Radiotelescopio a pulmón
Durante un verano Jocelyn Bell y otros estudiantes montaron miles de postes de madera y tendieron kilómetros de cable para armar un radiotelescopio de nuevo diseño. El aparato no parecía un emprendimiento de alta tecnología sino un alambrado mal hecho que ocupaba una hectárea y media de campiña inglesa. Pero cumplía perfectamente la función definida por sus diseñadores, el profesor Hewitt y su colega Martin Ryle.
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