todo tiene una forma de resolverse, aunque sientan que estén solos». Enrique recuerda una frase: «el suicidio es una solución permanente para un problema pasajero». «Eso, ¡por favor póngalo!», pide Brisa.
En una de las paredes derruidas del patio interno de lo que fue una cárcel federal de máxima seguridad está pintado en naranja la palabra «LATE». Es un mural que hicieron estudiantes de El Cholar sobre suicidio. Alrededor, en amarillo, rojo, negro, violeta, azul, una superposición de manos, caritas felices, algún corazón o flor y mensajes en mayúscula o cursiva: «nada está escrito en piedra», «si hay un granito de luz hay amor y vida», «no todo se fue a la mierda».
¿Dónde me puedo anotar si quiero ser tallerista?
El 13 y el 22 de septiembre se realizarán dos nuevas capacitaciones para adolescentes que quieran ser amplificadores.
La convocatoria es abierta. Para conocer más acerca de la propuesta pueden escribir a las redes sociales de la subsecretaría de Niñez y Adolescencia en Instagram y Facebook.
Si necesito ayuda
*Los hospitales Heller y Castro Rendón de Neuquén capital cuentan con guardias activas interdisciplinarias de salud mental, las 24 horas. En el caso de Bouquet Roldán es de 8 a 20 horas. También se pueden consultar en los centros de salud y hospitales del interior.
*Llamar a la línea de contención en salud mental y adicciones, al número 299-5358191.
*El SIEN tiene atención de emergencias para salud mental y consumo problemático de 8 a 20 horas, a través del 107, todos los días.
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