«Ruido blanco», una novela de rock escrita a cuatro manos
Diego Rodríguez Reis y Facundo Bocanegra cuentan, en esta entrevista con “Río Negro”, la experiencia de escribir ficción en colaboración.
«¿Seguí’ en el Conserva’?”, le pregunta Trompe, verdulero ocasional de una tórrida ciudad que puede ser La Plata, o no, a Orestes, un ocasional comprador de la verdulería a la que fue porque, además de estar hastiado en su departamento, le llamó mucho la atención su nombre: “El Destino”.
Esa pregunta será el comienzo de una amistad entre Trompe, antes conocido como Eleno, y un viejo y ocasional compañero de conservatorio. Una amistad que ellos desconocen que sucederá (¿sucederá?), tanto como los propios autores de “Ruido Blanco” (Ediciones de la Grieta, 2019), la novela escrita a cuatro manos por Diego Rodríguez Reis y Facundo Bocanegra.
“Nos dimos cuenta de que, en realidad, estábamos contando la historia de una naciente amistad”, reconoce Rodríguez Reis, en un diálogo telefónico a dos voces, desde Villa La Angostura.
“Ruido Blanco” es la historia de un encuentro entre dos tipos que alguna vez rozaron sus vidas en una experiencia común, estudiar música en un conservatorio, pero que rápidamente se alejaron uno del otro hasta ese (re)encuentro en la verdulería, que no por nada se llama “El Destino”.
Orestes, un obsesivo académico de la música, pero con los canales creativos totalmente bloqueados , encontrará en Trompe, un intuitivo de la vida, pero sobre todo un genial músico, el combustible que sus propia existencia necesitaba con desesperación.
“Ruido blanco” es el resultado de varias cosas, pero sobre todo de un texto que Bocanegra llevó una vez al grupo literario “Alamberse!”, que periódicamente se reúne en la biblioteca “Osvaldo Bayer”, de Villa La Angostura. “Parte de nuestra dinámica de trabajo en el grupo es leer y trabajar con esos textos que estén a mitad de camino y que le estamos buscando una vuelta de tuerca a su estructura”, recuerda Rodríguez Reis. “En uno de esos encuentros surgió un texto de Facu. Vimos que tenía principio, tenía sustancia y casi como un desafío nos propusimos escribir una novela a cuatro manos”.
“Nuestro desafío era terminar algo que tenía muchos principios, pero ningún final”, acota Bocanegra, a quien su compañero de escritura define como “un generador compulsivo de primeros capítulos” (risas).
“Después de cinco primeros capítulos, decidimos avanzar con esta historia”, destaca Diego. “Fuimos encontrando los personajes de Trompe y Orestes, no fue parte de la idea original que sean amigos, sino que se dio con el fluir de la historia. También se fue música”.
El rock nacional tiene una presencia insoslayable en la novela y no sólo porque su título, y uno de sus veinte capítulos, remite al título de un disco de Soda Stereo, sino porque cada capítulo se titula como un disco o una canción. Así las cosas, nos encontramos con “Filosofía Barata y Zapatos de Goma”, de Charly García; “Cementerio Club”, de Spinetta;“La pieza de un amigo”, de Sr. Tomate; “Juguetes perdidos”, de Los Redondos; y “Por tres monedas”, de Peligrosos Gorriones”, entre otros.
“Quisimos que la música fuera el sonido ambiente de lo que va ocurriendo en cada capítulo. Por eso, las canciones no son azarosas, tiene un sentido”, explica Rodríguez Reis, quien revela que el nombre de la novela
“fue casi lo último que apareció en esta aventura de escribir una novela a cuatro manos”.
¿Cómo fue esta aventura? Hasta la mitad de la novela, las cosas estaban claras: Diego se encargó de Orestes, en una primera persona que es casi un diálogo interior. En cambio, Facundo desarrolló un Trompe en tercera persona. El problema para este trabajo en colaboración fue cuando ambos personajes convivieron en los capítulos.
“Todas las libertades que tuvimos en los primeros capítulos, las perdimos desde el capítulo 6 en adelante (risas)”, afirma Rodríguez Reis. “Estuvimos dos años escribiendo. Hubo parates importantes de meses en los cuales nos tuvimos que sentar y volver a direccionar la historia y los personajes. Tuvimos que organizar el registro lexical de cada uno”.
¿Siempre funcionó el proyecto a cuatro manos? “Facundo y yo somos amigos”, responde Diego y se apoya en “Arte en colaboración”, un texto de Alejandro Dolina incluido en “Crónicas del Ángel Gris”. “Dolina dice que para escribir algo con alguien, primero hay que compartir una vida, desgracias, alegrías. Recién después se puede escribir ese libro, pero la realidad es que la historia, la aventura verdadera ya terminó”. Y recuerda: “Hubo discusiones, largos períodos de aislamientos, pero nada que no sea parte de una amistad”. “Gracias a que Diego no abandonó, yo tampoco” (risas), acota Facundo.
Orestes, obsesivo y solitario de una vida trabada en la falta de inspiración para crear música alguna, se cruza con el intuitivo y genial Trompe y su banda, a la que Orestes se suma sin querer y sin saber que allí, entre esos músicos sin formación pero que juntos suenan increíble en el ruinoso e infernal boliche Vevé, encontrará al menos un motivo (y eso en Orestes es muchísimo) para seguir.
“Llevábamos un tercio de la novela y no habíamos decidido que iban a ser amigos y que iban a tocar en la misma banda”, dice Diego. ¿Se hicieron amigos? ¿Tocan en la misma banda o aquello fue la colaboración de una noche? ¿Y qué fue de la dealer? Demasiadas preguntas y mucho por responder y resolver como para que no haya un próximo “Ruido blanco 2”. Por las dudas, “Facu ya arrancó un primer capítulo como es su tradición (risas)”, acota Diego. “Un ‘Ruido Blanco 2’ que todavía no vi”.
La presentación
“Ruido blanco” será presentado este sábado a las 19, en el Espacio Cultural “Manuel Belgrano” (Los Maquis 233, Villa La Angostura). La presentación estará a cargo de la escritora Cecilia Fresco y Daniel Tórtora, director de Ediciones De La Grieta. Músicos invitados: Bernabé Arrighi, Juan Duchowney, Lucas Giotta, Gustavo Tustanoski, Osvaldo Samma y el Taller de Ensamble del Espacio Cultural, quienes interpretarán temas de la historia del rock nacional.
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