CALF pasó de tener el 40% de una central térmica al 6,55% de una empresa en vía de desaparecer

En 1992 integró la empresa que se quedó con la privatización de la usina Alto Vallle. Esas acciones fueron trasladadas a concesionaria de una presa que dejará de existir con la reprivatización.

El 5 de agosto de 1992 un consorcio integrado en un 40% por la cooperativa CALF se quedó con la propiedad de la central térmica Alto Valle, ubicada en el estribo oeste del único puente carretero que unía entonces la capital neuquina con Cipolletti. La entidad ya no tiene ese activo porque lo canjeó por acciones en una concesionaria que perderá su razón de existir en breve.

La usina, que era y aún es puntal de la oferta eléctrica de la región, estaba en manos de una empresa estatal que iba a desaparecer, Agua y Energía Eléctrica, y fue pasada a privatización. Cuatro ofertas recibió el gobierno nacional; la de la estadounidense Dominion Energy, asociada con CALF, era la mejor y ganó.

Los dos socios pagaron poco más de 22 millones de dólares, se supone que en parte proporcionales. CALF entonces desembolsó casi 9 millones de dólares.

El entonces presidente de la cooperativa, Osvaldo Bonvín, no podía ocultar su alegría cuando el secretario de Energía de la Nación, Carlos Bastos, anunció la adjudicación, según lo que publicó ese día RÍO NEGRO.


CALF y el negocio ruinoso


Pasaron 32 años. A Dominion le compró los activos en la región otra estadounidense, Duke Energy, que le vendió luego ambas usinas a la mexicana Orazul, que acaba de desprenderse de sus activos en Argentina a favor de una empresa de capitales nacionales, Aconcagua.

Hasta hace 15 años, la central Alto Valle le vendía a CALF la energía que distribuía, primero a un precio fijo muy superior al del mercado eléctrico y más tarde, por los incrementos del valor mayorista de la electricidad, a uno más bajo, lo que empujó a la generadora a forzar el fin de ese contrato.

Poco después de quedarse con la propiedad de la central Alto Valle, Dominion ganó la licitación para quedarse con otra privatización nacional, aunque en forma de concesión: la de la hidroeléctrica Cerros Colorados, sobre el río Neuquén. Tanto Duke como Orazul y ahora Aconcagua mantuvieron para sí ese permiso de explotación.

Durante la gestión de Marcos Silva en la presidencia del Consejo de Administración de CALF, la cooperativa aceptó el esquema que le propuso su socio estadounidense: desprenderse de las acciones en la central térmica Alto Valle y canjearlas por una participación en la Hidroeléctrica Cerros Colorados.

El negocio, se ve ahora mejor que entonces, resulta ruinoso para la cooperativa porque en cuestión de meses la concesión de la hidroeléctrica cesará, la empresa que opera perderá razón de existir, Aconcagua se quedará con la propiedad del 100% de Alto Valle y CALF, con nada porque el gobierno nacional acaba de crear sociedades anónimas que operarán las presas ubicadas sobre los ríos Limay y Neuquén una vez que venzan las concesiones. Las acciones de esas sociedades serán licitadas en seis meses.


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