“¿Qué nos hace pensar que la física cuántica sea una ciencia masculina?”

Lo dice Karen Hallberg. Es investigadora principal del Conicet en el Centro Atómico Bariloche y profesora del Instituto Balseiro. Mañana es el Día Mundial de la Mujer, y Hallberg reclama paridad en la ciencia y la tecnología y evitar discriminación.

“Si nos sorprende que una mujer física investigue los problemas de la física cuántica es señal de que hay un problema cultural. La pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿qué nos hace pensar que la física cuántica sea una ciencia masculina?”, plantea la física Karen Hallberg, investigadora principal del Conicet en el Centro Atómico Bariloche y profesora del Instituto Balseiro.

En una entrevista con RIO NEGRO, sostuvo que hasta tanto no se logre una paridad de mujeres en la ciencia y la tecnología, “no se habrá madurado como sociedad”. “Tenemos incorporado que el razonamiento más empático, más intuitivo es el femenino; mientras que el razonamiento más analítico, más racional, más lógico es el masculino. ¿Por qué se supone que las mujeres piensan diferente?” , cuestionó.

P- ¿Sufrió situaciones de discriminación en las ciencias?

R- Hubo muchas cosas sutiles. Nunca nada aberrante. Todo vinculado a la cuestión cultural. Quince años atrás, fui invitada a dar una charla en el exterior y al finalizar, el profesor que me invitó me dijo: ‘Tu charla fue muy clara, muy racional, muy lógica. Pensás como un hombre´. Si soy científica, ¿cómo mi pensamiento no va a ser lógico y racional? En otra oportunidad, cuando hacía mi posdoctorado en Alemania, escribí sola un paper y un colega me recomendó firmar con mis iniciales y no con mi nombre completo porque se iban a dar cuenta de que era mujer. El pensaba que poner mi nombre me iba a dar menos chances de que me lo aceptaran para publicar. La concientización del problema es un paso importante para solucionarlo.

P- ¿Hay más mujeres hoy en el ámbito científico?

R- La situación está un poco mejor pero falta muchísimo. Los cambios culturales se dan en forma lenta. Hace dos años, la Unesco dio a conocer que el porcentaje de las mujeres involucradas en investigación en todo el mundo es menor al 30%. Esto incluye las ciencias sociales y biomédicas en las que las mujeres son mayoría, por lo que el porcentaje en física, matemática, computación y tecnología es mucho menor. Esto es una señal de que hay que hacer un cambio cultural. En el Balseiro, hay un 10% de mujeres, lo que es bajísimo. Todos los seres humanos podemos dedicarnos a estas carreras.

P. ¿Cómo fue su infancia?

R– Crecí desde los dos años en Jujuy. Siempre fue muy curiosa y amante de la matemática, la física, y la biología. Mi familia me estimuló y me dio confianza para hacer lo que me propusiera. Cuando terminé quinto año, me planteé seguir tenis profesional o hacer una carrera de estudios. Me incliné por ingeniería genética. Pero al conocer sobre la existencia del Instituto Balseiro en Bariloche, cambié de idea. Me enteré que había pocas mujeres, que era muy exclusivo y de mucha excelencia. Y me encantan los desafíos. Fui a Rosario a estudiar ingeniería durante dos años, rendí el examen en el Balseiro y me vine a Bariloche. Estudié ingeniería nuclear. Uno va aprendiendo, haciendo camino al andar. Es una combinación de oportunidades y objetivos. Me gustaba mucho la física teórica, la relatividad, pero en ese momento surgió una pasión a nivel internacional porque se habían descubierto materiales nuevos que conducían la corriente eléctrica sin resistencia. Me encantó y desde ese momento estudio las propiedades cuánticas de la materia.

P-¿Qué tanto pesa la experiencia de trabajar en el exterior?

R- Es fundamental. La ciencia es una actividad que comparte valores universales. Uno habla un idioma común, tiene una meta y una metodología común. Tuve la suerte de viajar a muchos países como Japón, India, China, en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica. Te permite conocer otras culturas . Cuando terminé mi doctorado, con mi marido -que también es físico- y mis dos pequeños hijos, hice una estadía posdoctoral en dos institutos de Alemania. Estuvimos cuatro años haciendo trabajo de investigación. En el exterior desarrollé un método numérico, publiqué varios trabajos y desde que volvimos, aplico lo que desarrollé con mi grupo en Bariloche.

P- ¿En qué consiste?

R- La pregunta básica que nos hacemos es cómo es el comportamiento de la materia a nivel cuántico. Cuando hay interacción entre electrones, aparece la física emergente. Hay propiedades nuevas que emergen y que no es posible predecir a partir del comportamiento individual de los electrones. Es tan complejo y hay tanta información que para entender hay que simplificar los conceptos. Pasa también en la vida diaria. Estamos tan bombardeados por información que hay que aplicar el intelecto para filtrar la información relevante. Eso lo hacemos a nivel de electrones en materiales. Desarrollamos métodos que usan la información cuántica para guardar lo relevante.

P- ¿Tiene alguna aplicación?

R- No estamos pensando en un desarrollo específico. Queremos encontrar propiedades básicas y estamos empujando las fronteras del conocimiento. Por ejemplo, cuando se descubrieron los semiconductores, nadie sabía para qué servían hasta que 30 años más tarde. Fueron útiles el desarrollo de los transistores, los chips y la electrónica moderna.

P- Comparten la misma pasión por la ciencia con su pareja.¿Cómo es la relación?

