Luchó hasta llevar a juicio a los que mataron a su hijo

Sandra Oyarzo peleó para que la causa por el homicidio de su hijo Mauricio Burgos no quedara en el olvido. Esta semana condenaron a 12 años de prisión a los imputados.

La sonrisa dibujada en el rostro de su hijo Mauricio Alexander Burgos es la ultima imagen que Sandra Oyarzo conserva como un tesoro en su memoria. Tampoco se olvida de aquel beso cariñoso que el joven le dio cuando se despidió la noche del 6 de junio de 2017. Son imágenes grabadas para siempre. Fue la última vez que cruzaron miradas cargadas de afecto. Que se abrazaron. Nunca imaginó que era la despedida. Horas después, todo fue dolor. Drama.

Alrededor de las 14 del 7 de junio de 2017 un grupo de policías se presentó en su humilde vivienda, ubicada en el sector conocido como Isla Norte, de la pequeña localidad de Lago Puelo, en Chubut.

Sandra relató que había llegado de trabajar. La presencia de los policías la inquietó. Pero el mensaje que le dieron la destrozó por dentro. Por unos segundos, se derrumbó.

Con el corazón apretado por la pena, tuvo que trasladarse hasta El Bolsón para identificar el cuerpo sin vida de un joven, que había sido asesinado de una manera brutal esa madrugada. Fue tal vez el momento más doloroso que la mujer enfrentó en la vida.

Sandra pudo reconocer el cuerpo de su hijo por un tatuaje, que tenía en su hombro izquierdo. Allí, sobre la piel esculpida estaba el rostro de su madre. “Tenía su cara tan destrozada. No lo pude ni cambiar y tuve que velarlo a cajón cerrado”, recordó la mujer.

Crueldad

“Nunca me imaginé que alguien pudiera hacer una cosa así. Tanta maldad, tanta crueldad”, comentó a “Río Negro”.

Los agresores golpearon con piedras de gran tamaño al joven. La saña fue tal, que desfiguraron su rostro y además sufrió un traumatismo de cráneo con pérdida de masa encefálica, lo que causó su muerte.

La investigación por el homicidio de su hijo apuntó desde el inicio a los hermanos Karim Habib Said y Brahian Adahir Millao, que habían estado con la víctima esa madrugada del 7 de junio de 2017 en el pub El Sol de El Bolsón. Los indicios los incriminaban. Los sospechosos viven en Lago Puelo, pero Sandra no los conocía a pesar de que viven a pocas cuadras.

La recolección de pruebas se complicó. Los testigos no aparecieron y en menos de un mes los imputados habían sido beneficiados con un sobreseimiento por falta de mérito.

Sandra recordó que el entonces juez de Instrucción Bernardo Campana dictó el fallo.

Aseguró que cuando se enteró de que habían sido desvinculados del caso, se indignó. No podía cree que los sospechosos de matar a su hijo estaban libres y la causa casi en el olvido. “Decidí salir a dar la batalla, empecé a buscar testigos en El Bolsón, a averiguar, a pedirle a la gente que me ayude”, contó.

Apelación

Rememoró que pudo contactar al abogado Sebastián Arrondo de Bariloche para que la ayudara con la querella. El 4 de julio de 2017, Arrondo alcanzó a presentar el recurso de apelación contra el fallo que había dictado el sobreseimiento por falta de mérito para los hermanos Millao.

La pelea recién empezaba. Fueron meses de mucho esfuerzo. Paciencia. “Fue todo un proceso, porque uno con todo ese dolor tenía que salir a conseguir testigos, había que convencerlos porque tenían miedo de hablar”, recordó. Los viajes desde Lago Puelo hasta Bariloche para reclamar en tribunales y asistir a las audiencias se repitieron con los costos que representa y el tiempo.

Sandra siempre trabajó de mucama en cabañas de Lago Puelo. Tuvo que vender algunas pertenencias para cubrir los gastos del proceso penal. “No me vino a ver nadie, ni un psicólogo como para que nos vea. Nadie vino a decirnos unas palabras”, lamentó.

