Nochebuena en Onelli: hizo dedo con tal de llegar a tiempo para cenar con su hermano
Cristian recibió la visita sorpresa de Cristina, que no quería dejarlo solo en Navidad, tras la muerte de la madre de ambos.
Cargada con mochila de viaje y gorra, Cristina se ubicó en la banquina de la Ruta 23 en Comallo, a pesar del calor de la mañana. Necesitaba llegar hasta Onelli, 40 kilómetros al sureste, y no había conseguido boleto de colectivo. Pero la vida quiso que justo pasaran Carmen y Sergio.
“Mi esposo pensó: ‘¿para dónde irá la señora? ¿Le preguntamos? Y yo le dije que sí, que se detuviera”, contó en diálogo con RÍO NEGRO Carmen Ledesma, una docente rural que vive en Bariloche, pero que viaja seguido, a trabajar en la Escuela N° 158 del paraje Corralito, ubicado 150 kilómetros al norte de la ciudad turística. Su marido, Sergio Painefil, sabe perfectamente lo que significa querer llegar a un lugar y lo importante que es que alguien ayude. “De hecho una vez yo me descompuse y no me sentía bien para manejar, así que él se fue a dedo hasta la escuela a buscarme”, contó Carmen a modo de ejemplo.
Gracias a esa empatía, cultivada y regada entre las localidades y parajes que componen la vida cotidiana de la Línea Sur, estos pobladores conocieron la historia de Cristina Cayumán. Sentada en el asiento de atrás, entre los dos caniches que acompañaban al matrimonio, esta viajera de 57 años había llegado desde Dina Huapi hasta Comallo gracias al favor de un amigo y luego compartió con ellos la charla, en los 40 kilómetros que tenían por delante.
Empleada doméstica, nacida en Anecón Grande y criada a 30 kilómetros, en Clemente Onelli, Cristina es la mayor de nueve hermanos. Esposa, madre y abuela, no se achicó hasta la falta de pasaje para moverse en micro: pudo más la voluntad por llegar si o si hasta la casa que uno de ellos, Cristian Díaz, quien vivía con la madre de ambos, Luisa Prosperina, hasta que la mujer falleció.
“Yo este viaje lo hacía todos los años para ver a mi mamá”, le contó Cristina a RÍO NEGRO. Pero ahora que todo cambió, decidió dejar a los suyos en Dina Huapi, para que su hermano no pasara la emotiva fiesta solo. Un pollo y algo de vino para el brindis fue el menú de una cena tranquila, entre los dos, mientras esperaban la hora 12. Él no sabía que ella lo visitaría, así que disfrutaron el compartir tras la sorpresa. De hecho, todavía estaba en esa casa al momento de la entrevista, organizándose ya para emprender el regreso.
Serena, Cristina contó que los viajes a dedo son algo para lo que ya está acostumbrada y que de hecho le sirven para conocer personas nuevas y entablar nuevas amistades. Andariega, en cada salida dijo que suele aprovechar a recorrer, para volver al punto de partida cuando ya cae la tarde. Radicada en Dina Huapi por trabajo, el que en su momento le sirvió para rebuscársela, hoy si pudiera elegir, volvería a mudarse a Onelli. “Una se acostumbra a la soledad, a estos lugares yo los llevo en el corazón. Allá (Dina Huapi) cada vez hay más autos, gente desconocida. La distancia tiene otro sentido para mi”, confesó.
La historia de hizo viral gracias a un posteo que hizo Carmen, publicación que luego replicó Radio Uno de Jacobacci y logró decenas de compartidas. “Fue gratificante escuchar parte de su historia de vida, una mujer hermosa que eligió acompañar a su hermano, un acto de amor que en estos tiempos escasea. Nos quedamos felices de haber sido parte de esto, siempre nos toca en nuestros viajes ser parte de algo así y lo tomamos con gratificación, por algo siempre suceden las cosas y nos tocó estar ahí”, concluyó la docente.
Cargada con mochila de viaje y gorra, Cristina se ubicó en la banquina de la Ruta 23 en Comallo, a pesar del calor de la mañana. Necesitaba llegar hasta Onelli, 40 kilómetros al sureste, y no había conseguido boleto de colectivo. Pero la vida quiso que justo pasaran Carmen y Sergio.
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