Reconstruyen en 3D el arte de los antepasados de hace 10.000 años en Neuquén

El logro se hizo por primera vez como parte de una colaboración de científicos de Argentina y España. Analizaron los registros de arte de la Cueva Epullán Grande y otras cercanas.

A unos 50 kilómetros de Piedra del Águila, Neuquén, se encuentra la cueva Epullán Grande, un sitio arqueológico que revela secretos de poblaciones antiguas de la región. Hay material que data de unos 10 mil años atrás y se encuentran los grabados más antiguos de la Patagonia Norte, que fueron realizados como una práctica intencional.

“Tiene un fechado de 10 mil años. Posee también las primeras manifestaciones de arte rupestre, que datan de esa cronología.Se mandó para el fechado una muestra de un fogón ubicado sobre el piso de la roca. Dio 9.970 AP  (edad radiocarbónica). Después de  esa primera ocupación, se dieron otras, para las que tenemos varios fechados (de 7 mil, de 5 mil, 3 mil). Incluso hubo ocupación de puesteros en época reciente. Tuvo una secuencia de uso muy larga”, contó la arqueóloga Mabel Fernández.

La investigadora es parte del plantel de la Universidad Nacional de Luján, de la Universidad Nacional de La Pampa e investigadora del Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural (Ciafic), una unidad asociada al Conicet con sede en Buenos Aires.

Describió que en el área hay una cueva conocida como Epullán Grande, cuya  entrada tiene del piso al techo unos tres metros y de ancho unos cinco a seis metros, y una profundidad de siete metros. A muy poca distancia, hay otra cueva de tamaño más chico y entre ambas una pequeña cavidad, que se llama La Oquedad.

Al investigar el sitio, se corroboró la antigüedad del poblamiento en ese lugar, que fue a comienzos del Holoceno, una etapa postglaciar. “Es una forma de verificar que tenemos en la estepa ocupaciones del Holoceno temprano. En los estratos más antiguos hay puntas de proyectil y otros instrumentos que utilizaban para la caza y el procesamiento de las presas. Y el recurso que ellos más explotaban en la estepa era el guanaco”, señaló.

Resaltó que uno de los datos más novedosos de Epullán Grande son los grabados. “Lo que aportó esta cueva son esas expresiones simbólicas que aparecen muy tempranamente en el piso de roca. Estos grabados son de los primeros que hay en la zona. Se trata de  líneas, no son figurativos.  También hay grabados en las paredes mucho más recientes (unos 2700 años) donde se pueden reconocer grabados de pisadas”, apuntó.

Los vestigios de la cueva de Neuquén también guardan secretos sobre cómo el clima se fue modificando. “Los estudios de los registros de polen de la cueva nos permiten ver cómo ha variado el clima a lo largo de esos 10 mil años. Según los datos obtenidos, hace 10 mil años el clima era un poco más húmedo y después fue tomando las características que conocemos actualmente en la estepa  (esas características ya estaban definidas hacia el 5 mil, las condiciones eran ya casi como las actuales)”, apuntó.

Se emplearon en las tareas de investigación, sofisticados equipos, como láser escáner. Foto: Gentileza

Los descubrimientos permitieron cotejar que el guanaco fue el componente principal de la dieta de los ocupantes de la cueva durante todo el Holoceno. La cueva neuquina constituye casi un túnel del tiempo, que con sus múltiples vestigios dejó pistas sobre los diferentes usos a lo largo de los años.

Se usó para inhumar (el entierro más antiguo data de unos 7 mil años). Después, la parte central de la cueva se usó para almacenar cactus. En época más reciente, se utilizó como un lugar de habitación. y tiene mucha documentación de  las actividades de ese momento. Es decir, con el paso del tiempo ha variado el uso de la cueva”, dijo.

 También cambiaron los materiales utilizados. “Las tradicionales cuentas que hacían sobre valva de algún molusco o sobre piedra (con materiales nativos) fueron reemplazadas en épocas históricas por las cuentas de vidrio que son las que se intercambiaban con la sociedad hispanocriolla”, comentó la arqueóloga.

