Prueba piloto

Creyeron que iban a recibir a un presidente derrotado, y se encontraron con una persona normal para el estilo de vida americano, que trata de avanzar sorteando graves dificultades. De esa manera describió un diplomático la visita de Fernando De la Rúa a Estados Unidos, la semana pasada, donde fue animado por su colega George Bush (h), a aceptar someterse a una prueba piloto que saque al país de su largo letargo, generando al mismo tiempo la confianza de los dueños del capital.

La propuesta gira alrededor del canje o reprogramación ordenada de la deuda externa de 130 mil millones de dólares, lo que evitaría una cesación de pagos abrupta y descontrolada ahora que los gobernadores justicialistas, ante la inminencia del desastre, aceptaron pactar con el gobierno la coparticipación federal de impuestos y recibir bonos en lugar de pesos para hacer frente a sus compromisos.

Entre dudas y contradicciones, que le hicieron «entregar» a Patricia Bullrich, la última dama que le quedaba en el gabinete, para regodeo de los «gordos» de la CGT y mayoritarios sectores de la UCR y el Frepaso, De la Rúa negó la posibilidad de un default caótico porque sospecha que tal circunstancia haría terminar su administración en medio de estallidos sociales. Se refugió, por ello, en los académicos estadounidenses que, si bien admiten hartazgo por el comportamiento de los dirigentes argentinos, tratan (siempre y cuando se cumpla con el déficit cero) de crear una fórmula que desarticulen a los especuladores que apuestan a las ganancias desorbitadas.

El margen de equivocación que tiene hoy De la Rúa es mínimo. La crisis es terminal y el poder se ha licuado en sus manos. Tanta es la soledad y la falta de apoyos que genera su administración, que allí paradójicamente reside la expectativa de construir una nueva escalera antes del 10 de diciembre.

Los principales partidos resguardan las instituciones y miran en apariencia al 2003, pero algunos despliegan iniciativas (juicios políticos, presidencia provisional del senado para el PJ, reformulación de la ley de acefalía, llamado anticipado a elecciones, etc.), que sólo buscan una salida de emergencia.

La atomización y el internismo predomina en el justicialismo y en el radicalismo. Eduardo Duhalde trastabilló en un congreso convocado para desbancar a Carlos Menem, quien espada en mano, amenaza con volver a la política activa cuando la Corte Suprema de Justicia determine su liberación al dictaminar la falta de mérito para asignarle la categoría de jefe de una asociación ilícita en la causa del contrabando de armas a Ecuador y Croacia.

Las finanzas en las provincias de José Manuel De la Sota, Carlos Reutemann y Carlos Ruckauf, tampoco andan bien. Excepto el bonaerense, que se empieza a distanciar de Duhalde, los otros dos no apuran los tiempos. El santafesino ha dicho que en marzo se larga, en tanto que De la Sota y Menem (que asusta con el peronismo residual), están más dispuestos a establecer consensos con De la Rúa.

Y De la Rúa, detrás del «click» para prender las hornallas del consumo y la reactivación, quiere al riojano como interlocutor. Presionado desde los cuatro costados, pretende salir de su encierro que lo asfixia a él y a todos. ¿Podrá construir algo original que lo saque del cepo y movilice a la población?

«No quiere estar prisionero de Alfonsín ni depender exclusivamente del Partido Justicialista», indicó un asesor que en el más absoluto secreto trabaja para dejar en el olvido grandes papelones, como la designación del puntero Daniel Sartor, en Desarrollo Social.

La caída de Bullrich alimentó las suspicacias sobre la estabilidad de Cavallo, pero éste el viernes siguió en la primera línea: fue recibido por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O»Neill, quien se la pasó reprobando lo que hacen las autoridades argentinas. Las cualidades técnicas de Cavallo están fuera de discusión, aunque en el exterior ya se nota el desinterés por su figura, que enamoró a la comunidad financiera internacional cuando tenía el paraguas protector de Menem. «Pero es el mal menor, y De la Rúa apuesta a él para que no se caiga la estantería», admitió un amigo del radical dispuesto a llegar con el último suspiro al 2003.

Las reyertas se hacen en el andén mientras parten los trenes. Y si Cavallo no consigue auxilio (además de los 1200 millones para pagar intereses, otros 15/20 mil millones extraordinarios), llegará el período de vacaciones con gran incertidumbre, que que no se puede asegurar desde el Estado que vayan a pagarse los sueldos de diciembre ni el medio aguinaldo, por más aliento moral que quiera insuflar Bush. Jacob Frenkel, flamante asesor de Cavallo, se lo advirtió sin intermediarios a De la Rúa: ha sido correcto no llorar pidiendo más fondos. Tenga en cuenta de aquí en más que la peor tragedia y desgracia es la duda.

Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


Creyeron que iban a recibir a un presidente derrotado, y se encontraron con una persona normal para el estilo de vida americano, que trata de avanzar sorteando graves dificultades. De esa manera describió un diplomático la visita de Fernando De la Rúa a Estados Unidos, la semana pasada, donde fue animado por su colega George Bush (h), a aceptar someterse a una prueba piloto que saque al país de su largo letargo, generando al mismo tiempo la confianza de los dueños del capital.

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