Río Negro aumentó el beneficio de la tarjeta alimentaria a 45.000 pesos

Hay 10.000 familias asistidas mediante este sistema y otros 8.000 que viven en parajes y reciben módulos. Quejas de las organizaciones desplazadas.

El gobierno provincial mantiene intacto su plan de erradicar la ayuda alimentaria a través de comedores y merenderos y reemplazarlo por una tarjeta personalizada, pero la aplicación de esta nueva modalidad está lejos todavía de cumplir con los objetivos iniciales.

El ministro de Desarrollo Humano, Juan Pablo Muena, dijo a Diario RÍO NEGRO que desde este mes la asignación otorgada a cada beneficiario aumentó de 35.000 a 45.000 pesos. El programa denominado Río Negro Presente había comenzado en junio con un monto de 25.000 pesos.

Pero la cantidad de tarjetas crece con llamativa lentitud. La meta del gobierno era la de llegar a esta fecha con 15.000 tarjetas distribuidas. Muena insistió en que el objetivo general que se plantearon es asistir a los beneficiarios en forma directa y “sin intermediaciones”, pero al ponerlo en cifras dijo que en la actualidad “las tarjetas activas son alrededor de 10.000”.

El gobernador Alberto Weretilneck también defendió el modelo elegido ante la consulta de este diario. “No aceptamos intermediarios con la pobreza -subrayó-. Cualquier rionegrino que tenga problemas de alimentación y que no tenga ninguna cobertura social está en condiciones de acceder. Siempre en forma individual. Y a las tarjetas de la provincia hay que agregar el aporte directo de los municipios y otros programas sectoriales, más la AUH nacional”.

Admitió que “la situación es compleja desde lo social y desde lo económico. El presupuesto para el área se ajustó, como todos, por caída de la coparticipación, de partidas nacionales, por la recesión económica. Pero estamos haciendo lo que se puede dentro del contexto”.

La nueva modalidad que saltea a los comedores puso fin en los hechos al modelo gestionado a través de organizaciones sociales como Utep y Fenat, donde persisten las evaluaciones críticas sobre la gestión de Muena.

La demanda es cada vez mayor y hay mucha gente, muchos lugares donde no llega la tarjeta. El programa está lejos de ser universal”, cuestionó Cristóbal Cervera, de Utep Alto Valle.

Los comedores se quedaron sin ayuda directa del Gobierno provincial. Foto: Archivo

Dijo que desde abril pasado, cuando se desató la confrontación de las organizaciones con el gobierno que incluyó varios cortes de ruta, invitaron a los funcionarios a que “se presenten en los barrios populares, para conocer la realidad”, pero eso no ocurrió.

No fueron al territorio como había prometido el ministro. En cambio nos pidieron que aportáramos listados de las personas con necesidad, y se los dimos. Hicimos el trabajo, pero mucha gente sigue sin tener la tarjeta”, afirmó el referente social.

El ministro Muena negó que el sistema tenga ese tipo de falencias. Dijo que la cartera a su cargo realiza un seguimiento muy cercano a través de las delegaciones en cada localidad sobre las demanda nutricional y alimentaria.

Complemento con módulos alimentarios


Muena señaló que en los parajes rurales, donde las tarjetas son de imposible implementación porque no hay bancos o comercios adscriptos a la red Cabal, el ministerio entrega “módulos” de comestibles por un valor equivalente. Dijo que las personas asistidas de esta manera son unas 8.000 en toda la provincia. Lo que no existe más son las partidas regulares para comedores.

Sobre las condiciones para acceder, Muena dijo que el requisito principal es tener un ingreso que no supere el salario mínimo, vital y móvil, fijado hoy en 268.000 pesos. El alta le llega después de un “cruzamiento” que realiza Desarrollo Humano con datos de Nación para acreditar que no son beneficiarios de alguna pensión o de la Asignación Universal por Hijo.

El chequeo se realiza mediante el llamado “Sintis”, Sistema de Identificación Nacional Tributario y Social. Según Muena, el resultado de esos cruzamientos implica el manejo de “datos muy sensibles” y por eso solo tienen acceso dos personas del equipo a su cargo.

Alcance de beneficiarios por debajo de las metas


El ministro dijo que el ajuste del sistema es permanente, aunque los datos revelan que al menos en el primer semestre -durante la conflictiva reconversión- la provincia subejecutó partidas en ayuda alimentaria, ya que solo aplicó el 30% del presupuesto.

El propósito declarado era llegar a la entrega de 13.500 tarjetas en julio y dos meses después, según reconoció Muena, tienen asignadas un total de 10.000, lo cual le demanda una inversión mensual de 450 millones de pesos.

Si bien dijo que la crisis de empleo y la pobreza creciente multiplican la demanda, también ocurre que mucha gente se inscribe y no califica. “En los primeros listados había hasta fallecidos. Y nos ha pasado de personas que presentan su solicitud pero cobraban 1.500.000 ó 1.800.000 pesos y no les corresponde. El objetivo de estos cambios no es ahorrar, sino transparentar. Vamos resolviendo los casos sobre la marcha y ya se ven los resultados”, sostuvo Muena.

