¿Quién gana las PASO en Neuquén?
Dicen estar preparados para la jugada, que según la gente de Figueroa podría ser un batacazo, donde el patentado voto seguro del MPN termine en un voto topo.
En Neuquén hacer analogías de las carreras de caballo y las elecciones puede resultar obsceno. La “pasión” burrera en la provincia tiene tantas irregularidades y falta de controles que, vincularlas a un acto democrático, es ofensivo. La reflexión literaria parece menor al lado del desvergonzado maltrato animal que no se detiene y que se hace a la vista de todos, como ocurrió el domingo pasado en Vista Alegre. Quizá por el momento proselitista las metáforas mutaron, a una tampoco feliz y casi bélica, de las ambulancias y los heridos.
Esa es la pregunta que (in)tranquiliza al oficialismo del Movimiento Popular Neuquino (MPN). La atención de las PASO neuquinas está puesta en el resultado que, en lo formal, definan los candidatos y, en lo informal, la gobernabilidad que el partido del poder pone en juego cada vez que va a las urnas.
¿Cuántos heridos entran en la ambulancia que conduce Rolando Figueroa y en la que lo asiste la emergentóloga Luciana Ortíz Luna?
En la Lista Azul, que tiene como máximo responsable al gobernador Omar Gutiérrez, es un número que tienen medido. Dicen que están preparados para la jugada, que según la gente de Figueroa podría ser un batacazo, donde el patentado voto seguro del MPN termine en un voto topo. Aun restando el impacto del fuego amigo creen que la transferencia de votos a “Mage” Ferrareso terminará ocurriendo.
Pero hay un dato también interesante, el partido gobernante busca ser el que más boletas obtenga en las PASO aun con el riesgo de la mancha del voto foráneo. Ese deseo/objetivo es el primer paso para la continuidad del poder en 2023 y tiene como clave un escenario nuevo para el tablero que acostumbra a jugar el MPN: los votos en la capital neuquina de la era post “Pechi” Quiroga. Un escenario sobre el que el partido provincial ya tejió y donde el intendente Mariano Gaido es el principal acreedor.
En el Frente de Todos las primarias parecen transcurrir sin sobresaltos. En parte porque la unidad atrás de una de la listas fue mayoritaria y, también, porque el presidente Alberto Fernández atraviesa momentos de debilidad que no ayudan a levantar banderas. Y también, podría agregarse, porque la elección no se nacionalizó.
El Frente le dio un ayudita al MPN con la novela del proyecto de ley de promoción de inversiones petroleras para reforzar la idea de un ataque a la neuquinidad.
A tal punto la candidata Tanya Bertoldi se proyecta ganadora, que el Frente le dio un ayudita al MPN con la novela del proyecto de ley de promoción de inversiones petroleras. El centro del secretario de Energía, Darío Martínez, le cayó en medio del área al gobernador Gutiérrez, que solo la tuvo que empujar al gol y gritar “neuquinidad”. Ojo, la discusión sobre la administración de los recursos naturales, en la forma que sea, es real y hay fuertes diferencias entre el emepenismo y el kirchnerismo, pero quizá no sea ésta ley la que las termine expresando.
En el espacio de Cambiemos la situación es distinta. Pablo Cervi lentamente está consiguiendo juntar algunas de las partes que estallaron tras el fallecimiento de Quiroga y el mal gobierno de Mauricio Macri. Con la salida de Jorge Sobisch, Cervi compite -no directamente porque son listas separadas- con el periodista Carlos Eguía, quién despierta expectativas respecto de si podrá romper el techo de su ultra antikirchnerismo.
Cervi parece expresar mejor los intereses de sectores profesionales y de clases altas, incluso del sector pyme, pero esa intención, trasladada en votos reales, también tiene un techo.
Hay una discusión alrededor del nivel de ausentismo que pueden tener las PASO, elecciones donde históricamente el porcentaje de votantes es más bajo que en las generales, pero más allá de que algunos sectores utilicen el dato para acentuar el mensaje de la antipolítica, el dato es real según reportan los últimos comicios en el país. Lo que no está claro es qué tamaño puede tener esa sangría, sobre todo en momentos epidemiológicos óptimos, y cómo se expresará el voto del descontento.
Con un padrón más corto, el aparato se luce más y los heridos podrían curarse solos. Habrá que ver si la semana que resta trae novedades epidemiológicas que puedan reforzar o revocar la teoría de la baja participación.
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