Mirá cómo se acercan a jugar los lobos marinos en Puerto Madryn
En la ciudad costera de Chubut se puede vivir una aventura única, nadando y jugando con lobitos marinos que, con la curiosidad de perritos cachorros, se prestan a practicar snorkeling junto a grandes y chicos
Ojos gigantes como los de los dibujitos de animé, y una burbuja que va creciendo y estalla, justo, frente al visor del snorkel, que devuelve con total nitidez una imagen impensada: la de la cara de un lobito marino respirando con fuerza, antes de seguir jugando en el mismo lugar en el que nadamos. Aunque parezca de ciencia ficción, esta escena es una de las tantas que se pueden disfrutar haciendo snorkeling con lobos en Puerto Madryn, Chubut, una actividad que se realiza durante todo el año.
Ahora, en verano, tiene la particularidad de que no tenemos que estar tan pendientes de los trajes que usemos para la inmersión. Aunque esa vestimenta, que se incluye en el costo de la experiencia, se adapta a todas las épocas. En invierno puede ser la clásica de neoprene o los llamados trajes secos, que se ponen sobre la ropa y se ‘inflan’ al sumergirse, para que al quitárnoslos no estemos húmedos, dándonos la sensación de que no hubiésemos nadado.
Pero volviendo a la propuesta, con el calor el mar invita aún más a la aventura. Y pensar en que podemos interactuar con estos animalitos tiene una magia única. Porque estos lobos, que son los mamíferos marinos que nos parecen más familiares, aquí no solamente se prestan para una foto a la distancia. Y no porque se los fuerce, sino porque está en su naturaleza ser amistosos, e incluso buscar el contacto humano. De allí a que los buzos experimentados los comparen con perros, y a veces hasta les rehúyan, porque con sus piruetas los distraen de sus recorridos.
Verlos en acción, buscándonos y entregándose al goce de girar en el agua lanzándonos miradas cómplices con sus ojos enormes parece un delirio. Pero ocurre, y la sensación es tan linda que sólo al animarse a vivirla se puede comprender la emoción que despierta. Si uno permanece sobre la superficie ve las múltiples cabecitas emergiendo en el agua como boyas. Como si de repente el mar se poblara de brillantes narices y bigotes. Y, al sumergirnos, empieza otra película. Porque se ven sus cuerpos dando vueltas entre los nuestros, entregados a las mismas corrientes que nos arrullan.
La propuesta comienza frente al mar, en alguna de las tantas operadoras de buceo que la ofrecen. No hay que tener experiencia previa para animarse, y es apta para todas las edades. Luego de aprontarse para la aventura, en un semirrígido se ingresa al agua, para quedar frente a un apostadero natural, desde el cual los animalitos ganan las olas.
El viaje hasta allí es fascinante, porque, al andar, el bote nos mete “adentro” de postales increíbles, como si agua, cielo y horizonte fueran uno y nosotros empezáramos a formar parte de ese paisaje. Respirar el mar y sentir la fuerza del viento es parte de la misma sensación. Después, llega el momento de tirarse, y ahí empieza otra historia. Porque los lobos que vimos a la distancia se acercan a jugar con nosotros, que sentiremos asombro ante su predisposición, pese a que todo ocurra con naturalidad.
Otra imagen increíble es la de respirar, bajo el agua, el mismo aire. Ver esas burbujas celestes y compactas, como si fueran de vidrio, ir y venir entre sus trompitas lustrosas y las mangueras que nos alimentan de oxígeno. Es que, cuando exhalan, los lobos, como nosotros, provocan una hilera de globitos perfectos que, si no tuviéramos el rostro cubierto con la máscara, explotarían frente a nuestra nariz, salpicándonos.
En fín, toda la propuesta es una vivencia mágica, que no hay que dejar pasar.
El snorkel con estos simpáticos personajes sale $13.000 (con todo incluido), y es una de las tantas opciones imperdibles de esta ciudad costera, que vale la pena conocer y disfrutar.
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