Conoció a Luis Albornoz del grupo de Familiares de Víctimas de hechos Violentos de la Comarca, que supo comprenderla. Luis había pasado por el mismo dolor.

“Pasé momentos difíciles, pero la gente me decía que siga”, rememoró. “Voy a salir a luchar y lograr justicia por mi hijo”, era el mensaje con el que se daba aliento.

“Uno de los acusados había sido policía y su papá también, pero a mí no me importaba”, relató.

“Uno siente tanto dolor. La forma que me asesinaron a mi hijo no podía como madre quedarme tranquila”, aseguró.

“Si yo no salía a pelearla nadie me la iba a levantar la causa”, dijo. “Nunca perdí la fe, me ayudó mucho la iglesia”, comentó. También el respaldo incondicional de su grupo familiar, de vecinos.

Dijo que el municipio de El Bolsón colaboró para que pudiera viajar hasta Bariloche. “Ya sea con un ticket para nafta o con un lugar en una combi que nos traía hasta Bariloche”, valoró. La Municipalidad de Lago Puelo, no.

Sus cuatro hijos están siempre a su lado. Su esposo trabaja fuera de la localidad. “Como madre les digo a mis hijos que vamos a lograr hacer justicia”, enfatizó.

Juicio

La lucha de esta mujer de 45 años no fue en vano. Los hermanos Millao fueron juzgados en diciembre pasado y declarados culpables del homicidio de su hijo. Fue un fallo dividido al que se arribó tras escuchar a varios testigos y peritos.

Los jueces Héctor Leguizamón Pondal y Romina Martini consideraron que se demostró en el juicio que los imputados habían sido los autores del crimen. El tercer juez del tribunal, Ricardo Calcagno, votó en disidencia. Advirtió que no se había demostrado con certeza que los acusados habían sido los responsables del homicidio.

Esta semana se conoció la pena para los hermanos Millao. El tribunal les impuso 12 años de prisión, pero la sentencia no está firme porque es apelable.

Sandra no está de acuerdo con la pena que les impusieron. Pero le dolió además que los acusados no hayan quedado detenidos.

Arrondo explicó que los imputados siempre estuvieron a disposición de la justicia, comparecieron en todo el proceso y la ley vigente establece que hasta que la sentencia no está firme pueden seguir en libertad.

“Uno nunca termina de entender a la justicia, ¿por qué actúa así?”, planteó la mujer. Advirtió que los hermanos Millao viven a pocas cuadras de su casa. Por eso el temor a posibles represalias. “Estamos en un pueblo chico”, advirtió.

“Yo quiero que paguen por lo que hicieron”, sostuvo. “Por lo menos, la madre de ellos podrá ir a verlos a la cárcel”, señaló.

Afirmó que no está dispuesta a darse por vencida. Sabe que faltan las instancias de revisión de la sentencia. “Esta batalla todavía no termina”, aseguró.

Los hermanos Brahian y Karim Millao, junto a su defensor.
Alfredo Leiva

“Quedaron los recuerdos bonitos”

Mauricio Alexander Burgos tenía 26 años cuando fue asesinado la mañana del 7 de junio de 2017. Había nacido en provincia de Buenos Aires y tenía 6 años cuando sus padres resolvieron mudarse a Lago Puelo para buscar un poco de tranquilidad. Fue el hijo mayor de cinco hermanos.

Sandra Oyarzo contó que su hijo terminó la primaria en la Escuela 194 y cursó “un poco el secundario”. Después, abandonó porque optó por trabajar de albañil y hasta de alambrador.

Se había mudado a Bariloche porque quería iniciar un proyecto.

Sandra recordó que su hijo viajó hasta Lago Puelo porque le tenían que dar 24 mil pesos por un auto que había comprado, pero que devolvió. Llegó el 5 de junio de 2017 a la casa de sus padres. Compartió con sus hermanos. “Habíamos estado tomando mate esa tarde y se levantó contento porque tenía que ir a buscar la plata”, rememoró la madre. Dijo que su hijo pensaba invertir ese dinero para comprar ropa y venderla.

Salió a las 20 del 6 de junio hacia El Bolsón. Nunca regresó. La madre aseguró que el dinero nunca apareció.

