Nilda Paletta, una mujer de hierro que no tuvo justicia
Durante casi 12 años, la madre de Carlos Castillo intentó que el homicidio de su único hijo no quedara impune. La Corte Suprema cerró el 7 de abril pasado la causa. La historia de una luchadora.
Dicen que el paso del tiempo tal vez ayuda a curar el dolor. No es el caso de Nilda Paletta. Casi doce años después del homicidio de su único hijo, Carlos Castillo, Nilda siente el mismo dolor. La vida le arrebató lo que más amaba. En un instante, le destrozó el corazón. “Este dolor me lo llevaré a la tumba, es mío”, afirma la madre de Carlos, cuyo crimen quedó impune.
El 7 de abril último, la Corte Suprema cerró la última puerta. Desestimó la queja que el fiscal general de Río Negro Fabricio Brogna, había presentado en un último intento por tratar de revertir la sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la provincia que rechazó un recurso extraordinario federal. La fiscalía pretendía que la Corte revisara la sentencia que absolvió a Néstor Quintero por el homicidio de Castillo.
Nilda no sabía nada de ese recurso. Dice que tampoco le importaba. El Poder Judicial rionegrino la decepcionó demasiado. Y sus palabras brotan con una sinceridad brutal. Tiene motivos.
Su hijo era casualmente empleado del Poder Judicial. Y su caso, como tantos otros, quedó sumergido en la impunidad por una investigación que anduvo a los tumbos desde el primer momento. Y nadie dio explicaciones por tantos desaciertos.
“¿Qué me van a venir a decir?”, se pregunta la mujer. “La única que me va a entender es la persona que lo vive, que pasa por lo que yo pasé”, sostiene. Su rostro delgado se estremece por la impotencia. Sus manos se mueven nerviosas y contiene con esfuerzo las lágrimas. No quiere llorar. Ya lo hizo demasiada veces.
Recuerda tantas horas perdidas por los pasillos de los tribunales. Tantas palabras y promesas que se llevó el viento. Y se enoja al recordar los juicios que no sirvieron para nada.
Pero Nilda es una mujer de hierro. La vida nunca fue fácil para ella. Oriunda del paraje Pichileufu sabe de sacrificios.
Sus padres murieron siendo una chica y se quedó con sus hermanos como única compañía. Se levantó y volvió a caminar.
Después, se casó y tuvo un hijo. Sintió que la vida la recompensaba después de tanto sufrimiento.
Con su marido. Carlos Víctor Castillo, eligieron Dina Huapi para vivir. En un lote de la calle El Pudú al 200 comenzaron en 1996 su proyecto. Nilda rememora que llegaron a un galpón. No tenían piso. Nada.
“Fuimos haciendo de a poquito la casa”, relata. Y así la edificaron. Su esposo murió a causa de una enfermedad. Fue un 30 de diciembre de 2007. Fue otro momento de mucho dolor.
El dato
- 2
- veces se juzgó al único imputado por el homicidio de Carlos Castillo. El STJanuló en las dos ocasiones los fallos.
Superó esa pérdida con esperanza y con la fuerza y ganas de vivir que tenía su hijo, Carlitos, como lo recuerda a cada instante con una ternura que impacta.
Se volvió a levantar. Caminó junto a su hijo que proyectaba sueños. Pero todo se derrumbó la noche del 5 de junio de 2010. Un hombre con el rostro cubierto entró a la pequeña despensa de Nilda, en el barrio El Milagro de Dina Huapi. El negocio estaba anexado a la vivienda.
Sorprendió a la mujer y la sujetó con violencia del cabello. Nilda asegura que nunca le exigió dinero. Ni siquiera amagó con robar algún artículo. Los gritos de la mujer alertaron a Carlos que estaba en una habitación, con su novia. El joven salió en defensa de su madre y el agresor escapó. Carlos quiso seguirlo y el encapuchado giró y le disparó con un arma de fuego. Un proyectil impactó en la cabeza y el joven murió tres días después. Tenía 30 años.
