10 claves para entender por qué crece el caudal de los ríos
El agua sube y trepa a orillas a las que antes no llegaba.
El temporal que afecta la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro podría darles nuevamente a los ríos de la cuenca del Negro caudales extraordinarios. Para recibirlos es preciso bajar los niveles de los embalses y la única manera es con erogaciones hacia los valles.
Es la segunda vez que un episodio así obliga a realizar maniobras sobre las presas que frenan o desvían los ríos, y sus embalses. En junio, el río Neuquén llegó a la Confluencia neuquina y el Alto Valle rionegrino con niveles muy superiores a los que se habían registrado en los 17 años anteriores.
Las quejas de los pobladores ribereños, más allá de la demanda de asistencia del Estado, es por lo que consideran que es un exceso en la liberación de agua hacia los valles.
Desconfían de la información que dan las autoridades o, en el mejor de los casos, creen que los privados que operan las hidroeléctricas no tiene regulación estatal y se manejan con criterios estrictamente económicos en la generación de electricidad.
En esta nota hay información que ayuda a entender lo que ocurre hoy en el norte de la Patagonia.
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- Los grandes ríos
La cuenca está conformada por dos grandes ríos, el Limay y el Neuquén, que en la zona de la Confluencia forman el Negro. El primero llega desde el lago Nahuel Huapi, en el sur cordillerano de ambas provincias, y recibe el potente aporte del Collón Cura. El segundo nace en el norte de Neuquén.
Tienen caudales medios diferentes: el Limay alcanza un promedio anual de 650 metros cúbicos por segundo y el Neuquén, de 280.
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- Las obras que hizo Nación
Desde finales de década del 60 hasta principios de los 90 el Estado nacional construyó cinco presas en el Limay y un complejo de cuatro presas y dos embalses en el Neuquén. Gracias a eso, las ciudades ubicadas aguas abajo pudieron avanzar sobre las riberas, una zona que hasta entonces era muy peligrosa porque los ríos llegaban sin regulación y nada morigeraba las crecidas.
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- El modelo de la privatización
El modelo de operación original y luego establecido en los contratos de concesión, en 1992, cuando se decidió privatizar las presas, establece que en verano los embalses pueden tener niveles altos pero en invierno deben reservar una parte de su capacidad para absorber aportes de lluvias y deshielos. Hay tres niveles: la franja de operación normal, la franja de atenuación de crecidas y la franja de operación extraordinaria. Y para cada una hay un manual.
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- La crisis de principio de siglo
El cambio climático trastocó todos los modelos y la sequía, con cambios espasmódicos como los que se están viendo este año, fue la regla. La crisis de oferta de electricidad de principios de este siglo también le quitó a la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), que se encarga del manejo del agua, capacidad de maniobra, y le dio prioridad a la generación, con la premisa de guardar agua para el verano. El manual ya no se aplica de manera estricta, aunque hay barreras que no se cruzaron, como la de abrir las compuertas en verano por encima del límite para proteger las napas de las chacras.
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- Una decisión condicionada
Con la crecida del río Neuquén de junio el plan debería haber sido un aumento de los caudales hacia los valles muy superiores a los que se permitieron, con la finalidad de aliviar Los Barreales y Mari Menuco ante la eventualidad de un nuevo temporal en el norte de la provincia, donde hay cumbres altas y muy poca vegetación para absorber lluvias y deshielos. Pero lo poco que dejaron pasar por las compuertas complicó de tal manera las riberas de las ciudades que optaron por el gradualismo.
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- Los caudales son un promedio
La información de los caudales que eroga cada presa del día anterior están expresadas en metros cúbicos (equivalentes a 1.000 litros) en un lapso de un segundo. Pero se trata de un promedio diario. Hora a hora, un caudal medio diario de 400 metros cúbicos por segundo, por caso, tiene picos de 420, como ocurrió el miércoles pasado a las 3 de la madrugada en el río Neuquén desde el dique El Chañar, según los registros de la AIC. Ese caudal bajó a 395 a la hora siguiente.
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- "El agua no es boluda"
Después de dos décadas de sequía, el río va cambiando, pero también hay una incidencia clave de la intervención humana, con rellenos, avances, eliminación de canales y ocupación de cauces secos. “La configuración del río ha cambiado mucho luego de tantos años de caudales bajos, tanto por causas naturales como antrópicas”, explicó Julio Porrino, secretario de Fiscalización de la AIC. Otro especialista, Carlos Yema, lo resumió años atrás con palabras menos técnicas pero igual de eficaces: “el agua no es boluda” y siempre va a ocupar en algún lado el espacio que le quitan por el otro.
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- Las suspicacias de siempre
La circunstancia de tener dos situaciones meteorológicas atípicas en tan pocos meses ocurre justo cuando las hidroeléctricas están jugando tiempo de descuento en el plazo de sus concesiones, otorgadas hace 30 años y prorrogadas ahora por unos meses. La suerte de esos contratos se definirá cuando asuma un nuevo gobierno nacional. Mientras tanto sobran las suspicacias sobre el papel de los operadores privados en el manejo de los caudales.
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- ¿Con lluvia o con nieve?
Lo que observan ahora los especialistas es si el temporal en la cordillera será con lluvia o con nieve. Será clave para saber si, como se estima, el río Neuquén llegará a la zona de Añelo con caudales de 4.000 metros cúbicos por segundo (hoy tiene apenas 300) y si el Collón Cura aporta al Limay 2.500 metros cúbicos por segundo (tiene ahora menos de 800).
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- Normas que deben revisarse
Con el nuevo escenario que se abre con el fin de las concesiones, será clave el rediseño de las normas de manejo del agua para adaptarlas a los cambios tremendos en el clima. El uso humano (riego, nivel de las napas, potabilización y dilución de residuos cloacales crudos que se siguen arrojando a los ríos) tendrá que ser una nueva prioridad. Sin licencia social poco se podrá avanzar.
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