“Sólo quedaron los recuerdos bonitos”, expresó. “Él era mi mano derecha”, sostuvo. “Mamá yo te voy a traer una nieta, me decía, como yo tuve solo varones. Al final su deseo no se cumplió”, confió Sandra.

El juez Calcagno (izquierda) no votó junto a sus pares, Leguizamón Pondal y Romina Martini.

El caso

Argumentos de la mayoría del tribunal

“Se acreditaron indicios categóricos, que puede ser ubicados antes del hecho, durante su ejecución, y con posterioridad a su producción, que analizados de manera integral, confirman la coautoría de los acusados…”

“Esa madrugada, a partir de la hora 4.53 del 7 de junio de 2017, estuvieron juntos en el interior del bar El Sol la víctima y los acusados, así como también existió un conflicto entre Brahian Millao y Mauricio Burgos, que desencadenó en un golpe de puño propinado por aquél a Burgos derribándolo al suelo”.

“Brahian y Karim Millao y Mauricio Burgos salieron juntos de el bar El Sol aproximadamente a la hora 6 del 7 de junio de 2017, conforme surge de los testimonios (…) además de la exhibición que en juicio se realizó del soporte visual de las cámaras de seguridad”.

“Su aporte (de la testigo) es la contextura de los autores similar a rugbiers, que se parecían entre ellos, que uno era más grande que el otro, características a las que responden los dos acusados”.

“Considero que existen indicios posteriores a la consumación del hecho que también acreditan la autoría de Brahian y Karim Millao en su comisión. Me refiero a la falta de uso del dispositivo (por el chip del celular) de Karim luego de la hora 5.56 del día del hecho y la sustitución del aparato por uno básico que impide localización por GPS, extraer mensajes de whatsapp y texto”.

“Es evidente que los acusados (…) fueron los coautores de este suceso. Siguiendo las reglas de la lógica no puede llegarse a otra conclusión que la afirmada”.

Fundamentos de la minoría

“Entiendo que le asiste razón al defensor por cuanto los acusados no pudieron demostrar con los elementos de prueba traídos al debate, la autoría de los hermanos Karim y Brahian Millao en el hecho traído a juicio”

“En cuanto al cambio de teléfono que efectuara Karim Millao al día siguiente del injusto, no comparto con los acusadores que ello sea un indicio de autoría de homicidio”.

“No se ha acompañado prueba contundente, tampoco indicios que carezcan de más de una explicación, no advertido evidencia idónea que permita quebrar el estado de inocencia…”

“Mamá yo te voy a traer una nieta, me decía. Al final su deseo no se cumplió”,

Sandra Oyarzo, la madre de la víctima.

El dato

Datos

La acusación que el fiscal Francisco Arrien sostuvo, con la adhesión del abogado Sebastián Arrondo por la querella, indica que Karim Habib Said y Brahian Adahir Millao cometieron el homicidio de Mauricio Alexander Burgos, entre las 6.45 y las 7.15 del 7 de junio de 2017.
Los imputados atacaron a la víctima en el interior del predio perteneciente al Club de Rugby Los Jabalíes, que está ubicado en la Ruta Nacional 40 Norte, continuación de la avenida Sarmiento, en El Bolsón. Es un lote lindero al aeropuerto local.
Según la acusación, los hermanos Millao en convergencia intencional “golpearon con piedras de gran porte, golpes de puño y puntapiés a la víctima en su rostro, desfigurándolo y produciéndole un traumatismo de cráneo con hundimiento de masa encefálica, que le ocasionó la muerte”.
El fiscal y la querella habían pedido al tribunal que condene a 18 años de prisión a los hermanos Millao. El defensor particular Hugo Cancino había solicitado en el juicio de cesura, que se les imponga el mínimo de la pena para el delito de homicidio simple, es decir, 8 años de prisión, porque alegó que no tenían antecedentes penales. El tribunal condenó a 12 años de cárcel a los acusados. La sentencia todavía no está firme.
“Mamá yo te voy a traer una nieta, me decía. Al final su deseo no se cumplió”,
26 años
tenía la víctima Mauricio Burgos cuando lo asesinaron.

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