Alejandro, el apasionado locutor que dedicó su vida a Radio Nacional en la Patagonia más austral

Durante 23 años, acompañó a oyentes de Chubut y Santa Cruz. En el Día de la Radio, habló de la crisis del medio y la “muerte súbita de la fantasía”.

“En el registro civil de Río Turbio soy el número 13”, cuenta con orgullo el locutor Alejandro Ariznabarreta, hijo de una familia pionera en esa localidad carbonera de Chubut.  

Su madre lo trajo al mundo un 5 de noviembre, hace 69 años. La mujer fue una de las primeras docentes del pueblo, maestra de los hijos de inmigrantes europeos que huían de la guerra: rusos, italianos y alemanes, quienes tenían el desafío de aprender castellano. Nacida en Bariloche, Río Negro; la mujer, sus 93 años, soporta hoy en día el crudo invierno del fin del mundo, en Ushuaia, Tierra del Fuego.  

Al terminar el secundario, Alejandro tuvo la posibilidad de embarcarse a seguir una pasión que tenía desde chico: la radio. Con el micrófono bajo el brazo -y una experiencia adquirida en su adolescencia- inició la carrera de Locución en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), muy lejos de casa, en Buenos Aires.  

La primera salida al aire en su vida fue a sus 15 años, en agosto de 1971, cuando transmitió en vivo desde Río Turbio la cobertura de los Juegos Intercolegiales para una radio de Río Gallegos, LU14. 

Cuando se recibió del terciario, ingresó a trabajar a Radio Nacional y acompañó a los oyentes patagónicos durante 23 años. Primero en su pueblo natal, en Radio Nacional Río Turbio y luego pidió su traslado a Perito Moreno, Santa Cruz, donde vivió hasta 1991.  

La emisora se fundó el 4 de diciembre de 1971, LRA 18, frente a su casa de la infancia. “La primera versión (de porqué entró) es que me busqué un trabajo cruzando la calle”, dijo entre risas. Lo cierto es que -un ser extremadamente social como Alejandro- es amante de la comunicación y la palabra. 

Alejandro junto a su esposa.

De niño había tenido algunos trastornos cognitivos y dificultades en la escritura, que se expresaban en la alteración de consonantes y errores ortográficos; por lo que desarrolló un talento especial por la comunicación oral, según relató el mismo en una entrevista con Diario RIO NEGRO.   

Casi toda su trayectoria en Radio Nacional fue durante gobiernos dictatoriales, inclusive su paso por la institución terciaria fue durante el golpe de Estado de Videla – Viola. “Nosotros veníamos con la disciplina del colegio secundario, entonces yo no lo sufrí”, contó. 

En 1976, eran 350 los aspirantes para ingresar al ISER, uno de ellos era él. A la semana y media de haber empezado a estudiar ya estaba trabajando como notero en Radio «El Mundo». A los 21, finalmente se recibió.  

Apenas entró al ISER, aprendió de sus mejores maestros que el mejor oyente de radio es el de la Patagonia, porque en los 70, consumía un promedio de dos o tres horas por día de radio. “Lo único que tiene es la radio, el hombre que está en el campo, el puestero o el estanciero, o en el pueblo sin televisión, sin energía eléctrica”, expresó.

Lo particular del ejercicio de la locución en la Patagonia, era que podía estar escuchando alguna persona, o a lo mejor no había nadie del otro lado; debido a la baja densidad poblacional. En lugares como Santa Cruz se calculaba medio habitante por kilómetro cuadrado.  

Junto a su nieta en Río Gallegos.

“Desprovisto de esa necesidad o esa presión cuantitativa del marketing y de la cantidad de gente que te escucha, y del ego que eso acarrea, trabajabas cómodo, sin presión, y te dabas el gusto de hacer lo que vos querías», admitió Alejandro y contó que en las casas patagónicas, la radio se podía escuchar de noche cuando llegaban las emisiones del norte del país, principalmente desde Buenos Aires.

La función de la radio que él reivindica era fundamentalmente educativa y formadora, debía incentivar “el ser nacional”, desde la cultura, los símbolos y emblemas patrios.  

“Radio Nacional cumplía esa referencia en la Patagonia como un hecho de presencia y de unión nacional. Estamos hablando de lugares dispersos, con culturas totalmente disímiles y con un ser humano en un 90% ajeno al lugar”.

Alejandro Ariznabarreta, locutor trabajó en Radio Nacional, de Río Gallegos.

Ahora, ya retirado de la locución de radio, se dedica su hobby como radioaficionado y es amante del ciclismo. Es autor del libro “Santa Cruz, el Heráculo de los Dioses”. 

Alejandro junto a sus tres hijos.

Desde su casa, se comunica con otros radioaficionados del mundo. Pese a que disfruta de hacerlo, admite que le encantaría volver a hacer un programa, “pero me tendría que poner ciertas pautas de autocensura”, dijo entre risas, ya que está convencido de que, al crecer en años, las personas pierden ciertos filtros. 

La crisis de la radio y “muerte súbita de la fantasía” 


Para Alejandro, la radio entró en crisis sin darse cuenta y “se suicida” cuando permite que «el interés político para la manipulación del pensamiento y la acción del voto, se adueñen de las transmisiones».  

“Cuando el operador, el manipulador político, se disfraza de periodista e invade las radios y la televisión, muere la radio, la televisión y muere el periodismo. Hoy eso es muy evidente, tenés la grilla de Televisión de Buenos Aires, que ya sabés que tal canal responde a tal interés político y comercial», postuló.  

“Eso originó la muerte súbita de la fantasía, el encanto, la compañía, la cosa ingenua, la cosa bella de la radio, desaparece la radio para convertirse en una máquina que te oriente cada cuatro años que votes a fulano”.

Alejandro Ariznabarreta, locutor trabajó en Radio Nacional, de Río Gallegos.

La actualidad de Radio Nacional: «La quieren cerrar»


«La quieren cerrar ahora porque consideran que es obsoleta. Hay otra Argentina, hay otros intereses», dijo el propio locutor sureño sobre la actualidad de Radio Nacional. En su opinión, se debe a que “hay todo un proceso de des culturalización del ser nacional”.

Se busca “erradicar culturalmente todas las referencias que le indiquen en el ser nacional, desde su historia, su geofrafía, su pertenencia. Esto es muy grave”, dijo. Y para él, pasa puntualmente en la región patagónica, un sitio estratégico y codiciado ante los ojos del mundo.

La Patagonia es el único de los desiertos del mundo con condiciones fantásticas, que produce energía, que produce alimentos. Tenemos que ser pocos y no tenemos que ir de acá, ¿no?”, se preguntó en tono irónico sobre la trama oculta de las políticas vigentes.  


Día de la Radiodifusion Argentina: por qué se conmemora 


El 27 de agosto de 1920 se realizó en la terraza del Teatro Coliseo la primera transmisión radial del mundo. El radioaficionado Enrique Susini, junto a sus amigos César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica dieron inicio a la radiofonía argentina cuando transmitieron la ópera Parsifal desde la terraza.

Así nacieron “Los Locos de la Azotea”, quienes, sin quererlo, produjeron aquel día; la primera estación de radio del país, conocida como LOR Radio Argentina. En conmemoración a esa jornada histórica, se decretó el 27 de agosto como el Día de la Radio, durante el Primer Congreso Internacional de Radio en 1934, en Buenos Aires.  

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