Samanta Schweblin muda su inquietante universo al cine con «Distancia de Rescate»
De la mano de la directora peruana Claudia Llosa, la escritora argentina trasladó su primera novela al séptimo arte. Juntas escribieron el guión de la película que se presentó en el Festival de San Sebastián y en octubre estrena en Netflix.
La indagación sobre maternidades en tensión y el trasfondo ligado a la pesadilla agrotóxica que Samanta Schweblin plantea en “Distancia de rescate” reaparece en la adaptación cinematográfica de la premiada novela que la realizadora peruana Claudia Llosa emprendió a partir de un guión escrito a cuatro manos con la escritora argentina.
El film, protagonizado por Dolores Fonzi y la actriz española María Valverde, tuvo su bautismo de fuego ayer en la sección oficial de la 69ª edición del Festival de Cine San Sebastián, paso previo a su estreno por la plataforma Netflix el próximo 13 de octubre.
“Distancia de rescate” no es una historia más dentro del corpus de la escritora argentina: es su primera novela, la que desbordó los límites y las posibilidades del cuento, hasta entonces su formato fetiche.
Pregunta- Durante mucho tiempo te negaste a ceder la historia para que se convierta en película. ¿Por qué aceptaste la propuesta de Claudia Llosa y cómo fue el ritual de trabajo que establecieron?
Respuesta- Es verdad, tuve varias ofertas interesantes. Pero, al contrario de lo que me pasó con otras historias, ésta me costó mucho soltarla. Sentía que había algo muy delicado que, si no estaba en las manos apropiadas, se podía romper. Pero con Claudia fue conocerla y estar segura de que podía confiar en ella. Tanta confianza me dio que yo ya había decidido avanzar con ella incluso antes de que me propusiera escribir la adaptación juntas. El ritual de trabajo fue muy intenso. Nos reunimos por Skype durante más de un año, ella desde Barcelona, yo desde Berlín, unas cuatro horas cada día. Algunas veces también viajábamos, para hacer semanas de escritura presenciales.
P- Distancia de rescate trabaja en una suerte de grieta viscosa entre realidad y ficción ¿En algún momento cuando se planteó la posibilidad de hacer la película surgió alguna preocupación en torno a cómo sostener visualmente esa ambigüedad? ¿Qué matices le otorga la dimensión visual a esta historia?
R- En la adaptación trabajamos muy atentas a que ambas lecturas fueran posibles. De hecho, creo que cada lectura aporta información y emociones distintas, y no creo que la película hubiera funcionado solo con una de ellas. Otra vez, como cuando escribo ficción, fue como caminar constantemente sobre una cornisa de estas dos realidades. Claro que lo visual vuelve a la literatura mucho más concreta, y eso hizo que el desafío nos pusiera entre la espada y la pared varias veces. Y fue también aceptar que la película no es el libro, por más fiel que sea, y creo que esta lo es bastante, el cine trabaja de otras maneras y a veces requiere otros recursos.
P- La pandemia a su vez dislocó la manera de leer los géneros y para algunos el fantástico o el terror se transformó en el nuevo realismo. ¿Quedó al descubierto la precariedad de ciertos relatos tranquilizadores sobre los que edificamos una “normalidad” que es mucho más endeble de lo que parece?
R- Me acuerdo de un meme de esos días que se vio en muchas librerías, que decía algo así como “atención estimados clientes, los libros de ciencia ficción se han mudado ahora a la sección de actualidad”. Y sí, creo que la pandemia puso en crisis nuestra idea de la normalidad y de lo cotidiano, por supuesto. Todo lo que escribo tiene de alguna forma u otra que ver con esto, aceptamos la normalidad como lo real y lo aceptable, pero la normalidad es solo un pacto social y económico, o quizá también el punto intermedio entre mi realidad y la de los demás. Pero nunca es la verdad, nunca podemos pertenecer ni pactar realmente con esa normalidad, es solo una etiqueta, y cualquier cosa que desvele este encantamiento nos resulta muy inquietante.
Agencia Télam
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