Rumbo al volcán Achen Niyeu

Dos runners aventureros llegaron al cráter tras recorrer un sendero de la Huella Andina. Un río de lava petrificada, lagunas y aguas termales en una travesía que vos también podés hacer.

El primer paso fue llegar hasta el camping agreste Curruhué Chico, a orillas del lago, 30 km al oeste de Junín de los Andes por la Ruta 62 que conduce a Chile por el paso internacional Carirriñe. Apenas pasás el puesto de Gendarmería y la casa del guardaparques (aprovechá para informarte sobre el lugar) está el acceso: tiene fogones, agua caliente, baños y una proveeduría en estos días cerrada. No hay luz, ni señal de celular, ni internet. Cuesta $ 35 por día, por persona. Y $ 50 el vehículo.

Al día siguiente, el segundo paso: Andrés y Mónica avanzaron otros 30 km hacia la frontera por un camino sinuoso que conviene transitar con precaución porque hay tramos donde solo pasa un vehículo por vez, entre lengas y cipreses que viran del rojo al amarillo en otoño. Y diez solitarias araucarias que sorprenden a mitad de recorrido.

Estacionaron la camioneta en el camping de laguna Verde (otra opción interesante) y empezaron a trotar por el tramo de la Huella Andina que desemboca en el valle del Lolog en busca del volcán Achen Niyeu, en mapuche lugar que estuvo caliente. Es un sendero rodeado de pehuenes, lengas, coihues y cañaverales, apenas interrumpido por otro pequeño grupo de araucarias. Bien entrenados, le pusieron media hora para unos 10 km.

–Pero se puede hacer caminando a un ritmo tranquilo en unas dos horas –explica él. Antes de empezar a correr recorrieron el río de la lava petrificada de unos siete km de extensión y 2 km en su parte más ancha que más de 400 años atrás bajó del volcán en última erupción para desembocar en el lago Epulafquen.

–Es un escorial impresionante–comenta Andrés, que atesora fotos de lagartijas de distintos colores sobre las piedras y de los bonsái de menos de un metro de altura que crecen allí.

Cuando llegaron a la base del Achen Niyeu les faltaba una hora de ascenso empinado en zigzag por una senda marcada en medio de la arena volcánica para llegar hasta el cráter, a 2.189 metros sobre el nivel del mar. ¿Qué vieron? Un paneo 360 desde allí incluiría el gris de las cenizas en las laderas, el inmenso escorial, el valle que rodea a los lagos, sus aguas transparentes que desde arriba oscilan entre el verde y el celeste, la arena de sus playas y el impresionante Lanín. ¿El cráter? “Tiene uno 50 metros de profundidad y unos 150 de ancho”, describe Andrés.

Luego de una hora de contemplación y fotos siguió el descenso. Y entonces llegó el momento de otra actividad que recomiendan: acercarse a la cascada del Portezuelo, a unos 500 metros de donde hay que salir de la Huella rumbo al volcán.

–Es un salto de agua de unos 200 metros. Es hermoso estar ahí–relata el runner, quien aconseja visitar otro punto del circuito en la zona tras regresar a laguna Verde: los pozos termales naturales de Epulafquen o Lahuen Co, a unos 12 km.

–Todo se puede hacer también en bici, menos el sendero de la Huella Andina. Hay que traer provisiones y se puede tomar agua de los arroyos. Es una linda excursión para hacer con chicos y disfrutar y conocer la fauna y la flora: desde los pájaros carpinteros y las bandurrias a las plantas de frutillas, frambuesas, los piñones que caen de las araucarias y las flores de amancay. Vale la pena.

Escala I

Laguna Verde

Escala II

El Escorial

En números

$ 35

Es el costo por persona en el camping agreste Curruhué Chico, más 50 pesos por auto. Incluye baños, fogones y agua caliente. No hay electricidad.

Datos

Es el punto de salida. Aquí comienza el tramo de Huella Andina rumbo al volcán.
Es un pequeño espejo de agua de origen glaciar a 985 msnm situado a unos 30 km de Junín de los Andes. Atrae a muchos pescadores.
Sus aguas son cristalinas pero las plantas acuáticas le dan la tonalidad que origina su nombre.
Hay un camping agreste.
Un río de lava petrificada acompaña al sendero de Huella Andina.
Tiene unos 7 km de extensión y 2 en su tramo más ancho.
Desemboca en el lago Epulafquen y es recomendable recorrerlo para contemplar los vestigios de la última erupción, hace más de 400 años.
Hay lagartijas de llamativos colores y pequeños árboles, los “bonsáis del Lanín”.
“No hay señal de celular ni internet y te conectás mucho con la naturaleza. Es genial para ir con chicos”,
destaca Andrés. También aconseja recorrer la zona en bici.

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