Alberto Fernández blanqueó la crisis con Cristina Kirchner pero garantizó la unidad del Frente de Todos
El Presidente se quejó porque los sectores que responden a la Vicepresidenta no lo acompañaron para aprobar el acuerdo con el FMI. "Valoro a Máximo y a Cristina, pero no existe la presidencia colegiada, las decisiones las tengo que tomar yo”, remarcó.
Alberto Fernández reconoció en público que su relación con Cristina Kirchner se quebró por las diferencias sobre el acuerdo con el FMI, pero trató de bajar los decibeles en el Frente de Todos al ratificar su compromiso con la unidad y le envió un mensaje directo a los sectores identificados con la Vicepresidenta: “No podemos darnos el lujo, por la causa que sea, narcisismo, egoísmo, política, de desunirnos”.
El Presidente salió a hacer catarsis durante una sorpresiva entrevista que le concedió a la radio oficialista El Destape, donde mucho se habló sobre el conflicto interno en la coalición oficialista y los crecientes cuestionamientos de los kirchneristas más duros contra las acciones del gobierno nacional.
“Cuando me propusieron que me hiciera cargo de esto, yo sabía que iba a tener que tomar decisiones y esperaba que me acompañen, pero no me acompañaron”, lamentó Fernández para exponer su malestar por la decisión de Cristina Kirchner y del diputado nacional Máximo Kirchner de no acompañar el entendimiento con el Fondo para reestructurar la deuda de alrededor de 45.000 millones de dólares y evitar el default.
Incluso el primer mandatario aprovechó para justificar una declaración que provocó ruido dentro del Frente de Todos. “Cuando planteé la necesidad de que encaremos un futuro hacia el 2023 pensando en las Paso, donde todos puedan participar, donde cada uno pueda representar lo que el espacio contiene, lo hice no para molestar a nadie sino para preservar esta unidad”, rememoró.
Alberto Fernández hizo aquel planteo al cerrar el acto por el Día de la Militancia, pocos días después de las elecciones legislativas. Las diferencias también estuvieron presentes aquel día, porque los militantes de La Cámpora llegaron a Plaza de Mayo luego del discurso presidencial.
“Yo valoro a todos, valoro a Máximo, a Cristina. Lo que digo es cómo funciona un gobierno. No existe la presidencia colegiada, puedo escuchar a todos pero las decisiones las tengo que tomar yo”, insistió el Jefe de Estado.
Por lo pronto, los planteos de Fernández no parecieron inquietar demasiado a Cristina Kirchner, quien optó por mantenerse en silencio y mostrarse con las Madres de Plaza de Mayo, y su titular Hebe de Bonafini, en vísperas de las movilizaciones que se realizarán el próximo jueves para conmemorar el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
De cualquier manera, el presidente Fernández habló y blanqueó la dimensión de la creciente interna que mantiene en vilo al oficialismo, porque muchos de sus integrantes optaron por exponer sus diferencias a los cuatro vientos, sin reparo alguno. El ejemplo más reciente fue la carta pública, titulada “Unidad en el campo popular: moderación o pueblo”, que firmaron intelectuales, académicos y referentes de la cultura partidarios del kirchnerismo.
En el texto sobran las críticas contra el rumbo del Gobierno nacional. “La política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas”, se advirtió en la misiva, seguramente, en alusión a la “guerra contra la inflación” que prometió la semana pasada Fernández, que apenas incluyó un par de medidas ya conocidas y cuestionadas por su alcance y efectividad.
Los referentes culturales del kirchnerismo advirtieron que así “la moderación se transforma en impotencia”. “Proponen ir despacio, pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus eficacias”, remarcaron.
El texto pasó a ser la continuidad de la secuencia incómoda Alberto Fernández, en la que figuran desde las cartas públicas de Cristina Kirchner, hasta la encerrona de los ministros kirchneristas para forzar cambios de Gabinete tras la derrota en las PASO del año pasado y las constantes críticas de dirigentes como Fernanda Vallejos, quien no vaciló al calificarlo como un “okupa”, “enfermo y “atrincherado”.
La portavoz presidencial Gabriela Cerruti buscó relativizar los cortocircuitos. “Es un debate entre intelectuales que se da en el campo popular y tiene que ver hacia qué lado hay que profundizar. Es lo que ellos piensan, es un debate, los debates hay que darlos”, dijo en Radio 10.
Pero no fue tan contemplativa con Claudio Lozano, quien recientemente impulsó con otros referentes del oficialismo un amparo judicial contra el acuerdo entre el Gobierno y el FMI. “Si tenés una posición tan extrema deberías preguntarte realmente qué hacés ahí”, opinó la funcionaria sobre el economista que integra el directorio del Banco Nación.
La presentación judicial, antes que nada, impugna la deuda contraída por Mauricio Macri, por haber superado límites crediticios establecidos por el propio FMI. “No hay reestructuración, sino un refinanciamiento que blanquea las irregularidades del Fondo”, explicó Lozano, quien dijo que le elevó personalmente su planteo al Presidente.
Aníbal Fernández fue la primera voz jerarquizada del Gobierno que salió a cruzarlo. “Hay que ordenar las cosas, todo tiene un límite. El respeto no se puede perder y si uno va judicializar acciones contra el propio Gobierno, ¿qué hace en el Gobierno? Uno no debiera decírselo, debiera él razonarlo en todo caso”, dijo el ministro de Seguridad.
Leandro Boyer
Buenos Aires
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