Por qué el incendio al sur de Bariloche es similar al siniestro de 1907
En esa ocasión, las llamas terminaron en Ñorquinco. Los especialistas realizan simulaciones sobre los posibles comportamientos del voraz incendio forestal en las siguientes horas para tomar decisiones.
Cada día, desde las últimas dos semanas, los especialistas realizan simulaciones sobre los posibles comportamientos del voraz incendio forestal en la zona de los lagos Martin y Steffen. Además, siguen con atención el recorrido del fuego que registra una conducta similar al incendio que se produjo en 1907.
El siniestro a principios del siglo XX comenzó en el mismo lugar, una zona cercana al lago Martin de muy difícil acceso.
“Corrió, quemó todo y terminó en Ñorquinco, Mallín Ahogado y el lago Guillelmo. No se sabe en qué época del año ocurrió. Solo sabemos por las crónicas que en febrero estaba ardiendo”, relató Javier Grosfeld, director regional de Conservación de Parques Nacionales.
Los antiguos pobladores de El Manso relatan que, en esa oportunidad, la gente tuvo que meterse en el río para sobrevivir al incendio que arrasó con el valle. “No se lo combatió ya que el fuego era una herramienta para la agricultura. Lo dejaban correr porque liberaba espacio para la ganadería. Era otro contexto cultural”, expresó.
Este biólogo advirtió que si bien los árboles que sobreviven a un incendio se regeneran, “en sus anillos, quedan cicatrices”. “Por lo general, se queman de un lado, de donde viene el viento. La parte viva empieza a regenerar el tejido dañado. Con el anillo, podemos datar el incendio porque queda carbón en la madera”, acotó.
La supervivencia de un bosque a un incendio forestal, especificó Grosfeld, depende de la intensidad del fuego. Con este nuevo incendio en la región, en una recorrida por el lago Steffen, Grosfeld detectó un avance en extremo veloz de las llamas que recorrieron 4,5 kilómetros en 5 horas.
En este caso, la velocidad del fuego es idéntica a la del incendio que devastó a Cholila en 2015. “La diferencia es que este incendio corre por abajo, quemando el sotobosque y algunos árboles (cuando se estaciona). Lo positivo es que avanza con una baja severidad”, dijo. En Cholila, en cambio, el incendio “corrió por arriba quemando la copa de los árboles. Por eso, la severidad fue alta”.
El viento incide en la velocidad en que se propaga un incendio; mientras que la severidad está vinculada con la temperatura. “Cuando arde por abajo, como el del Steffen, la severidad es menor. Cuando corre por las copas, ningún árbol sobrevive”, manifestó.
Más allá de la topografía y el viento, un incendio forestal está condicionado por la historia de la vegetación. Un incendio de severidad media alta transforma el bosque en matorrales que resultan aún más inflamables. “Cuando un matorral se quema, arde todo. Por eso, un bosque que se quemó hace 100 años tiene condiciones de inflamabilidad que le dejó el fuego anterior. Es normal que el fuego siga el recorrido de esos sitios más inflamables”, especificó Grosfeld.
El fuego suele subir por la ladera de la montaña, deteniéndose en la línea de lengas que son frías y húmedas por la altura en que se encuentran. El problema es que pueden saltar pavesas -brasas calientes- hacia abajo, generando focos secundarios.
El Comité de Emergencia dispuso el corte de la ruta nacional 40 el miércoles pasado ya que las llamas avanzaban en esa dirección. Por la noche, la lluvia aplacó el fuego. ¿Qué podría pasar en caso de que el incendio llegara hasta la ruta? Grosfeld explicó que la ruta resulta “un cortafuego natural” pero “con el viento, saltan pavesas y hay que estar sumamente alerta”.
Escenarios para la toma de decisiones
En 2012, los investigadores Juan Gowda, Thomás Kitzberger y Mónica Mermoz, delInstituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma), armaron modelos de simulación de incendios para comprender cómo se queman los bosques en el norte de la Patagonia.
A días del incendio en la zona del lago Martin y Steffen, la Administración de Parques Nacionales pidió adecuar este simulador para analizar posibles escenarios que ayuden al combate y mejoren la toma de decisiones.
«No es un modelo para defensa y combate sino de análisis. Teníamos como insumos los incendios históricos hasta el último en esa zona, el del Falso Granítico en 1999″, destacó Gowda.
Este ingeniero forestal investigador del Conicet especificó que el simulador es «una herramienta más, como las palas y los aviones que nos permite entender cómo se mueve el incendio». Luego, se toman decisiones operativas, vinculadas a dónde poner o sacar gente o las rutas a cortar.
«Hasta ahora, el simulador lee bastante bien el comportamiento del fuego. Le hemos ajustado lo que regula la diferencia entre el viento y la pendiente, los dos motores del fuego. El fuego se mueve pendiente arriba y a favor del viento. A veces, pesa más una variable que otra», manifestó Gowda que reside en El Manso.
Describió que en este caso, el fuego se ha ido moviendo más por la pendiente y frenándose en los lengales. Pero con las jornadas de viento, las llamas avanzaron «muy rápido no como un frente sino que dieron saltos. Por eso, ahora la situación para los combatientes es inestable, con muchos focos».
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