Tierras del Ejército: el rol de la Escuela Militar y una reserva natural que quedó en pausa
En la enorme extensión de terrenos se proyectó un Parque Central, como área protegida, que tiene ley provincial vigente, pero ningún avance concreto. Hay 400 personas vinculadas a la institución y casi cien viviendas bajo su administración.
El Ejército Argentino tiene una presencia institucional fuerte con la Escuela Militar de Montaña “Teniente General Juan Domingo Perón”, que es un centro de entrenamiento del Ejército Argentino en Bariloche.
Actualmente integran esta institución, que tiene un enorme predio y edificio de piedra a la altura del kilómetro 9 de la avenida Bustillo, unas 400 personas, entre voluntarios que realizan el curso de instrucción básica, aspirantes a continuar la carrera militar como soldados, suboficiales y oficiales designados, según precisó a RÍO NEGRO el teniente coronel Fernando Feijoo, subdirector del establecimiento militar.
Entre el patrimonio de la Escuela Militar, además de su sede que cuenta con aulas, auditorio y cine, una capilla, un museo de tropas de montaña, entre otras instalaciones, la fuerza tiene en Bariloche 97 viviendas, la mayoría situada en el barrio Militar, lindero al Centro Atómico, y un puñado frente a la institución, con costa del lago Nahuel Huapi. Todas ellas son administradas y asignadas al personal.
La Escuela Militar de Montaña “es un instituto de perfeccionamiento del Ejército y su misión es ofrecer cursos de capacitación a las tropas de montaña de todo el país”. Por eso llegan habitualmente suboficiales y oficiales provenientes desde Jujuy hasta Esquel, donde hay regimientos de montaña del Ejército, para realizar los cursos de montaña estival e invernal o instrucción militar de andinismo y de esquí, que se realizan en diversos sitios de la zona como los cerros Catedral, Tronador, López, Valle del Chalhuaco, refugio Frey, entre otros.
En paralelo, la institución recibe cada año a jóvenes de entre 18 y 24 años que se inscriben voluntariamente en lo que antes era el “servicio militar” y que ahora consta de un “núcleo de instrucción básica”, que dura 10 semanas.
Hoy hay 60 aspirantes en este ciclo y un 90% provienen de Bariloche y otras zonas de Río Negro.
Posteriormente a este curso, los soldados pueden continuar en Bariloche como voluntarios en formación hasta los 28 años y hay quienes deciden iniciarse en la carrera militar, que deben emigrar a otras instituciones del Ejército en Buenos Aires para obtener los rangos de suboficiales u oficiales de la fuerza.
También el Ejército tiene patrullas de rescate que colaboran en cuestiones vinculadas a la montaña y en asistencia social en casos de contingencias climáticas.
A pesar de las instancias de formación, Feijoo admitió que el principal vínculo del Ejército con la comunidad es la Banda Militar que tiene 35 integrantes. “Es nuestra carta de presentación, nos convocan de escuelas, organismos, participamos de actos públicos”, relató el subdirector de la escuela.
El proyecto del Parque Central, sin avances
La idea de realizar un área protegida o reserva en las tierras del Ejército, en la zona oeste, está paralizada. Las demandas abiertas entre comunidades mapuches y el Ministerio de Defensa, la falta de consulta previa al impulsarlo y la complejidad del entramado que no involucra de manera comprometida a Nación, desmotivaron de algún modo el proyecto con el que hizo bandera la gobernadora Arabela Carreras.
La generación de un comanejo y creación de una reserva natural urbana en estas tierras se gestó en 2006 con el impulso de juntas vecinales del oeste, ambientalistas y vecinos interesados en preservar esta enorme extensión de tierras. En ese momento se juntaron firmas y se presentó la idea embrionaria al Ministerio de Defensa.
Luego, en 2009, la bióloga Valeria Ojeda, una de las impulsoras de esta propuesta, llevó la idea a la Banca del Vecino en el Concejo Municipal y desde allí lo tomó Carreras, quien por entonces era concejal del partido Sur. Cuando la actual gobernadora fue legisladora, este proyecto se transformó en ley, con la creación de una comisión mixta, y obtuvo la denominación de Parque Central, en alusión a la centralidad de la ubicación en el ejido urbano, pero también en referencia comparativa al Central Park de Nueva York, el pulmón verde de esa gran urbe estadounidense.
Carreras promovió el llamado Parque Central y encontró resistencia en las comunidades mapuches por la ausencia de una consulta previa informada. Tampoco avanzó en acuerdos con el Ejército para el destino de las tierras.
La última intervención que se tuvo en el Parque Central fue un estudio que en 2020 realizaron Valeria Ojeda (bióloga) y Cristina Pérez (referente de la Asociación de Turismo Activo), contratadas para hacer una “hoja de ruta” para avanzar en el proyecto, donde se plasmaron necesidades de obras, circuitos naturales para trazar y otros puntos.
Allí se dejó en claro que faltaba una arista importante a solucionar para poder concretar esta reserva: el aval de las comunidades mapuches.
Desde entonces se realizaron algunas reuniones puntuales de referentes municipales y provinciales con Nación, se recibió asesoramiento externo, y finalmente la idea del Parque Central quedó en pausa.
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