R- Mi marido, Ingo Allekotte, es físico del Balseiro y gerente de Investigaciones y Aplicaciones no Nucleares de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Terminamos el doctorado más o menos en el mismo tiempo. Somos muy compañeros y hablamos bastante de política científica. Nos gusta leer cosas y compartirlas. Tenemos charlas sobre descubrimientos y disfrutamos al debatir sobre nuestra profesión. Somos muy familieros. Nos gusta el deporte y somos amantes de la naturaleza.

La física Hallberg toca el violoncello en sus ratos libres. Además, está preocupada por la desinformación, ya que considera que un problema importante que deriva en teorías conspirativas y en democracias más débiles.

Los riesgos de la desinformación para las democracias


Además de desarrollar una carrera descollante en física a nivel mundial, Karen Hallberg ama la música. Le encanta la música del compositor alemán Johann Sebastian Bach y lo interpreta en su violoncello. Hacer música es una inspiración para su trabajo, con el espectacular marco natural de montañas y lagos que le ofrece Bariloche.

Además de la música y la física (en 2019 recibió el Premio L’Oréal-UNESCO a Mujeres en Ciencia), Hallberg está preocupada por la desinformación, ya que considera que un problema importante que deriva en teorías conspirativas y en democracias más débiles.

Para Hallberg, hay que distinguir entre la información fidedigna y de aplicar el pensamiento crítico. Puso como ejemplo la energía nuclear y sus múltiples aplicaciones pacíficas. “La medicina nuclear es muy útil para la población, la conservación de alimentos, la generación de radioisótopos”, señaló.

Hallberg aseguró que la divulgación es fundamental. “Hay tanta desinformación y tanta información falsa, que es importante que los científicos se involucren para contribuir a que la ciudadanía adquiera herramientas para contrarrestar los virus informativos”. La física insistió en la necesidad de “verificar fuentes y no retransmitir información para no acoplarnos al virus de la desinformación«.

En Bariloche, hay teorías conspirativas sobre las estelas químicas de los aviones. “Hay grupos que captan a otra gente con teorías conspirativas y eso llega a órganos del gobierno como el Concejo Deliberante. Y los funcionarios terminan dedicando tiempo y recursos a problemas que no existen”, señaló.

Hallberg es parte de la organización Pushwash, creada en 1957 contra las armas nucleares. “Argentina todavía no ratificó un nuevo tratado sobre armas nucleares y lo tiene que hacer. Es inmoral que la humanidad siga basándose en la existencia de estas armas”, dice.

La advertencia de Hallberg: Argentina aún no ratificó nuevo tratado


Corría el año 1957, y había preocupación por el peligro del uso de las armas de destrucción masiva. Para advertir sobre esa amenaza para la humanidad, se realizó la primera de las Conferencias Pugwash en Canadá. Tuvo como base el Manifiesto del matemático Bertrand Russell y el físico Albert Einstein que se había publicado en 1955. El objetivo era implicar e informar a la gente. Hasta la concesión del Premio de la Paz en 1995, se habían celebrado 37 conferencias Pugwash.

Hoy existe la organización Pugwash que se ocupa de llevar a cabo las conferencias, y la científica Karen Hallberg es la única científica latinoamericana que forma parte del consejo directivo.

“Estoy en el consejo directivo desde hace varios años. Ganó el Premio Nobel de la Paz en el 1995 por abrir canales de diálogo informales y necesarios entre grupos o países a través de la Cortina de Hierro durante la época de la Guerra Fría, entre la Unión Soviética y Estados Unidos”, recordó Hallberg.

Agregó: “Este grupo fue fundado por Bertrand Russell, un genio de las matemáticas y la literatura y un pacifista inglés y, apoyado por Albert Einstein. Ellos estaban preocupados en 1955 por el desarrollo de la bomba de hidrógeno, mil veces más potente que las bombas nucleares lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Ellos decían: ¿hacia dónde avanzamos como humanidad?, ¿hacia dónde avanza la ciencia?, ¿por qué avanzamos en el desarrollo de estas armas de destrucción masiva? Escribieron un hermoso documento que se llama Manifiesto de Einstein y Russell publicado en 1955 en el que llaman a una conferencia para que científicos y tomadores de decisiones se junten a debatir la ética en la ciencia y la responsabilidad social de los científicos”.

Después de ese llamamiento a la resolución pacífica de los problemas entre países, se empezaron a reunir en conferencias. La primera fue en Pugwash, Canadá, con científicos de países enemigos de la Guerra Fría.

“La finalidad era discutir más allá de las cuestiones diplomáticas, con argumentaciones y evidencias. Avanzaron en muchos tratados antimisiles y de no proliferación nuclear. Hace años que estoy en este consejo y es importante continuar para lograr que el conocimiento científico y la racionalidad científica sean tomados en cuenta en la toma de decisiones. La discusión más importante es el desarme nuclear”, subrayó la profesora del Instituto Balseiro.

Por ejemplo, en el Tratado de no Proliferación Nuclear (Argentina es parte), los países que no tienen armas nucleares se comprometieron a no desarrollarlas. Los países que sí las poseían, se comprometieron a la reducción en tiempo razonable y a la eliminación de esas armas. “Pero los que tienen armas nucleares no han cumplido. En paralelo, recientemente se aprobó otro tratado de prohibición de armas nucleares (las armas químicas y biológicas ya tienen tratados que las prohíben). Argentina todavía no ratificó ese tratado y lo tiene que hacer. Es inmoral que la humanidad siga basándose en la existencia de estas armas”.


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