Durante varios años Nilda vio que los días pasaban sin darse cuenta. Hubo meses que no podía caminar por la tristeza y depresión. “Todo me quedó trunco”, asegura.
Cien veces uno se puede caer, pero no te podés quedar tirado. Siempre en la vida tenés que seguir luchando”.
Nilda Paletta, madre de Carlos Javier Castillo asesinado en Dina Huapi.
Como pudo se levantó otra vez. Cuenta que fue difícil volver a encontrarle sentido a la vida. Pero había que continuar. Fue un proceso duro que todavía no termina.
“Yo me quedé sola en el mundo, porque mi familia era mi marido y mi hijo”, explica. Señala que no le gusta molestar a nadie. Hizo algunos arreglos en su vivienda y volvió a atender su despensa. “Hay días que me enojo, lloro y después salgo a hacer todo lo que tengo que hacer”, sostiene.
“No sé a qué me aferro. Tengo fuerzas y no sé de dónde las saco”, responde a Río Negro. Se da valor con un mensaje que siempre le transmitió a su hijo. “Cien veces uno se puede caer, pero no te podés quedar tirado. En la vida tenés que seguir luchando”, asegura Nilda.
Una causa que dio vueltas durante años
La causa por el homicidio de Carlos Castillo recorrió toda la pirámide del Poder Judicial en dos oportunidades y llegó hasta la Corte Suprema.
Castillo recibió un disparo en la cabeza de una persona encapuchada que había agredido a su madre, en la despensa que ella atendía. Murió tres días después.
La investigación fiscal siempre tuvo en la mira a Néstor Quintero como posible autor. Hubo otras hipótesis para explorar, pero no se profundizaron.
Quintero fue juzgado y el 28 de marzo de 2012 los jueces de la Cámara Criminal Primera lo absolvieron por el beneficio de la duda. Las pruebas aportadas no fueron contundentes.
El 20 de diciembre de 2012, el STJ anuló la sentencia absolutoria y ordenó que sea juzgado por otros jueces, pero con las mismas pruebas.
La defensora oficial María Rita Custet Llambí promovió un recurso de queja para que la Corte Suprema revisara el fallo del STJ. Pero el 22 de abril de 2014, la Corte declaró inadmisible la queja.
Se hizo un segundo juicio. Esta vez el tribunal se integró con jueces laborales, porque los penales habían intervenido en otras instancias. El 28 de septiembre de 2018 la Cámara Criminal Primera, integrada por los jueces Juan Lagomarsino, Marina Venerandi y Alejandra Paolino condenó a Quintero con las mismas pruebas que en 2012 lo habían absuelto, a la pena de 18 años de prisión como autor del homicidio de Castillo.
La defensa impugnó ante el STJ que anuló a finales de junio de 2019 la sentencia condenatoria por arbitraria. Los jueces concluyeron que Quintero no podía ser sometido a un tercer juicio porque implicaría un doble juzgamiento y, en consecuencia, absolvieron al joven por el beneficio de la duda. Recuperó la libertad tras 9 meses de detención. Ahora, la Corte Suprema desestimó la queja de la fiscalía general y clausuró la causa.
“No existen crímenes perfectos. Existen investigaciones imperfectas”, aseguró el 18 de junio de 2014 el entonces fiscal de Cámara de Bariloche Carlos López.
Por eso, Nilda Paletta, que fue querellante en todo el proceso, está decepcionada. “¿Cómo vive la gente con un cargo de conciencia?, ¿cómo hacen para vivir la vida?”, se preguntó esta semana. Solo la persona que mató a su hijo tiene la respuesta.
Dicen que el paso del tiempo tal vez ayuda a curar el dolor. No es el caso de Nilda Paletta. Casi doce años después del homicidio de su único hijo, Carlos Castillo, Nilda siente el mismo dolor. La vida le arrebató lo que más amaba. En un instante, le destrozó el corazón. “Este dolor me lo llevaré a la tumba, es mío”, afirma la madre de Carlos, cuyo crimen quedó impune.
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