Producción de cebolla: ecologistas versus agronegocios
Unas 2.000 hectáreas producen este cultivo en el Valle Inferior. Organizaciones sociales manifiestan su preocupación por el impacto ambiental.
El crecimiento de un modelo agropecuario altamente intensivo en torno a la cebolla amenaza con tensar la cuerda en el Valle Inferior del río Negro. Es que varias organizaciones sociales están preocupadas por el impacto ambiental ante la posibilidad de que se convierta en una zona de monocultivo.
El punto en cuestión es que como consecuencia de la crisis hídrica y de sanidad del suelo en el área productiva del valle bonaerense de Corfo-Río Colorado, el “aumento (de esa herbácea en la temporada 2019-2020) surge por el (paulatino) traslado de productores de esa zona”, alegan Vecinos Autoconvocados de Viedma y Patagones, Colectivo Agroecológico Alimenta, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, la cooperativa Contranvi y la Comunidad Waimen Kurruf, entre otras entidades.
Afirman que “buscan aquí agua de mejor calidad y suelos más sanos, esta producción como muchas otras, emplea en general trabajadores muy precarizados, utiliza gran cantidad de agroquímicos empobreciendo los suelos, que después quedan muy deteriorados” y además “sabemos que el agua no es un recurso renovable, sino posibilidad de desarrollo de la vida” en tanto que el servicio de riego tiene “limitaciones”.
Asimismo, advierten que con buenos precios internacionales durante la temporada pasada “se triplicó el precio de alquiler de la hectárea de tierra, afectando gravemente a las familias campesinas, casi en su totalidad arrendatarias” al no poder pagar altos valores.
Si bien Wanda Ianovsky del colectivo Alimenta se mostró proclive a discutir “un modelo de desarrollo agropecuario” en defensa de la soberanía alimentaria, Juan Bilos –ex Federación Agraria- planteó varias inquietudes.
Hizo referencia a que viene creciendo el sistema de producción agroecológica con la apertura de nuevos canales de comercialización, y por otro lado desde el punto de vista institucional el Valle Inferior no tiene reglamentado el sistema para incorporar actividades de alto impacto.
Bilos preguntó ante RÍO NEGRO con cierta incertidumbre “cómo van a manejar el agua y el establecimiento de los turnos de riego, quien supervisará (el movimiento de) el agua contaminada tomando en cuenta que la cebolla utiliza muchos agrotóxicos”.
En el Instituto de Desarrollo del Valle Inferior (Idevi) que administra la colonia agrícola, ya tiene este controvertido tema en carpeta.
Su titular, Daniel Quintero, explicó a este medio que para este año hay empadronadas unas 23.000 hectáreas, y un 15% sería de cebolla, con lo cual hubo un crecimiento de la actividad cebollera. Sin embargo, aclaró que “no es un monocultivo” ya que la superficie principal está ocupada por las pasturas, ganadería y horticultura en general.
Consideró que “tenemos mucha confianza porque el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) debe controlar residuos en hortalizas”.
En su opinión “la visión es positiva en general porque implica un crecimiento, es generadora de trabajo, y la crítica que hacen (las organizaciones) es del trabajo marginal pero hay otros organismos del Estado que pueden controlar”.
Concluyó en que el tema es analizado con preocupación en el Consejo de Administración, y de productores, ya que esta producción “genera una importante cantidad de divisas, por lo tanto lo estamos evaluando para que parte de toda esa riqueza quede en la región”.
Inversiones en el riesgo
Aun cuando el Idevi dispuso para la temporada anterior de un presupuesto de $ 4,5 millones para sostener el servicio de riego, en el Consejo están observando que se necesitan más fondos para mejorarlo.
En su seno madura la posibilidad de que se apele a un recurso extra de inyección presupuestaria. Cuando el sistema fue concesionado al consorcio de riego en 2004 dentro del convenio se estableció que en el término de los 10 años, los productores tenían que abonar un canon por la plena utilización del canal principal. Pasaron 16 años de aquella transferencia, pero la doble facturación nunca se aplicó.
En la actualidad, los productores (en un 70%) sólo pagan la facturación de un servicio por ingreso de agua al predio, por lo tanto Quintero admitió que a valores de hoy serían unos $ 500 más por hectárea/año, pero se buscará una fórmula para que el costo sea menor y no haya tanta recarga con las otras boletas.
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