Fernández contó que desde 2006 se iniciaron trabajos de investigación conjuntos con un equipo español, dirigidos por el doctor Pablo Arias Cabal de la Universidad de Cantabria.

La última vez que estuvieron en el lugar -contó Mabel Fernández-  fue en 2019 y estuvo centrado en el relevamiento del arte a través del equipamiento traído por los investigadores españoles  (láser escáner y cámaras para fotogrametría).

“Nos interesaba hacer un registro minucioso del sitio. Desde los años noventa hicimos registros fotográficos,  pero en 2019 fuimos con tecnología sofisticada, para captar imágenes a través de un  láser escáner y eso después permitió hacer modelos con muchos detalles y poder estudiar el arte sin necesidad de desplazarte a ese lugar”.

«Se hizo una reconstrucción tipo 3D de todo el arte que hay en la Cueva Grande, en la Cueva Chica, en La Oquedad, y en la parte de la espalda a la cueva, por donde corre un cañadón y hay un paredón con grabados”, detalló.

Desde el Ministerio de las Culturas de Neuquén apuntaron que el origen de las tareas realizadas en esa área en 1987 se enmarcaron en un proyecto de rescate arqueológico motivado por la construcción de la represa de Piedra del Águila.

En el equipo de 2019, además de la doctora Fernández, participaron Marcelo Vitores, Vicente Bayarri, Pablo Arias, Jesús Herrera, Pablo Azar, Luis Teira y Pablo Arias, catedrático de la Universidad de Cantabria, director del proyecto binacional.

Vicente Bayarri y Pablo Arias en un relevamiento nocturno del arte de la cueva. Foto: Gentileza


Entre los hallazgos que se hicieron en el sitio arqueológico, algo llamó más la atención de los investigadores. “Se encontraron acumulaciones de cactus. que por alguna razón fueron recogidos y almacenados en la cueva. Hicieron pozos y los recubrieron con gramínea”, contó la arqueóloga Mabel Fernández.

Graficó que  se recogieron más de 700 cactus.  “Se hizo un fechado que determinó que comenzaron a almacenarse hace 5 mil años atrás”, precisó.

Para poder obtener alguna información extra, mantuvieron conversaciones con personas de la zona, entre ellos hubo interlocutores descendientes de pueblos originarios. Pero entre las memorias no se logró recopilar algún testimonio que brindara pistas de cuál pudiera ser el uso que se diera a esas especies cactáceas.

“Una de las posibilidades es que dada la coincidencia del inicio del almacenamiento de los cactus, con el inicio de condiciones climáticas más secas que las anteriores, su uso se relacione con la capacidad de esas plantas de reservar agua, ya que en ese sitio arqueológico no hay agua cerca”.

En los diferentes estudios se ha indagado sobre la recolección selectiva de las cactáceas, almacenamiento, procesamiento, transporte y sobre su posible uso. Por otro lado, en Epullán Grande, por la diversidad de materiales hay una variedad de investigadores que realizan estudios sobre lo encontrado en este sitio neuquino.

“Se han encontrado telas de época industrial, restos de cuero, una faja tejida (que está siendo analizada por expertos que identifican a qué animales pertenecen las fibras). Otros especialistas están analizando la cerámica, la fauna, los restos vegetales, los materiales líticos, entre otros”, amplió Fernández.

Agregó que, más reciente en el tiempo, el sitio expone un contacto con la sociedad colonial. Allí se encontraron cuentas de vidrio de origen europeo, lo que marca la existencia de intercambio.

El arqueólogo Pablo Azar de la Dirección de Patrimonio Cultural destacó que en “Neuquén hay una larga tradición de investigaciones arqueológicas” y marcó que “de manera sistemática arrancaron en la década del 50”. En el área del río Limay se realizaron y se vienen llevando a cabo diferentes proyectos, muchas relacionadas con el arte rupestre y otras tienen lugar con diferentes tópicos al norte de la provincia de Neuquén.

Un equipo binacional realizó el relevamiento del arte en el área de la Cueva Epullán Grande, en 2019. Foto: Gentileza

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