Proponen que la caza del ciervo colorado genere carne a valor social

El plan surgió en Bariloche y propone faenar los ejemplares luego de la obtención del trofeo. Hay apoyo del Senasa y de una cooperativa que podría encargarse de la logística.

En abril se cumplirán 100 años del ingreso del ciervo colorado a la región cordillerana. Los especialistas prefieren no hablar de un aumento de la población sino de una gran dispersión que impacta en la biodiversidad. A fin de controlar la población y generar, a la vez, una mayor accesibilidad a la carne, varias instituciones avanzan en un ambicioso proyecto.

A los cazadores solo les interesa el trofeo, pero la carne de ciervo es magra, sana y podría competir en el mercado a un valor popular. Una cooperativa cárnica hizo cálculos y hablamos de 500 pesos el kilo. Además, podría generar una alternativa de trabajo. Hoy hay todo un mercado negro que no está regulado”, explicó Gastón Marchioli, uno de los impulsores del proyecto.

Definió al ciervo como “un animal muy territorial y agresivo que va corriendo, por ejemplo, al huemul. No es el Bambi que nos vendieron. Además, produce daños sobre la flora nativa y en esta época, empieza a marcar territorio en los árboles”.

El ciervo es herbívoro y come no solo pasto sino también retoños de coihues, cipreses y maitenes.
La presencia de este animal en el país se remonta a comienzos de 1900. En ese entonces, Pedro Luro, un aficionado a la caza, introdujo jabalíes y ciervos colorados en su estancia en La Pampa. En 1922, el inmigrante alemán Roberto Hohmann le compró 20 ejemplares que fueron trasladados a su estancia Collun-Co, en Junín de los Andes. Los liberó diez años más tarde y la especie fue expandiéndose hacia el sur. Hoy, se encuentran ciervos desde Chos Malal hasta Esquel.

“A Hoffman se le venció el área de pastaje que Parques le había entregado y como no le había ido tan bien con la cría de ciervos, los terminó largando”, contó Ricardo Barroetaveña, presidente del Club de Pesca y Caza de Bariloche.

“En esa época -recordó-, se estilaba poblar diferentes zonas con animales exóticos. No estaba la cultura ecológica ni el conocimiento respecto a la necesidad de no introducir animales exóticos que podrían hacer daño o desplazar a otras especies”.

Destacó que el ciervo “cuajó muy bien en la cordillera ya que le gusta comer en el llano pero cuando nota alguna inclemencia del tiempo o algún peligro de depredación, toma el bosque como refugio”.
La caída de cenizas volcánicas en 2011 impactó en la falta de pastura que fue desplazando a los ciervos de la cordillera a la zona de Comallo y Pilcaniyeu.

La temporada de caza de ciervos colorados arranca en marzo (Foto: Archivo)

La cooperativa cárnica Ayllú Bariloche se conformó años atrás a fin de lograr un aprovechamiento total del ciervo. “La mayoría de los cazadores matan el animal, sacan sus trofeos y el resto queda tirado. En época de cacería, es mucha la carne que dejan por ahí en los operativos de caza control. La idea es darles un valor agregado a la carne, el cuero y las astas, con un fin social”, resumió Jonhatan Strada, integrante de la cooperativa Ayllú.

Insistió en la abundancia de ciervos en la Patagonia “que solo genera daño al medio ambiente. Es cuestión de aprovecharlo”.

Por eso, el Senasa interviene en la iniciativa a fin de garantizar la “sanidad y la inocuidad” de la carne, brindar asesoramiento técnico y en el armado de una planta de faena móvil.

“Es una carne que se puede aprovechar pero no hay que olvidar que está en un ambiente silvestre. Si bien no se han encontrado enfermedades de gran impacto en la carne de ciervo, son necesarios los controles”, puntualizó Leandro Celestre, referente de Agricultura Familiar en Senasa regional Patagonia Norte.

“La finalidad -advirtió- es que nadie se enferme al consumir esa carne pero, además, aprovechar la caza de ciervo para realizar monitoreos de enfermedades de fauna silvestre. Hoy, el 80% de las enfermedades emergentes en el humano son de origen animal”.

El proyecto está a un paso de concretarse, pero requiere de una planta de faena móvil con una sala de almacenamiento con frío para evitar la contaminación en la manipulación del animal.

“Se trata de cuidar la biodiversidad y a la vez, darle un valor agregado a la carne que es gratis y está en el parque. Pero es necesaria la infraestructura mínima para garantizar las condiciones de inocuidad y sanidad. Por eso, en este momento, se busca financiamiento. No es mucho dinero en relación a lo que representa el proyecto con este fin social o lo que representa en puestos de trabajo”, consideró Celestre.


La lucha del huemul


Ya en los años 60, el parque Nahuel Huapi implementó estrategias de control del ciervo colorado en determinados sitios. “Es un parque muy grande. Por eso, se definen los controles en función de los daños de la especie en una determinada área. Hoy, se trabaja en acciones de control en la Isla Victoria y en el área de Ñirihuau”, expresaron desde la intendencia con sede en Bariloche.

El control de ciervos en Ñirihuau está vinculado a los registros recientes de huemul en esa zona. “Habría una interferencia negativa de esta especie exótica sobre el huemul que hoy, se está analizando”, dicen los especialistas.

En Isla Victoria, el ciervo arremete con la vegetación que come, sin darle tiempo al rebrote.
Las especies exóticas en las áreas protegidas son una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.


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