Que nadie se vaya a la cama sin comer: la rueda solidaria que gira en Roca

Primero un pediatra de Roca, después una odontóloga y después más de cien personas se conectaron para poner en marcha una emocionante rueda para llegar a merenderos y a quienes lo necesitan.

Que nadie se vaya a la cama sin comer.
Esa idea, allá al comienzo de la pandemia, más de cuatro meses atrás, desvelaba a Pablo Pomar, cirujano pediátrico de l Hospital López Lima, de Roca.


No le dio muchas vueltas al asunto. Al comienzo de la cuarentena y del aislamiento, el 20 de marzo, armó un grupo de whatsapp para poner en marcha la rueda de la ayuda: que llegue comida allá donde es necesario. Hoy, con la ayuda de vecinos y comerciantes, la rueda gira, aunque siempre se necesitan más manos para que siga rodando.
“Enseguida pensamos en que había gente sin espalda para estar sin laburar, que vivía al día. Entonces decidimos, con mi mujer, armar un grupo para ayudar. No sabíamos bien ni cómo ni dónde ni de qué manera. Pero metí a 150 contactos y empezamos a organizarnos”.
Con el tiempo, la improvisación dejó lugar a un grupo súper organizado. Hoy hay 10 comisiones y todas las semanas -una vez al menos o dos-, llegan hasta merenderos e instituciones con carne, alimento no perecedero, abrigo, ollas, colchones, leña, verduras.


Valeria Maida, odontóloga y parte fundamental también de esta iniciativa, le pone el hombro y el cuerpo al grupo. Todos los sábados sale a repartir lo que se acopió en la Rural, a buscar la carne, a charlar con las encargadas de los merenderos.
“Lo que es impactante es cómo se fue sumando la gente. Es muy emocionante porque la gente la está pasando mal, pero aún así, colabora. Yla verdad es que en estos tiempos, mientras vemos que todo se desmorona y que no sabemos cuándo ni cómo va a terminar, hacer esto te da una mirada distinta porque te ocupas de cosas reales, en lugar de estar pensando en debacles que uno no sabe si vienen o no”, asegura.

“La gente ayuda mucho; los comerciantes, aún cuando la están pasando mal, nos ayudan un montón. Donan carne, especias, leña, pollo, colchones. Enseguida se sumaron el banco de alimento, los chicos de Fundesur, la asociación israelita argentina, el Juan XXIII”, enumera.


Para ordenarse un poco y llegar a lugares que necesitan, empezaron a trabajar con Valeria Pardal, trabajadora social de la Senaf (Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de Río Negro), porque hubo varias situaciones que escapaban al objetivo original pero que no querían dejar desatendidas. “Las situaciones que nos superan, las derivamos a Desarrollo Social”, cuenta Maida. Pero Valeria Pardal los ayudó a tomar contacto con lo referentes de los merenderos, para trabajar en conjunto.


Y hacia allí parten cada semana, montados en cuatro autos más alguna camioneta que consiguen, a hacer el reparto de lo que fueron sumando durante la semana.
“La alegría de los nenes cuando nos ven descargar carne (que se consigue gr acias a las donaciones de dinero que hace la gente, más lo que les regala la propia carnicería), o cuando llegamos con la olla enorme para que cocinar para 200 personas sea más sencillo, no tiene precio. Son pequeños festejos en cada lugar”, dice Maida.


El grupo está dividido de tal manera que hay quienes se ocupan de los alimentos, quienes se ocupan del acopio, y la división, del reparto, y también los que ocupan de lo más pesado, el traslado de camas, colchones, la leña.
“Es increíble lo que se genera. Las madereras nos dan sus recortes, nos ayudan a cargar camiones y así podemos abastecer a los que tienen frío. Hay gente del grupo que hasta construyó una pieza para un abuelo. Lo que rescato, más allá del dolor de la miseria, es la solidaridad de todos”, asegura Maida.
Como contracara, Pomar está impactado también por las consecuencias de la crisis. “Algo que nos impactó mucho fue el deterioro de los códigos del barrio. La gente que da de comer suele ser intocable en los barrios. Pero eso no ocurre más. La gente que se contagió de coronavirus se tuvo que internar y al volver no tenía más casa, y a los que dan de comer les roban las cosas. Eso te golpea”.

Aún así, ninguno baja la guardia. Y el grupo, el que comenzó con la cuarentena, sigue trabajando para que tal como lo pensaron, nadie se vaya a la cama sin comer.


¿Cómo ayudar?

Tienen una página en Facebook: Nadie a domir sin comer.
El acopio se hace en La Rural, San Martín 1564: miércoles, viernes y sábados, de 10 a 12.
Reciben todo tipo de alimentos. Lo que más se necesita es leche y legumbres. También artículos de limpieza (lavandina, jabón en pan, detergente, jabón de tocador) y pañales.
Otra de las formas de ayudar es hacer transferencias. Es que algunos mayoristas se sumaron a la movida dejando sus productos al costo. Entonces, quien quiera colaborar se acerca a estos lugares y hace una donación (luego envía ticket o monto de compra al grupo Nadie a dormir sin comer (en Facebook) para que después retiren esa mercadería.
Los negocios son:carnicería Los primos, en Mitre y Neuquen, y la verdulería Tronelli, en México 786.



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