Río Negro y Neuquén son parte del boom de los invernaderos familiares

La crisis acelera la toma de conciencia de la soberanía alimentaria. La región no queda excepta del fenómeno nacional.

Familias de productores que llevan adelante emprendimientos agroecológicos desplegados por las provincias de Jujuy, San Luis, Neuquén, Santa Cruz y Río Negro resaltaron la labor que desarrollan en relación respetuosa con la tierra para llevar alimentos saludables a la mesa de los argentinos.

En Santa Fe, un grupo de diez vecinos y vecinas autoconvocados de la ciudad de Rosario lleva a cabo desde 2013 un proyecto de huerta agroecológica para el autoabastecimiento llamado «Flor de Huerta», ubicado en el parque del Hospital Gabriel Carrasco.

Uno de los encargados de la huerta, Nicolas Bello, contó a Télam que «nuestra huerta está ubicada en el macrocentro, es un pulmón verde con todos los beneficios que conlleva tener un nicho de biodiversidad en mitad del cemento».

El cultivo familiar ayuda económicamente porque es difícil hoy tener una dieta con los precios altos que existen. Comer saludable y sano es posible.

Miguel Sandoval y Ezequiel Calfupán, vecinos de Viedma.

«Generamos alimentos respetando los ciclos ecológicos, sin químicos, con alto valor nutricional y cercanos a los y las vecinos evitando así el impacto en la huella de carbono producto de transportar alimentos», señaló.

«Hay que rotar a un modo agroecológico si queremos alcanzar una soberanía alimentaria plena, alimentos de excelente calidad y en definitiva una mayor calidad de vida para todos y todas», enfatizó.

En Neuquén, por su parte, hay un grupo reducido de productores en San Patricio del Chañar con un manejo orgánico de la tierra, en tanto en Centenario se desarrolla otra experiencia de estas características cuyos productos se denominan «Canasta Flor Dorada» y en Vista Alegre una pareja de agrónomos produce horticultura agroecológica bajo la marca «Buena Vida».

En Jujuy, se destaca el proyecto Mikuna que se ocupa de adquirir productos agroecológicos de la región de la Quebrada de Humahuaca y Puna jujeña para la producción de barras de cereales como también para la elaboración de diversos productos gastronómicos que se ofrecen en un bar ubicado en pleno centro de la capital provincial.

«Trabajamos con productores agroecológicos de distintos tipos para que provean a nuestra cadena de valor», dijo a Télam Agustín Mayorga, titular del emprendimiento, quien adelantó que a fin de año lanzarán la primera barra de cereales totalmente orgánica realizada en Jujuy.

Mayorga rememoró que la actividad agroecológica con vistas a su comercialización inició en 2014 y con el tiempo fue acaparando a distintos productores que se sumaron en la provincia.

«Los comuneros de la región de la puna trabajan con las semillas y huertas de verduras, mientras que en la localidad quebradeña de Uquía un grupo de productores, sumado a gente de la agricultura familiar, formaron redes de producción», agregó.

En San Luis hay representantes de la neoruralidad, jóvenes que optaron por dejar la vida en la ciudad e instalarse en el campo con emprendimientos de granjas, con los que el campesinado articula en ferias y saberes, lejos de la «agricultura orgánica de exportación, la lógica mercantil de la ganadería concentrada o los monocultivos», según explicó el ingeniero Fernando Frank, técnico de la secretaría de Agricultura Familiar en San Luis.

A su vez, Pablo Pensotti, desde el subprograma de Auto Consumo Frutihortícola, Capacitación y Concientización, dependiente del Ministerio de Producción de San Luis, afirmó que la provincia está decidida a «educar en la materia para lo que cuenta con 2 módulos productivos, un banco de semillas, producción de plantines, compost y humus», destinado a huertas escolares y comedores comunitarios.

El docente resaltó que «la pandemia nos permitió llegar con la capacitación a todas las escuelas digitales de San Luis de educación pública y de adultos, para dejar sentadas las bases de esta forma productiva y desterrar la idea de la huerta en el fondo de la casa, para sumarle a esos espacios, los colores de las flores y el perfume de las aromáticas».

En Santa Cruz, Gustavo Escobar hace 12 años produce verduras de hoja hidropónicas, en esta época lechuga (crespa y morada) y rúcula, con tres equipos montados en el predio de la Asociación de Productores Frutihortícolas y otros cuatro equipos de hidroponía en su chacra, donde proyecta instalar otros dos.

«Cuando se podía vendíamos en la feria de productores locales y ahora estoy vendiendo entre 2000 y 4000 paquetes en minimercados», dijo y explicó que a partir de la pandemia «la venta en el galpón no se pudo continuar, aún hoy no se avanza con los protocolos y somos 5 o 6 los que vivimos de esa producción en Río Gallegos».

Miguel Sandoval y Ezequiel Calfupán son dos vecinos de Viedma, Río Negro, que empezaron a trabajar la tierra invirtiendo tiempo y muchas ganas, y de a poco fueron viendo resultados: «Ya tenemos todos los plantines porque empieza la temporada; estamos listos para plantar hortalizas, cebolla, zanahoria, de todo un poco», relató Miguel.

«Además te ayuda económicamente porque es difícil hoy tener una dieta con los precios altos que existen», reconoció y destacó que «comer saludable y sano es posible».


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