Ritmos urbanos: entre los viejos prejuicios y los nuevos desafíos
Trap, rap, reggaetón y nuevas fusiones musicales ponen a prueba a los productores musicales. Martín Kano habla de los cambios en la industria musical.
La explosión a nivel mundial de los ritmos urbanos, con su fuerte correlato en la escena local, obliga a un replanteo de los productores musicales en la forma de abordar su labor, radicalmente distinta a los modos habituales que suponía el hecho de grabar a una banda en vivo.
En tal sentido, la relación entre el productor y un artista tradicional basada en un trabajo conjunto para encontrar la mejor forma para una obra mutó al punto de convertir al hombre habitualmente sentado frente a la consola en compositor principal.
Pero incluso, esta tarea de composición se limita en muchos casos a la elección de sonidos preestablecidos, agrupados en lo que se conoce con el nombre de librerías.
“Una banda de rock crea la canción y el productor la pule. Trabajás con ellos en la previa, la preproducción. Pero con un artista de música urbana se trabaja desde otro lado. El productor se convierte prácticamente en un big-maker. Le presenta la obra al artista y él se monta sobre la canción”, explicó a Télam Martín Kano, un profesional de amplia experiencia en distintos géneros.
“Antes era más artesanal el trabajo pero desde que se instaló la música urbana, hay librerías donde entrás y tenés todo armado: ritmos de reggaetón, melodías. Con un poco de criterio y sabiendo ordenar estas herramientas, cualquiera puede armar algo. Un productor sólo tiene que armar el rompecabezas”, explicó.
Kano puntualizo que muchas de las canciones que hoy suenan en el “mainstream” fueron confeccionadas de esta manera y, en muchos casos, sólo se recurre a un músico sesionista con el fin de darle un toque “más natural, más orgánico” a la canción, tal como ocurrió, por caso, con el megahit “Despacito”.
Según su visión, la aparición de artistas como los argentinos Wos, Paco Amoroso y Ca7riel permite un cruce entre ambas modalidades que toma elementos de ambos mundos, hasta el momento aparentemente irreconciliables.
“Ellos siguen fusionando esas librerías de música urbana con elementos de rock y eso es buenísimo. Creo que esa es la clave de su éxito, porque el rock en argentina es parte de nuestra sangre. Este es un país roquero y esta fusión trae la nostalgia del rock al rap”, sintetizó.
Esa nostalgia no se quedó sólo ahí. Por caso, un viejo conocido del ambiente roquero de los ochenta como la máquina de ritmos Roland 808 volvió a tomar protagonismo en este auge del género urbano.
Allí es donde las declaraciones en sus charlas en la Argentina de Emerick, el mago del sonido beatle, respecto de que nunca hubiera podido trabajar con un artista como Justin Bieber, o las críticas de Charly García al autotune en una entrega de los premios Carlos Gardel parecieran sonar demasiado extremas.
En el caso del hombre del bigote bicolor, más aún, si se tiene en cuenta su disco más rupturista y polémico al momento de su edición, como lo fue “Clics Modernos”, con sus sampleos extraídos de un menú que ofrecía, por ejemplo, el famoso grito de James Brown utilizado en “No me dejan salir”.
“Son mundos diferentes, pero precisamente se trata de sacar lo mejor de cada uno de ellos”, medió Kano.
Como ejemplo, el productor graficó la manera en que decidió encarar la grabación de “Te pido perdón”, uno de los últimos lanzamientos del rapero Dozer. “Es una canción en donde él canta y rapea. Lo que hice fue poner autotune en la parte donde canta para tener el efecto que se usa en el estilo; pero dejé limpia la voz en la parte donde rapea para se entienda el mensaje”, sintetizó.
Tal vez, este camino iniciado por los citados Wos, Paco Amoroso y Ca7riel sea el que permita acercar a productores, músicos y público tradicional a las nuevas tendencias. Un desafío necesario para no estancarse en el pasado ni sucumbir a modas vacías en la desesperación por no perder el tren.
¿Quién es Martín Kano?
Egresado de la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA), Martín Kano supo pisar fuerte en ambos mundos, con hitos como el de ser el único productor sudamericano que trabajó con el legendario Geoff Emerick, ingeniero de sonido de Los Beatles; o su actual compromiso de grabar a Dozer, el rapero ganador de la edición 2018 de la Red Bull Batalla de los Gallos.
En ese andar profesional, este productor cuenta en su haber con dos premios internacionales, uno de ellos en Ecuador, un equivalente a los Gardel de aquí, por su labor con la artista local Rebeca; y otro en los Latino Chicago Awards, por su trabajo con la cantante argentina Lara Torres.
Pero también fue el responsable de las charlas en nuestro país del propio Emerick, apenas unos meses antes de su muerte; del ingeniero de sonido de Coldplay Michael Brauer y de la artesana detrás de grabaciones de The Strokes Sylvia Massy.
Télam
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