Por qué los incendios forestales en Patagonia Norte vuelven a repetirse

Se necesita un enfoque integral y preventivo. Lo explicó el destacado investigador del Conicet en Esquel, Guillermo Defossé. Las “quemas controladas” y la comunidad son claves

Durante el año 2021, se quemaron más de 302.000 hectáreas con diferente tipo de vegetación en la Argentina. En Río Negro, los incendios de vegetación afectaron 20.381 hectáreas. En Neuquén, se quemaron 1.350 hectáreas, según el Ministerio de Ambiente de la Nación. El martes pasado, los focos de incendios en Río Negro, Neuquén y Chubut tornaron tan crítica la situación que llevó al Consejo y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a declarar la “emergencia ígnea” en todo el país.

Ya en marzo pasado hubo otros focos de incendios en la vegetación en la provincia de Río Negro y luego otros en Chubut y en Neuquén. Se afectó a la vegetación y a los animales. Más de 500 familias perdieron viviendas por el fuego, y murieron tres personas. En cada ocasión, los brigadistas corren y dejan todo. En Aluminé, Neuquén, días atrás un helicóptero se precipitó mientras combatía un incendio y murieron los tripulantes.

Los incendios en Patagonia se repiten cada año y se podrían evitar o al menos disminuir considerablemente sus consecuencias sobre los bienes y las personas, sostuvo el investigador del Conicet Guillermo Defossé, quien lleva más de 40 años estudiando la ecología del fuego en bosques y pastizales patagónicos. En diálogo con RIO NEGRO, señaló que uno de los factores que hacen que los incendios vuelvan a producirse es que aún se considera al fuego “como un enemigo y no se hace prevención con la ciudadanía”.

Defossé es director del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (CIEMEP), que depende del Conicet y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, y profesor titular de Ecología en la Universidad de la Patagonia.

El problema de los incendios no se resuelven solo con pensar en más brigadistas, más camiones y más equipamiento. Se necesita en principio abordar el problema en base a la evidencia científica. Por cada dólar que se invierte en la prevención, se pueden ahorrar 50 dólares que se gastan en la supresión de incendios de vegetación.

“El fuego es un disturbio recurrente en la naturaleza. Si bien hay incendios intencionales provocados por seres humanos, también hay factores como la caída de cayos que hay que tener en cuenta”, dijo Defossé. En el caso de los incendios de diciembre de 2021, la mayoría habrían sido provocados por la caída de rayos en zonas no habitadas.

“En zonas aisladas, los incendios pueden producirse y más de 4 días después aparece la columna de humo que llama la atención a personas que dan aviso. En esas situaciones, el fuego avanza y es más difícil el control”, afirmó. En la Argentina, hay una ley federal de manejo del fuego, pero casi no se implementa. Hay gente que habita en la Patagonia con la idea romántica de “vivir dentro del bosque”. Pero según el doctor Defossé se debe tener en cuenta que si se habita una vivienda rodeada de árboles, existe el riesgo de que sea alcanzada por el fuego si hay un incendio cerca.

Los incendios que más afectan a los seres humanos son los que se desarrollan en áreas que están entre las ciudades y los bosques. Técnicamente, se llaman áreas de “interfaz urbano-rural”. Esta definición le cabe al área donde ocurrieron incendios en marzo pasado en la zona de Epuyén, El Hoyo, Lago Puelo y Cholila en los alrededores de El Bolsón.

Antes de la pandemia, el doctor Defossé y su equipo habían analizado datos sobre 400.000 hectáreas entre el noroeste de Chubut y suroeste de Río Negro. Encontraron que en el 6% de la superficie donde están las urbanizaciones en interfaz urbano-rural ocurren el 77% de los incendios. En otros lugares del mundo, también se están produciendo más incendios forestales en zonas que están entre las ciudades y la ruralidad. “Si se quiere vivir en lugares de interfaz entre lo urbano y lo rural, tenemos que saber primero los riesgos que implican habitarlos, y en segundo lugar, conocer todas las maneras de poder prevenir, minimizar, y mitigar los efectos del fuego cuando por distintas circunstancias pueda ocurrir”, advirtió Defossé.

Hay una batería de medidas probadas y eficaces para reducir el riesgo de incendio. “Los códigos de planeamiento en las ciudades deberían tener en cuenta cómo se construye una comunidad segura. Cada nueva vivienda en zonas de riesgos de incendios de vegetación también debería considerar medidas de prevención”, expresó.

Algunas tareas son tan simples como podar los árboles cercanos a las líneas de alta tensión para evitar que las ramas o copas de los árboles toquen los cables de alta tensión. Otra medida es evitar cercos de vegetación alrededor de las casas. Solo hay que hacer cercos de ladrillos. “Se debería incluir las quemas prescritas, que están contempladas en la Ley Federal de manejo del fuego. Pero en algunas provincias estas quemas están prohibidas. Si hay prohibición total,cuando algo se quema, la acumulación de biomasa es tan grande que dificulta muchísimo la sofocación de los incendios. Pasó con el incendio de Yellowstone en los Estados Unidos en 1988”, recordó.

Lo ideal sería hacer un plan sobre un área específica a quemar de manera controlada. Se quema esa porción para que el todo siga en buen estado y tenga menos chance de quemarse. “Muchas veces esas quemas son vistas como algo dañino por las personas que viven fundamentalmente en grandes ciudades -dijo-. Pero son prácticas necesarias para renovar cierto tipo de vegetación y sobre todo reducir el riesgo de incendios catastrófico”.

El beneficio de la quema prescrita

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, reveló que las quemas prescritas pueden retener o aumentar el carbono en los suelos de los bosques templados, las savanas y los pastizales. El hallazgo apunta a un nuevo método de manipulación de la capacidad natural de captura y almacenamiento de carbono del mundo, que también puede ayudar a mantener los procesos naturales de los ecosistemas. Los resultados se publicaron en diciembre en la revista Nature Geoscience.

“El uso de quemas controladas en los bosques para mitigar la gravedad de futuros incendios forestales es un proceso relativamente conocido. Sin embargo, hemos descubierto que en ecosistemas como los bosques templados, las savanas y los pastizales, el fuego puede estabilizar o incluso aumentar el carbono del suelo”, explicó Adam Pellegrini, del Departamento de Ciencias Vegetales de la Universidad de Cambridge.

“Al considerar cómo deben gestionarse los ecosistemas para capturar y almacenar el carbono de la atmósfera, el fuego suele verse como algo malo. Esperamos que este nuevo estudio demuestre que, cuando se gestiona adecuadamente, el fuego también puede ser bueno para mantener la biodiversidad y el almacenamiento de carbono”, dijo Pellegrini.


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