Qué lleva a una persona a rescatar perros callejeros

En primera persona, el compromiso con “los sin voz” de Mónica Milipil.

Mónica Milipil no necesita preguntas para explicar por qué y cómo empezó a rescatar perros callejeros hace más de tres años. Sencillamente habla y deja que las emociones conduzcan el relato.

“Hace tres años, quería hacer algo voluntario, colaborar con un comedor. El dinero es necesario pero no hace la felicidad y me sentía insatisfecha. Me di cuenta del sufrimiento de los perros callejeros. Antes los veía y no hacía nada. Empecé a valorar el amor que ellos dan…”

Pronto, según cuenta, sus hijos comenzaron a valorar eso de ella, su voluntad de “cambiar cosas, dejar de lado gastos innecesarios. En su momento me costó pedir colaboración aunque no tuve opción. Había que solventar los gastos veterinarios” rememora.

Pero ver los avances de los casos “era un incentivo a comprometerme más. La gente es muy solidaria conmigo, más de lo que pensé. Por poco que sea la ayuda, todo suma y agradezco eso”.

Como la mayoría de la gente, Mónica se topó con que hay perros callejeros en la vereda, a la vuelta de la esquina, abandonados en los supermercados, en las vías, en el basural. La diferencia es que esa realidad la sacudió y la empujó a actuar

Ir a los barrios y dialogar con los vecinos es una parte importante de la tarea de Mónica.

“Lo primero es hablar con la persona donde se encuentra el perro”, explica Mónica. “Ver la situación, dialogar con los vecinos. Averiguar por qué está en la calle, quién lo dejó, quién lo puede ayudar”. Luego publica los casos vía facebook para dar difusión.

“Hago una recorrida en el barrio, coordinamos con colaboradoras para llevarlos a castrar. Insisto en la castración, eso está bueno. Lo mío es rescatar, atender, curar, castrar”. Los mezclo con otros perros, al interactuar facilita la meta final: “conseguirles una familia”.

Como personas proteccionistas y rescatistas son pocas, refiere que “a veces vamos a un barrio alejado y dejamos de lado el nuestro”. Mónica vive en barrio Nuevo.

Ayudar a los rescatistas

Mónica valora el trabajo de las rescatistas independientes.

Las inquietudes de Mónica van más allá de los perros. Se extienden a las demás personas que comparten con ella la vocación de ayudar a los animales abandonados. “Mi deseo es valorar el trabajo de las rescatistas independientes. Toda persona que levanta una caja con cachorros implica muchas cosas, fundamentalmente “que no fue indiferente”, aunque se encuentra en un caos”.

“Por eso hay que ayudar -reflexiona-. Si dejamos sola a esa persona, jamás querrá volver a hacerlo. Las críticas deben ser constructivas. Vivimos muchos cambios: un día estamos bien y otro estamos llorando en la veterinaria. Por lo tanto, apuesto a lo constructivo”.

Sin embargo, reconoce que en el hacer cotidiano “todos nos equivocamos y en algún momento las cosas se hacen bien, y otras un click donde nos decimos: “hasta acá llegué”.

Charla en un colegio

La iniciativa surgió de una amiga, Ely Aranda, gran colaboradora con la tarea de Mónica Milipil. “La charla fue en la escuela de barrio Mosconi y llevé a Bauti (un perro rescatado discapacitado que usa carrito y tiene buena calidad de vida)”.

Ely Aranda y Mónica, juntas por la misma causa.

“Fue una excelente oportunidad para que los chicos tomen conocimiento de que un perro discapacitado no es un desecho descartable, sino que merece una oportunidad, y concientizar sobre las mascotas sueltas. Esa experiencia fue extraordinaria. Muy constructiva”.


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