Dijo que la demanda recae en forma diaria en las delegaciones y desde esas oficinas se realiza el “relevamiento”, que incluye comprobar “donde vive la persona, con agentes que se acercan al lugar”. Y en ocasiones se atienden otras necesidades como “chapas, frazadas o ayuda para un problema de salud. A nadie se le dice que ‘no’ sin hacer el cruce y el relevamiento”.

Muena apuntó también que los controles más rigurosos derivaron en una “autorregulación” de los potenciales interesados. Dijo que no es un indicador de mejoría de la situación social, sino un control de la sobredemanda.

El capítulo “salud” de la tarjeta provincial


El ministro ponderó también la extensión progresiva de la tarjeta Río Negro Presente Salud, por la cual se acredita dinero destinado a la compra de medicamentos a pacientes de enfermedades crónicas.

Dijo que la instrumentación demandó una coordinación con el ministerio de Salud y con el colegio de farmacéuticos. Refirió que las tarjetas ya están vigentes en Conesa, Los Menucos, El Bolsón y Jacobacci. Desde el mes próximo llegarán a Sierra Grande y San Antonio Oeste, “y la próxima etapa es el Alto Valle”. Bariloche “lleva una logística más compleja”, indicó Muena, pero esperan incorporarla “antes de fin de año”.

Señaló que los beneficiarios no deben tener obra social y es para personas con diabetes, hipertensión y “problemas renales”, entre otras patologías. Reciben en forma mensual en su cuenta el dinero para comprar sus medicamentos con tarjeta de débito en farmacias habilitadas, y ya no necesitan acudir al hospital.

Tanto en la cuestión alimentaria como en salud y en la entrega de materiales, Muena dijo que había gran necesidad de ajustar las metodologías para lograr un gasto más eficiente. “Cuando hay programas así y hay también una necesidad y una complejidad social, la gente pide. Es así. Pero nuestro compromiso es que todo se aplique con transparencia”, argumentó.

El ministro no quiso hablar sobre la “universalidad” de los programas, en especial el de la tarjeta para alimentos, pero aseguró que se analizan caso por caso todas las solicitudes y no hay demandas desatendidas por falta de presupuesto.

El Gobierno “desconoce la realidad de los barrios populares”


La interacción del Estado provincial con las organizaciones que sostenían comedores y merenderos con recursos públicos entró en crisis con el úlitmo cambio de gobierno y también con la retracción de la ayuda nacional, que incluyó un escándalo por alimentos retenidos, todavía sin resolución judicial.

En reclamo, las organizaciones sociales bloquearon el paso de camiones en mayo en la Ruta 6, en Roca. Archivo – Juan Thomes

Cristóbal Cervera, referente de Utep, dijo que más allá del rol que hoy se les reserva, el gobierno de Weretilneck no tiene contacto directo con “la realidad de los barrios populares de la provincia” y la ayuda desplegada no llega a donde debería.

En una reunión con Muena se había definido hacer un trabajo común, que la provincia vaya a las unidades sociocomunitarias (de las organizaciones). Pero hasta hoy no ocurrió”, dijo Cervera.

Señaló que aun con ese incumplimiento presentaron las planillas que les pidieron con las personas que calificaban para la ayuda alimentaria, pero “el tiempo pasa y es mucha la gente que sigue sin tener la tarjeta”.

Insistió en la necesidad de que los agentes del Estado vayan a los barrios a conocer las demandas de primera mano. “Hicimos todo el trabajo que nos pidieron pero hay gente que no tiene la tarjeta. Prefieren apelar a esquemas punteriles. La evaluación que nosotros hacemos es claramente negativa -sostuvo el vocero de Utep-. Hay hambre en los barrios populares de Río Negro, y las respuestas no llegan. El gobierno en cambio, elige judicializar la protesta”.

Cervera dijo que los comedores sobreviven, pero con menor actividad. Generaron redes “solidarias” para sostenerse con donaciones y los que todavía funcionan lo hacen con frecuencia menor. Es decir, entregan comida solo dos o tres días por semana.

Viedma creó la mesa de emergencia alimentaria


Viedma y Roca son dos de los municipios que en junio declararon la emergencia alimentaria, mientras que Cipolletti lo rechazó en un acalorado debate el mes pasado y en Bariloche sigue sin tratamiento el proyecto.

La capital rionegrina sorprendió con la ordenanza por incluso el partido oficialista, Juntos Somos Río Negro, acompañó la iniciativa que a nivel provincial el Gobierno rechaza ya que no da lugar al debate de proyectos de la oposición para atender la crisis social y alimentaria.

El municipio capitalino avanzó la semana pasada en conformar la mesa de emergencia alimentaria que instrumentaba la ordenanza aprobada por ocho votos, con la abstención de una concejal libertaria, en junio pasado.

Se trata de un “espacio de diálogo y acción conjunta entre el Estado, las organizaciones sociales y los vecinos de los sectores más golpeados por la crisis”, valoró la concejal Lorena Alan (Vamos con Todos).

En ese contexto se anunció el incremento en las tarjetas alimentarias PROA, que otorga el municipio, y el compromiso de incremento en el programa “A comer”, destinado a merenderos y comedores.


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