Ron Mueck nos presenta la hiperrealidad al borde del asombro
Por Oscar SmoljanDirector Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén
APUNTES DE LA CULTURA
A finales de los años 60 surgió en los Estados Unidos un movimiento artístico que se propuso como objetivo reproducir la realidad superando incluso la fidelidad de la fotografía. Ese movimiento, conocido como hiperrealismo, surgió en principio en la pintura aunque luego se extendió también a la escultura.
Dentro de esa corriente, otros artistas continuaron explorando los límites del hiperrealismo extremo yendo más allá incluso de las fronteras de la realidad, como fue el caso del canadiense Jamie Salmon o de los australianos Sam Jinks y Ron Mueck.
Precisamente por estos días la Fundación Proa recibió una muestra de esculturas de Ron Mueck, la primera que este artista realiza en Sudamérica, denominada Hiperrealismo de Alto Impacto, exhibición que ha provocado un verdadero suceso de público, el cual colma cada día el espacio que esa fundación posee en el barrio porteño de La Boca.
Son una decena de obras, de un total de cuarenta que ha producido este artista nacido en Melbourne en 1958, realizadas en resina, fibra de vidrio, silicona y pintura acrílica, las cuales están enfocadas principalmente a la figura humana, tanto en proporciones gigantescas como minúsculas, pero casi siempre fuera de proporción, lo cual da a cada escultura cierto viso de irrealidad dentro de la hiperrealidad propia de la obra.
Los detalles de la elaboración de cada figura impactan fuertemente en el espectador, desde la piel, con todas sus imperfecciones, a los cabellos o las arrugas de cada figura, creando una atmósfera onírica difícil de transmitir a quien no las haya contemplado.
Los personajes que elige Mueck para representar suelen ser en su mayoría seres solitarios o parejas aparentemente incomunicadas en un mundo que parece no tenerlos en cuenta.
Más allá del título de la obra, la curadora de la muestra, la italiana Grazia Quaroni ha dicho que la obra de Mueck “no es hiperrealismo, no tiene que ver con esa corriente artística. Para eso las esculturas deberían tener una escala 1 a 1 y no la tienen. Es una forma de realismo muy rara que pocos artistas en el mundo realizan”.
La muestra arranca con una de las obras más antiguas de Mueck, titulada Máscara II, un autorretrato de gigantescas proporciones ideado a partir de una cabeza de un hombre aparentemente apoyada en una almohada, y sigue con otras imágenes como la de una mujer que acarrea la bolsa con la compra diaria, un hombre que se inspecciona una herida cortante en su cuerpo, otro hombre desnudo sobre un bote y una pareja de adultos mayores recostados con trajes de baño bajo una sombrilla, entre otras creaciones.
La única obra no basada en seres humanos se titula Naturaleza Muerta y muestra a un pollo descomunal, pelado y atado por sus patas, a medio degollar. Un contraste brutal entre la cotidianeidad humana, presuntamente anodina o irrelevante, y esa muerte doméstica a la que muchas veces ni siquiera podemos ver.
Oscar Smoljan
Director
Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén
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